Una pasión que no se puede dejar
El arte pasa por un momento de buena difusión y merecido reconocimiento, y nuestro país no es ajeno a esta tendencia. Hay dos fenómenos que quiero destacar: el incremento del número de compradores y la internacionalización del arte argentino. La incorporación de nuevos compradores puede darse por varias vías. Desde mi humilde lugar y sobre la base de mi experiencia, quisiera hacer un aporte indicando el recorrido que puede transformar a alguien, de la nada, en un "amante del arte".
El recorrido comienza con visitas a museos, galerías y talleres para acostumbrar la retina. Esto poco a poco se complementa con lectura, cursos, conferencias y experiencias con los artífices de este mundo (artistas, galeristas, curadores y coleccionistas), indispensables para lograr una integración paulatina.
Un día, sin darnos cuenta, el arte se mete en nuestro corazón; ahí empieza esta dulce locura. Ya no podemos vivir sin la obra que nos captura y es imposible detener la búsqueda de nuevas adquisiciones; compramos lo que nos apasiona y podemos privarnos de otras cosas para que la obra no tenga otro destino que nuestro acervo.
Luego aparecerá o no el hilo conductor y con el tiempo surge la pregunta de si somos coleccionistas. Pero no importa la respuesta, dado que ya disfrutamos de esta pasión. Sin lugar a dudas, formamos parte del mundo de los "amantes del arte".
El otro gran desafío de hoy es la globalización del arte argentino: el mercado local no alcanza. Nuestros artistas deben salir al exterior y estar presentes en colecciones públicas y privadas, participar de ferias, subastas y consolidar precios internacionales.
Es un ida y vuelta: tenemos que abrirnos para recibir artistas internacionales que interactúen con los nuestros y participen de colecciones locales, esfuerzo que requiere compromiso y tenacidad.
Luis Incera
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