Una cápsula del tiempo sellada por milenios
La cámara del hallazgo tiene el tamaño de un estadio de básquet
Contrariamente a lo que podría pensarse, cuevas sumergidas como Hoyo Negro ofrecen excepcionales posibilidades de preservación.
Según explicó el primer autor del trabajo que hoy se publica en Science, James Chatters, de Applied Paleoscience, a fines del Pleistoceno animales y personas caían en ese tipo de cavidades y quedaban atrapados en su interior.
"Aislada y sellada por el agua durante por lo menos 8000 años -explicó-, [Hoyo Negro] es una cápsula del tiempo, del clima, de las plantas, y de la vida animal y humana de fines de la última edad del hielo. Cuando los glaciares del planeta atrapaban cantidades masivas de agua y el nivel del mar era mucho más bajo que hoy, estas cuevas estaban secas y eran accesibles. Los animales, y por lo menos un ser humano, tal vez buscando agua fresca en sus pasajes oscuros, deben haber caído en esta trampa de treinta y cinco metros de profundidad y no pudieron volver a salir."
Hace alrededor de 10.000 años, cuando se fundieron los glaciares, la cueva debe de haberse llenado de agua. Paradójicamente, este proceso ayudó a la preservación del esqueleto, que los científicos calculan corresponde a una adolescente de 15 o 16 años, y sería uno de los seis conjuntos de restos humanos más antiguos que se hayan encontrado en América.
Pero (siempre hay un "pero"...) para el vicedirector del Centro Nacional Patagónico (Cenpat), así como esos cenotes tienen sus beneficios también presenta dificultades.
"Como prácticamente no albergan vida bacteriana, los restos que quedan [en esas cuevas] es como si estuvieran en un freezer -dice Rolando González-José-. Sin embargo, también tienen una desventaja: dado que el medio ambiente químico es muy diferente del que existe en el exterior, complica el fechado por radiocarbono."
Los científicos adelantaron que los trabajos para interpretar el hallazgo de Hoyo Negro deben continuar.
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