Una nueva moda que puede generar falsas expectativas
La cirugía estética vulvovaginal es una moda que hasta hace poco no existía en el país. Y su irrupción genera muchas preguntas. ¿Qué lleva a una mujer a someterse a una cirugía para modificar esa parte tan íntima de su cuerpo? ¿Quién determina cuáles son los parámetros de belleza para una vulva? ¿Es una decisión consciente y voluntaria o responde de manera inconsciente a demandas o expectativas ajenas?
Porque así como no hay dos caras iguales, tampoco hay dos vulvas iguales. Entonces, ¿por qué piensan que la suya no es adecuada o debería lucir diferente?
No me refiero a situaciones en las que la cirugía está bien indicada, como malformaciones o traumatismos, o cuando el tamaño aumentado de los labios menores puede ocasionar molestias físicas. Me refiero a la cirugía puramente cosmética y al "agrandamiento" del inexistente punto G, que supuestamente podría aumentar el placer durante la penetración.
Lo cierto es que el tamaño, forma o color de los genitales femeninos no están directamente relacionados con la respuesta sexual de la mujer o su capacidad de sentir placer.
Por otro lado, si una mujer se avergüenza de su vulva, puede sentirse no deseada o puede costarle relajarse y disfrutar, pudiendo llegar incluso a evitar los encuentros sexuales por ese complejo. Tal vez considere que si "mejora" esa parte de su cuerpo, va a sentirse más segura o va a conseguir pareja con mayor facilidad. En estos casos, la cirugía podría ayudarla a sentirse mejor, a fortalecer su autoestima y confianza. Pero no se puede descartar que la causa de sus dificultades sea otra y que entonces la cirugía no cambie nada, con el agravante de que pueda quedar una cicatriz que moleste o duela.
Ante el pedido de una cirugía cosmética vulvovaginal es muy importante informar a la paciente de los resultados esperables, las posibles complicaciones y no generar falsas expectativas respecto a una posible mejoría en su satisfacción o desempeño sexual.
La terapia sexual, en estos casos, puede lograr que la mujer acepte y valore su cuerpo tal cual es, y otorgue conocimientos y herramientas para aprender a disfrutar sin tener que perseguir un estereotipo anatómico determinado. Así, la cirugía quedaría estríctamente para los casos indicados, evitando frustraciones e insatisfacciones.
Y a veces es el hombre el que busca un prototipo de vulva, consecuencia del auge de la pornografía -que no suele reflejar la realidad de las mujeres-, haciendo sentir a su pareja que su vulva no es atractiva o adecuada.
Habiendo atendido más de 2000 mujeres en mi consultorio de sexología, son muy escasas las consultas por dificultades sexuales ocasionadas por la apariencia de la vulva o el tamaño de la vagina. Esto confirma que las diferencias anatómicas naturales no causan alteraciones en el desempeño sexual.
No seamos cómplices de esta nueva demanda sobre el cuerpo de las mujeres y celebremos las diferencias en lugar de intentar igualarnos a un modelo impuesto por otros.
La autora es médica y sexóloga clínica del Servicio de Ginecología del Hospital Italiano.
Elsa Inés Astolfi
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