Un policía mató a dos delincuentes que entraron a robar en una casa de San Isidro
Sorprendió a una banda que desvalijaba la vivienda de una familia que estaba de vacaciones; se identificó y le dispararon; hay un asaltante herido y otro logró escapar
En plena Nochevieja, los comensales que colmaban los restaurantes situados en el cruce de Dardo Rocha y Talcahuano, frente al Hipódromo de San Isidro, escucharon una serie de explosiones que, al principio, fueron confundidas con pirotecnia. Bastó con que salieran a la calle para que confirmaran que las detonaciones, en realidad, habían sido producto de los al menos diez tiros disparados durante un enfrentamiento armado entre un policía bonaerense y cuatro delincuentes a los que sorprendió cuando desvalijaban una casa situada frente al estacionamiento de Rosa Negra.
Los cien metros de Talcahuano entre Dardo Rocha y Catamarca parecían una zona de guerra, no de festejos del Año Nuevo. En la intersección de Catamarca y Talcahuano quedó el cuerpo de uno de los asaltantes, con la cabeza destrozada por un proyectil. Era peruano, al igual que el resto de los integrantes de su banda.
Sobre Talcahuano, delante de la casa situada frente a la garita de seguridad del estacionamiento del restaurante, chocó la camioneta Ford Kuga blanca desde la que los delincuentes le dispararon al policía mientras intentaban escapar. Allí quedó herido en el hombro uno de los ladrones, el único que terminó detenido. El cadáver de un tercer sospechoso fue hallado a diez metros de la esquina de Talcahuano y Dardo Rocha. Tenía una herida en el tórax. El cuarto delincuente consiguió escapar.
El policía resultó ileso. Fuentes judiciales y policiales dijeron a LA NACION que, hasta el momento, no había motivos para disponer su detención porque, prima facie, habría actuado dentro de los márgenes legales del cumplimiento de su deber. Aunque a él no lo alcanzan, su actuación coincidió con los supuestos previstos en el protocolo que regula el uso de armas de fuego por parte de los efectivos de las fuerzas de seguridad federales dictado hace casi un mes por el Ministerio de Seguridad de la Nación.
Aunque tiene 55 años y lleva 28 años de servicio, el de anoche fue el primer tiroteo del suboficial Julio González. Al reunirse con el jefe de la policía bonaerense, Fabián Perroni, el efectivo remarcó que las jornadas de reentrenamiento, a las que históricamente se había opuesto, fueron cruciales para él a la hora de tener que enfrentarse a la banda de asaltantes.
Los delincuentes usaron barretas para forzar la puerta y romper el tablero de las alarmas de la vivienda situada en Catamarca 1996. Llevaban guantes para evitar dejar huellas e incluso un GPS con otras direcciones de la zona marcadas.
Minutos después de la medianoche, el policía González realizaba un servicio prevencional y caminaba por Talcahuano desde Dardo Rocha hacia Catamarca cuando advirtió que en la casa de la esquina había una camioneta Ford Kuga blanca con el capot levantado.
Fuentes de la investigación dijeron que, como desde hace tres años se desempeña como personal de policía adicional en la zona, González sabía que ese vehículo no pertenecía a los dueños de la casa situada frente al estacionamiento de Rosa Negra.
Pocos metros antes de que el policía llegara a la vivienda el sospechoso que se había quedado en la vereda, comenzó a tocar la bocina para alertar a sus cómplices.
El policía dio la voz de alto y los asaltantes, en cuanto subieron, le dispararon desde la Ford Kuga mientras arrancaban por Talcahuano hacia Dardo Rocha. Pero no llegaron lejos: el ladrón que conducía el vehículo chocó contra un poste de luz frente al estacionamiento del restaurante. Allí quedó herido uno de los asaltantes, identificado como Edwin Isaac Ynza Inostroza, de 40 años.
Otro, baleado a la altura de las costillas, corrió unos metros hasta que cayó muerto antes de llegar a la esquina de Talcahuano y Dardo Rocha. Era Ángel Cruz Hurachi, de 34 años. Frente a la casa asaltada quedó el cadáver de Carlos Cava Vicuña, de 47 años. Los delincuentes, peruanos, vivían en Avellaneda, pero robaban en la zona norte.
Ninguno de ellos tenía armas en su poder o junto a sus cuerpos. Pero los peritos de la Gendarmería, convocados para realizar los peritajes, hallaron una pistola en el asiento delantero izquierdo de la Ford Kuga. Hasta anoche, los investigadores no habían logrado determinar si el asaltante que logró escapar utilizó en el tiroteo un revólver, un arma que no expulsa las vainas tras los disparos, sino que quedan en el tambor.
La investigación está a cargo de la fiscal de San Isidro Paula Hertig, que anoche le tomaba declaración al delincuente herido.
"Faltaban cosas de la casa. Habían cargado la camioneta cuando el tiroteo comenzó. Revolvieron todo", expresó Guillermo, cuñado del dueño de la casa. La Ford Kuga, se determinó, tenía puesta la patente de un Ford Fiesta robado hace una semana en San Miguel.