La increíble historia del bebé que nació con apenas 21 semanas y dejó atónitos a los médicos
En Estados Unidos, preocupa la elevada recurrencia de partos antes de término; por qué lo relacionan con el cambio climático
NUEVA YORK (The New York Times).— Cuando estaba embarazada de apenas 21 semanas de sus mellizos —un niño y una niña—, Michelle Butler empezó a sentir contracciones. Los dolores eran tan fuertes que mientras su hermana la llevaba raudamente al hospital, Michelle solo podía rezar para que esos retorcijones cesaran.
Pero las contracciones siguieron y el 5 de julio de 2020 a eso de la 1 de la tarde, nacieron los bebés C’Asya Zy-Nell y Curtis Zy-Keith. A la madre le dijeron que los recién nacidos pesaban menos de medio kilo y que tenían menos del 1% de chances de sobrevivir. A ambos bebés se les colocó inmediatamente un respirador.
C’Asya murió menos de 24 horas después. Michelle, de 35 años, dice que pudo tenerla en brazos, que rezó por ella y le dijo que la amaba.
Pero el pequeño Curtis se aferró a la vida. Intentaba respirar por sus propios medios y el ritmo de su corazoncito mejoraba, demostrando una resiliencia que dejaba atónitas a las experimentadas enfermeras neonatales y a los médicos del Hospital de la Universidad de Alabama en Birmingham.
“Fue increíble desde el primer aliento”, dice el doctor Brian Sims, neonatólogo del hospital donde atendieron a Curtis. “Desde el día 1 demostró que iba a ser un muchachito muy, muy fuerte.”
Curtis fue dado de alta en abril, tras 275 días de internación en la unidad de terapia intensiva neonatal. El Libro Guinness de los Récords incluyó a Curtis, que nació 132 antes de lo previsto, como el bebé más prematuro que haya sobrevivido hasta su primer cumpleaños. Actualmente, Curtis tiene 16 meses de vida.
Los bebés que nacen con tanta anticipación rara vez viven más de un día, dice el neonatólogo Sims.
“Lo cierto es que ningún bebé tan prematuro había sobrevivido hasta esa edad”, señala Sims. “Decimos que son menos del 1%, pero en realidad es casi cero.”
El nacimiento prematuro de Curtis refleja la elevada recurrencia de nacimientos prematuros en Estados Unidos, donde el índice anual de partos antes de término supera el 10%, según March of Dimes, una ONG dedicada a la salud de los bebés y sus madres. En 2019, por ejemplo, en el estado de Alabama ese índice se ubicó en el 12,5%, según datos de la organización.
Curtis nació un mes después del anterior poseedor del récord, Richard Hutchinson, que había nacido en Minneapolis con apenas 21 semanas y dos días de gestación.
El riesgo de un parto prematuro es todavía más alto entre las mujeres negras, que tienen un 50% más de probabilidades que las mujeres blancas de dar a luz anticipadamente, según datos de Population Reference Bureau, una ONG de recopilación de datos académicos.
Factores innumerables
Los factores que contribuyen a un parto prematuro son innumerables, entre ellos, la edad y clase social de la madre, su salud y su acceso a la atención obstétrica y prenatal. También puede influir el acceso a los métodos de anticoncepción. Las mujeres que tienen una rápida sucesión de embarazos también tienen más riesgo de dar a luz anticipadamente, dice Bruce Bekkar, ginecólogo y obstetra que integra el Consejo Asesor de Salud Pública de la Campaña de Acción Climática de la ciudad de San Diego.
La conexión con el cambio climático no es arbitraria: según un estudio de 2020 que analizó más de 32 millones de nacimientos en Estados Unidos, descubrió que las embarazadas expuestas a mayores temperaturas o mayor contaminación del aire son más propensas a tener bebés prematuros, de bajo peso, o mortinatos.
