Un viaje de siete años para cazar un asteroide
Exactamente a la hora señalada, contra el telón de fondo de un cielo cristalino en Cabo Cañaveral y tras un lanzamiento impecable, un cohete Atlas V 411 lanzó ayer al espacio la nave OSIRIS-REx, la primera misión de la NASA destinada a viajar hasta un asteroide llamado Bennu y volver con una muestra para su estudio en la Tierra. Los científicos esperan que el análisis de esa materia primordial los ayudará a entender la infancia del Sistema Solar y a evaluar las posibilidades de hacer "minería de asteroides".
Estos "cascotes" remanentes de la formación de los planetas están hechos de un material prístino, y pueden contener agua y moléculas orgánicas como las que constituyen nuestro ADN, por lo que podrían ofrecer claves inestimables sobre los orígenes del agua y de la vida en la Tierra.
Los geólogos planetarios están ansiosos por recuperar el material que OSIRIS-REx traerá de su visita a Bennu para analizarlo con instrumentos en lugar de hacerlo a la distancia. La misión también permitirá testear tecnologías para desviar uno de esos cuerpos espaciales en caso de que constituya una amenaza para la Tierra en un futuro potencial.
La nave orbitará el sol durante un año y luego utilizará el campo gravitatorio de la Tierra para lanzarse a la caza de Bennu, al que se acercará en agosto de 2018. Al llegar a la cita, dos meses después de frenar su desplazamiento, comenzará un detallado examen que continuará durante un año y que se aprovechará para identificar lugares posibles para obtener la muestra. Una vez elegido el sitio preciso, la nave tocará brevemente la superficie del asteroide durante 3 a 5 segundos. Liberará un chorro de nitrógeno gaseoso para mover las rocas y la tierra de la superficie, y la recogerá con un dispositivo robótico.
En marzo de 2021 se abrirá la "ventana" y OSIRIS-REx comenzará el viaje de regreso a la Tierra. Llegará dos años y medio más tarde. Liberará la cápsula con la muestra en la atmósfera y ésta será recuperada en un área militar del desierto de Utah. Ya se sabe la fecha exacta: será el domingo 24 de septiembre de 2023 al mediodía. Esperan analizarla durante dos años y guardar por lo menos un 75% en el Johnson Space Flight Center de Houston para que científicos de todo el mundo también puedan estudiarla.
Con unas cinco cuadras de diámetro, Bennu es casi esférico, muy rico en carbono y con una superficie casi negra. Una vez cada seis años pasa a unos 300.000 kilómetros de la Tierra, más cerca que la luna. Se lo considera un objeto potencialmente peligroso, aunque la probabilidad de que se estrelle contra nuestro planeta sería de 1 entre 2.700 en el siglo XXII.
Bennu se formó en la misma época que los restantes planetas del Sistema Solar. "Contiene agua, carbono, oxígeno, nitrógeno, que son elementos vitales en el origen y la evolución de la vida terrestre –explica Diego Bagú, uno de los directores del Planetario de La Plata–. De la inmensa cantidad de colisiones entre asteroides y los planetas primigenios surgió la hipótesis de que los asteroides podrían ser los responsables del agua terrestre, además de ser los proveedores de importantes ingredientes para conformar la sopa de la vida. En esta hipótesis radica sustancialmente el interés que siempre hemos tenido por acercarnos a estos singulares viajeros espaciales. Aunque parezca extraño, es mucho más complicado estudiar estos objetos que los planetas. Y esto se debe en gran medida a la escasísima gravedad que ejercen."
Si todo marcha como fue planeado, OSIRIS-REx recolectará entre 60 gramos y 2 kilos del material de Bennu.
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