Una hora más de clase: la iniciativa estelar que puede entrar en un declive de discusión

El intento del Gobierno, interpretado por el ministro Jaime Perczyk, por mostrar actividad de gestión con un tema tan sensible como la educación, especialmente porque está en los peores niveles históricos del país, se topó con un freno inesperado: al unísono padres, docentes y sindicatos del sector y afines ideológicamente rechazaron sumar en este año lectivo una hora de clase en las escuelas primarias de gestión estatal.
Para seguir el hilo temporario, la propuesta de 60 minutos que planteó el martes pasado Perczyk, desde el Palacio Sarmiento, naufragó 72 horas después delante de sus pares provinciales en Ushuaia, a donde se reunieron presencialmente para analizar y aprobar varias cuestiones, entre ellas la que se anticipaba como la estrella del encuentro.
Con la intención de esquivar hablar de una derrota relámpago, Perczyk propuso “conformar mesas de trabajo para que haya más horas de clase en la escuela primaria”. Sus palabras dejaban en claro que el inicial anhelo de que el nuevo sistema comenzara el mes próximo, se transmutaba en una convocatoria a los sectores involucrados, o básicamente, los sindicatos docentes que deben volver a discutir salarios y condiciones de trabajo.
Especialista en temas universitarios, Perczyk era el secretario del área durante la gestión de su antecesor, el ministro Nicolás Trotta, y compartía gabinete con el biólogo Diego Golombek, entonces al frente del Instituto Nacional de Educación Técnica. Quizás las restricciones estrictas que impuso el Gobierno por la pandemia, entre ellas el cierre de las escuelas que se prolongó durante más de un año, habrían impedido que los funcionarios pudieran compartir sus saberes sobre cuestiones puntuales.
Golombek lleva años de estudio sobre la necesidad de que los chicos comiencen el horario escolar más tarde y, si es posible, que las primeras horas sean más prácticas que teóricas. A contramano de esos saberes, Perczyk impulsa arrancar la jornada más temprano sin tener en consideración lo que estudian neurólogos y pediatras para mejorar la calidad de vida y de aprendizaje de los menores. El ministro tampoco pareció considerar los trastornos familiares y laborales que implica hacer un cambio, aunque parezca apenas 60 minutos. Reconvertida la propuesta en una mesa de trabajo, seguramente pasarán mucho más que 60 minutos para lograr consenso y ampliar las horas de clase para los argentinos más chicos.
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