Una distinción a la excelencia judicial
Premiaron a un tribunal civil y a otro del fuero penal, a cargo de Elisa Díaz de Vivar y Juan Cicciaro, respectivamente
Cuando las encuestas revelan que más del 85 por ciento de la gente descree de la Justicia y de su funcionamiento, que haya dos tribunales premiados por su excelencia judicial es una excelente noticia.
Los nombres de los dos jueces a cargo de los juzgados elegidos para concederles la distinción aparecen seguido en las páginas de los diarios. Pero su bajo perfil es inversamente proporcional a su dedicación al trabajo, la atención personal que brindan a cada causa y su alta ejemplaridad ética.
Por eso, el Juzgado en lo Civil N° 19, a cargo de la jueza Elisa Díaz de Vivar, y el Juzgado en lo Criminal y Correccional N° 20, a cargo del juez Juan Esteban Cicciaro, fueron premiados por su excelencia judicial por el Foro de Estudios sobre la Administración de Justicia (Fores) e IDEA, con una distinción auspiciada por el Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires y el patrocinio del Banco Río.
"Esto es una bocanada de oxígeno cuando hay tantos cuestionamientos a la Justicia. No es una distinción académica, sino al quehacer diario del juzgado. A estar todos los días acá sirviendo a la gente", señaló Díaz de Vivar a LA NACION, en su despacho del Palacio de Justicia.
Ella fue designada secretaria de ese mismo juzgado dos años después de salir de la facultad, en 1968. De aquella época recuerda con cariño a su mentor, Santos Cifuentes, una eminencia del derecho civil.
Díaz de Vivar no estaba en Buenos Aiares cuando se enteró de la distinción. Los empleados tuvieron la primicia y la festejaron.
La magistrada, esposa del juez de familia Jorge Luis Noro Villagra, con dos hijos de 27 y 28 años, participa personalmente en las audiencias de sus procesos.
Hasta contrató psicólogos
"La inmediación es la clave", asegura. De igual manera se involucra con el funcionamiento del juzgado y de las causas. Tanto es así que contrató psicólogos para ayudar a los empleados a solucionar conflictos laborales o para atender a los ahorristas enardecidos por sus reclamos contra el corralito.
"Mi éxito no depende del talento, sino de la perseverancia. Me tomo el trabajo de conseguir cosas", asegura la magistrada, y afirma: "Jamás tuve una sola presión, ni del gobierno militar, ni de (Raúl) Alfonsín, ni de (Carlos) Menem, ni de (Fernando) De la Rúa. A mi despacho nadie entra a presionarme".
Y eso que por su tribunal desfilaron encumbrados personajes del poder. La jueza es reconocida como exigente por sus pares y sus empleados. "Todo el personal es seleccionado por mí, sin piedad", afirma. En ellos prioriza la capacitación y la actualización.
Según la magistrada, sus fuertes mandatos, heredados del padre, le hicieron priorizar la ética en su modo de vida. "Hay muchas formas de corrupción y una de ellas es degradar los valores éticos", afirma. "El Poder Judicial presta un servicio, detrás de cada expediente hay un ser humano. Realizar la Justicia es darle a cada uno lo suyo y esto no puede ser bastardeado", proclama, con el carácter implacable que le reconocen sus colegas.
Hombre de pocas palabras
El juez de instrucción Juan Esteban Cicciaro es un hombre de menos palabras que la magistrada. Circunspecto y medido a la hora de hablar, no quiso ser fotografiado. Hasta sus empleados prefieren el bajo perfil.
Cicciaro, de 41 años, fue desde los 24 secretario del juzgado en el que ahora es titular. Lo nombraron en 1993. Para llegar a su austero despacho, apenas personalizado por las fotos de su esposa y sus tres hijos, no es necesario anunciarse con una secretaria privada. No la tiene porque prefiere aprovechar los recursos del juzgado y la inmediación entre el juez y los casos del tribunal. La puerta de su oficina da directamente al lugar de trabajo de los empleados. Diez, con la meritoria. "Por favor, destáquelo. Trabaja como todos y no cobra sueldo", pidió el juez.
El padre de Cicciaro trabajó 41 años en la Procuración General de la Nación. Su referente es el ex camarista Tristán García Torres. Comenzó en el juzgado de sentencia de Ricardo Giúdice Bravo y luego en el actual, que entonces dirigía Eduardo Mugaburu.
"Si la idea de Fores contribuye a que se difunda que existe una Justicia que trabaja anónimamente, me parece muy bien. Todos los empleados se sintieron reconocidos por el premio", explicó.
Cicciaro conoce todas las causas de su juzgado, a pesar de que el año último ingresaron 2000 expedientes. Tiene especial dedicación por los casos de homicidio y es vox pópuli entre sus pares que el extraño asesinato del ingeniero Marcelo Schapiro, ocurrido el 16 de agosto de 1992 en Retiro, cuando el cuerpo apareció quemado en una caja de madera, es una de sus obsesiones. Casi a diario repasa el expediente, en su escritorio, buscando nuevos indicios que lo pongan sobre los sospechosos.
Su trabajo es una permanente auditoría interna en el juzgado, para saber cómo está funcionando. "En esto soy muy riguroso", dijo. Su idea es que "hay que trabajar para optimizar los recursos humanos, para utilizarlos de modo eficaz, trasladando los criterios de gestión privada al funcionamiento de un tribunal, buscando soluciones creativas y a veces artesanales".
Involucrarse en los casos
Tiene una actitud docente con sus empleados, en especial en el tratamiento de los detenidos, las víctimas o los abogados, y en elaborar reglas de organización de modo que todo el grupo esté involucrado con cada caso.
Fuera del despacho suele ser más expresivo. Deportista entusiasta, juega al fútbol habitualmente, aunque difícilmente confiese de qué equipo es fanático, tal vez por si le toca intervenir en algún caso en el que haya barrabravas o directivos de los clubes de fútbol involucrados.
Aunque ambos jueces se incomoden y hasta se ruboricen al hablar del premio, comparten la idea de que la distinción puede significar un aliciente para el Poder Judicial y su alicaída imagen.
El desempeño es lo más importante para ambos
Cuando la gente descree de los poderes públicos, de políticos y de autoridades, el premio a los juzgados a cargo de dos magistrados cuyo desempeño es ejemplar trae una brisa fresca. Los empleados de ambos juzgados admiran a los titulares y comparten con ellos las distinciones. Cicciaro, que ni siquiera cuenta con una secretaria privada, quiere que se destaque especialmente la labor de la meritoria, "que trabaja como todos y no cobra" por ello.
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