Un niño murió arrollado por un camión
Tenía tres años; su madre reunía firmas para que pusieran un semáforo en el lugar
Dentro del local, en la esquina de Mercedes y Bogotá, Floresta, un policía sostenía la mochila infantil que decía Leonel en el frente. Otro uniformado anotaba en un acta las pertenencias que encontraba dentro de ella. "Dos prendas de pequeñas dimensiones, un cuaderno azul...", decía con la voz entrecortada el agente a cargo del inventario. Las dos mujeres, empleadas del comercio, que oficiaban de testigos, asentían del otro lado del mostrador, llorando.
Esa era la mochila de Leonel Nisch, de tres años que ayer, a las 8 de la mañana, murió arrollado por un camión en la esquina de Mercedes y Bogotá, cuando iba de la mano de su madre, Ana Rosa, mientras cruzaban por esa intersección para ir al Jardín Infantil Jesús.
Desde octubre del año pasado, la madre juntaba firmas para que colocaran allí un semáforo, ya que se registran numerosos accidentes en ese lugar. Es que una cuadra antes del cruce donde ocurrió la tragedia, sobre la calle Mercedes, hay una vía y, al abrirse la barrera, los autos circulan rápido para no atascarse en el semáforo de la calle Avellaneda.
Al parecer, ante la gran cantidad de autos y camiones, Leonel habría querido cruzar más rápido, asustado por los bocinazos. Tras el accidente, la madre tuvo que ser separada del cadáver del niño, pues se encontraba en estado de shock. El camionero estuvo demorado unas horas en la comisaría 43a., ya que había seguido de largo unos metros al no darse cuenta de lo que había ocurrido.
El reclamo de Ana para que colocaran un semáforo no era el único. Hace ocho años que los vecinos lo pedían en la intersección de Mercedes y Bogotá, según afirmó a LA NACION el director del Centro de Gestión y Participación (CGP) N° 7, Francisco Néstor Arancio. "El primer pedido es de 1999. Como respuesta, pusieron un lomo de burro porque ya hay un semáforo a 300 metros de ahí, en Mercedes y Avellaneda", explicó el funcionario.
Según Arancio: "Los pedidos se elevan a la Dirección de Tránsito de la ciudad". Pero fuentes de esa dependencia porteña informaron que, "en diez años, no consta pedido alguno para la colocación de un semáforo en esa zona".
"Leonel era todo para Ana", dijo a LA NACION María del Carmen Saggio, de 45 años, desde el otro lado del mostrador del comercio que se encuentra en esa esquina, luego de firmar el acta que habían labrado los policías.
"Esta esquina es muy peligrosa, el miércoles pasado se accidentó un señor mayor que llevaba en bicicleta a su nieto", dijo Gisela Carano, de 21 años, también empleada en el quiosco.
María y Gisela eran las "Mari" y "Shisha" de Leonel, así las llamaba cada vez que pasaba junto a su madre a comprar un jugo para llevar al jardín. "Cuando salía, a las 4 de la tarde, Ana lo traía para comprarle chocolatines. Leo nos saludaba y nos pedía un mate calentito, se sentaba ahí y lo tomaba despacito, era una dulzura de nene", dijo Ana María señalando una silla vacía.
LA NACION pudo comprobar que el cruce de esas calles es caótico. Allí convergen dos líneas de colectivos, camiones de carga y automóviles. "Cruzar la calle es imposible. Muchos, incluso, lo hacemos mal. Podemos estar horas esperando que los autos nos den paso", dijo Karina Stambulli, vecina del barrio.
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