Un programa estatal que carece de un enfoque integral
Más que cuestionar la necesidad de educación sexual, hoy nos encontramos ante un debate social más profundo: qué tipo de educación sexual queremos para las próximas generaciones.
Por la experiencia en otros países que ya han implementado planes semejantes, sabemos que cuando solo busca prevenir embarazos y enfermedades es insuficiente y poco efectiva, aun para esos fines. Por otra parte, si toma solo en cuenta algunas dimensiones humanas y descarta otras o las infravalora, deja de ser verdaderamente integral.
La perspectiva socioculturalista que ha impregnado el programa ESI desde su concepción ha mostrado su fracaso. Desde la creación del Programa Nacional de Educación Sexual Integral hasta la fecha se hizo un considerable trabajo de capacitación de docentes y directivos, distribución de materiales y recursos didácticos y se ha usado una parte importante del presupuesto educativo. ¿Por qué ahora se dice que no se logró implementar?
El informe La Educación Sexual Integral. Balances y desafíos de la implementación de la ley. 2008-2015, del Ministerio de Educación, reconoce que algunas resistencias encontradas tuvieron que ver con la perspectiva adoptada. "La resistencia refleja la objeción frente a los contenidos y enfoques que se proponen como parte de la ESI. En general este tipo de resistencias surge entre docentes y directivos afines a perspectivas (que) considera(n) que una educación sexual positiva se limita a aquella que entiende la sexualidad como un modo de expresar y vivir el amor". Y agrega: "La perspectiva de la ESI entra en contradicción con la cultura y valores del alumnado y de sus padres y madres".
Es evidente que una de las dificultades más importantes e insoslayables de la implementación de este programa fue justamente la falta de un enfoque verdaderamente integral. Entender a la sexualidad como una construcción social es quedarse solo con un aspecto restringido de lo que es el ser sexuado y lleva a prácticas didácticas erróneas.
Una verdadera educación sexual integral debería tomar en cuenta las dimensiones biológica, psicológica, social y espiritual de los alumnos, en forma armónica, basarse en conocimientos científicos y considerar las convicciones éticas y morales de los miembros de la comunidad educativa. Será efectiva si ayuda a los chicos a desplegar su condición sexuada plenamente, les dé herramientas para que puedan evaluar críticamente los mensajes que les presenta la sociedad, los ayude a tomar decisiones acertadas y responsables respecto de su sexualidad y los forme para valorar la riqueza de la diferencia sexual y el respeto mutuo.
La autora es directora del Instituto para el Matrimonio y la Familia de la Universidad Católica Argentina
Myriam Mitrece
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