Un centro de Belgrano descubre millones de historias familiares
En Zabala y 11 de Septiembre, en pleno corazón del barrio de Belgrano, un edificio de ladrillos que a simple vista pasa inadvertido alberga una cantidad inconmensurable de datos genealógicos.
Allí, en el subsuelo de una de las sedes de la Iglesia de los Santos de los Ultimos Días funciona, desde hace más de cuatro años, el Centro de Historia Familiar que almacena en forma de microfilms partidas de nacimiento, de defunción, de casamientos y censos recogidos de todas partes del mundo, que pueden ser consultados por cualquier persona que desee "rastrear" su historia familiar.
"Me atrevo a decir que, con un acceso a tres millones de microfilms, tenemos el archivo genealógico más grande del mundo", dice Laura Ornstein, directora del centro, que se encuentra abierto al público de martes a viernes, de 8.30 a 14.
La concepción de una familia eterna, que perdura más allá de la vida, impulsó a los miembros de la Iglesia de los Santos de los Ultimos Días a crear, en 1928, este banco de datos que es consultado por cientos de personas.
"Hay materiales impresionantes que yo todavía no conozco. Hay registros de antes del Descubrimiento de América", agrega Ornstein.
En busca de los orígenes
Jorge Tiscornia tiene 67 años y es argentino. Pero, desde hace tres meses, pasa gran parte de las mañanas buscando datos sobre los orígenes de su familia paterna que se remontan a Italia.
"Ya tengo 20 microfilms alquilados. Y encontré al primer italiano de mi familia paterna que llegó al país. El problema es que uno se pone a buscar y un dato lleva a otro, se ramifican las posibilidades y se termina investigando el origen de un montón de familias", cuenta Tiscornia.
La búsqueda comienza en Internet, en la página www.familysearch.com , donde la persona interesada ingresa datos como la fecha, el lugar de nacimiento y los nombres de la persona que está buscando.
Luego, si la búsqueda resulta efectiva, la pantalla arroja el o los números de microfilm en los cuales figuran esos datos, que son el punto de partida para reconstruir la historia familiar.
"Los rollos que ya están en la Argentina se alquilan por tres meses a un peso. Si hay que pedirlos al archivo de Utah, se cobran cinco", explica Ornstein.
Tras la ciudadanía
Claro que no todos consultan para encontrar sus raíces familiares. Desde hace unos meses, la cantidad de visitas ha aumentado notablemente por la cantidad de gente que acude al centro para encontrar información que le permita sacar la ciudadanía europea.
"Vienen buscando al bisabuelo. Quieren averiguar dónde nacieron y cosas así para poder tener la partida y sacar la ciudadanía. Pero son estrellas fugaces: si encuentran lo que buscan no vuelven más. Y si no, se frustran", comenta Ornstein.
Según los registros de la institución, en julio último el centro recibió 366 visitas, mientras que, en agosto fueron 465. Este aumento en la demanda hizo que se tuviera que dar turnos para realizar las consultas.
"Ahora hay turnos con un mes de espera. El que viene embalado , tiene que esperar un mes y cada vez puede estar investigando un máximo de tres horas. Es que estamos desbordados", concluyó la directora.
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