Es demasiado pronto para determinar la dimensión del impacto del cambio climático en los nacimientos antes de término o los bebés de bajo peso, dice Bekkar, uno de los autores de ese estudio de 2020. Pero la evidencia de que juega un rol crucial es muy convincente, y Bekkar destaca un ejemplo en particular: en California, en las áreas donde ya no funcionan centrales eléctricas de combustibles fósiles, el número de partos prematuros disminuyó más del 20%.
Otros factores atribuibles al menos parcialmente al cambio climático, como el auge de incendios forestales en el oeste de Estados Unidos y la mayor frecuencia e intensidad de las olas de calor, también parecen relacionados con los nacimientos prematuros.
“Y la situación va a empeorar”, dijo el Dr. Bekkar. El cambio climático “presionará cada vez más sobre la tasa de natalidad prematura”.
Sims dice que no está claro por qué Michelle Butler entró en trabajo de parto prematuramente. Tenía acceso a atención neonatal y visitaba regularmente a su obstetra, señala Sims.
Michelle dice que poco tiempo antes del parto se abrió el cuello uterino, y que fue sometida a cirugía para cerrarlo en el Hospital de la UAB, de donde la dieron de alta el 4 de julio. Su hermana fue a buscarla en auto al hospital, y las contracciones empezaron de regreso a casa, cuando el vehículo tuvo que transitar un camino lleno de baches.
Michelle recuerda que cuando su hija recién nacida murió, casi no puedo llorarla, sabiendo que Curtis seguía luchando por su vida.
“Tuve que reponerme rápido y ser fuerte por él”, dice Michelle. Los médicos le avisaron que con un bebé tan prematuro todo era “minuto a minuto”.
“Era una montaña rusa, un día bueno y un día malo”, dice Michelle.
Michelle también tiene una hija de 7 años y un hijo de 14, pero durante la larga internación de su recién nacido, se subía al auto varias veces por semana y manejaba una hora y media desde su casa en el condado de Greene, Alabama, para visitar a Curtis en el hospital.
Las enfermeras le enseñaron cómo alimentarlo, cambiarlo y mantener limpia la sonda de alimentación.
Cuando lograron estabilizarlo lo suficiente, lo colocaron sobre el pecho de Michelle, para que tuviera contacto con la piel de la madre, dice Sumita Gray, enfermera de la unidad de terapia intensiva neonatal del hospital.
Michelle tuvo que poner en la balanza las necesidades de su hijo y su trabajo como empleada en una planta de procesamiento de pescado. Dos semanas antes de que Curtis fuera dado de alta, Michelle renunció a su trabajo para poder pasar más tiempo con el bebé.
La enfermera Gray se quedó encantada cuando vio el niño recientemente. Fue cuando los médicos y enfermeras que cuidaron a Curtis se reunieron con Michelle y el babé para entregarles la placa del Libro Guinness de Récords Mundiales.
“Lo vi bárbaro”, dice Gray. “¡Está gordito!”
Curtis todavía tiene colocada una sonda de alimentación y una bigotera de suplemento de oxígeno. Y necesita terapia física y del habla, dice Michelle. Pero los médicos están más que estaban satisfechos con sus progresos.
“Interactúa mucho”, dice Sims. “Se ríe, tiene actitud, todo lo que uno espera de un bebé a esa altura del desarrollo.”
Curtis ya pesa ocho kilos y medio y según Michelle, duerme toda la noche y rara vez llora.
“Es un bebé feliz”, dice la madre. “Nunca se queja.”
Por Maria Cramer
(Traducción de Jaime Arrambide)
Más leídas de Sociedad
Éxodo por Semana Santa. El punto crítico camino a la costa que deberán tener en cuenta los automovilistas
"Es la mejor playa de la costa". La colorida aldea de diez habitantes donde se une el campo con el mar
"Esto dura como un viaje a Europa". Llegan a la costa los primeros turistas del feriado XXL y otros prevén demorar 12 horas