Una relación cercana con la naturaleza
El Parque Nacional Calilegua y su entorno representan un desafío de conservación, convivencia y desarrollo
El Parque Nacional Calilegua se encuentra al sudoeste de la provincia de Jujuy y, además de ser el área protegida más extensa del NOA, constituye un verdadero ejemplo, por historia y perspectiva, de cómo influyen las políticas de desarrollo públicas y privadas a la hora de entablar una relación directa con la naturaleza.
En 1978, la empresa Ledesma donó al Estado las 76.306 hectáreas que hoy comprenden al Parque Nacional Calilegua. Cuando cedió este territorio, se aseguró los servicios que la naturaleza brinda a sus ingenios por un largo plazo. La función que cumplen las tupidas sierras de Calilegua es la de recibir los vientos del Atlántico y capturar su humedad. En verano, época de fuertes precipitaciones en esta zona, la selva protege el suelo del martillar de las gotas y retiene los caudales evitando inundaciones en las áreas más bajas. Cuando la estación seca se hace presente, es la misma selva la que administra el caudal de los ríos que bajan desde las sierras al Valle de San Francisco, evitando cualquier riesgo de sequía.
Este es sólo uno de los ejemplos que muestran cómo la naturaleza puede favorecer a la industria. El desmonte de las sierras es la principal amenaza de esta frágil relación. Maximizar el área de producción de caña, o alguna otra plantación, seguramente irá a contramano de la conservación de toda la estructura.
El turismo, todo un desafío. Otro punto crucial en la relación del hombre con la naturaleza en este parque es el incremento del turismo. Basta con recorrer unos 30 kilómetros por la ruta provincial 83, que atraviesa el parque, para dar con San Francisco, un tan pintoresco como impactante pueblo de unos 3500 habitantes. Su paisaje alcanza para enmudecer a cualquier visitante. La armoniosa convivencia de una espesa selva de Yungas con los cortes de la quebrada, hace único a este lugar.
Desde las autoridades nacionales y provinciales, existe hace un tiempo la idea de unir este lugar, a través de la misma ruta 83, con el corredor turístico de Humahuaca y Tilcara, dos de las grandes potencias jujeñas a nivel turístico. El desafío de San Francisco será, entonces, hacer confluir las necesidades del turismo con la capacidad estructural del pueblo, sobre todo a nivel hotelero y gastronómico.
Aquí, el conocido pero poco aplicado concepto de "turismo sustentable" debería jugar un rol fundamental. Su principal objetivo es responder a las necesidades de los visitantes sin descuidar a las regiones anfitrionas, protegiendo y mejorando las oportunidades a futuro y enfocado hacia una gestión que promueva el cuidado de todos los recursos sin dejar de garantizar el respeto por la integridad cultural, los procesos ecológicos y la diversidad biológica.
Desde las autoridades de San Francisco, tanto como desde la administración del Parque Nacional Calilegua, se están llevando a cabo distintas actividades de concientización al interior del pueblo. La idea es ayudar a que los pobladores estén lo más preparados posible a la hora de recibir turistas.
Hoy en día, una parada obligada en San Francisco es Tía Carola, un lugar en el que Lucy, su dueña, hospeda y alimenta a los visitantes del pueblo. El impactante paisaje, junto con los exquisitos sabores que surgen de la cocina de la anfitriona, hacen de Tía Carola una parada entrañable. Sin embargo, no es difícil imaginar qué pasaría con lugares como estos sin un proceso responsable de preparación a nivel infraestructura, si es que intentara albergar a los miles de turistas provenientes de la Quebrada de Humahuaca.
Don Lalo Cruz, hombre de bigote grueso, voz ronca, bombacha de campo y encargado de la secretaría de Turismo y Cultura de San Francisco, contó a lanacion.com que "la gente, por más que está tomando conciencia de que tiene que estar preparada para recibir al turismo, todavía no está lista".
El hombre cuenta que aún hacen falta medidas para contemplar con seriedad la llegada del turismo masivo. Por más que se otorguen créditos para mejorar la infraestructura, el manejo de los visitantes y el respeto por el medio ambiente que rodea a este pueblo son cuestiones que no pueden escapar a la atención de autoridades y pobladores.
En este punto, es vital la colaboración de la administración de Parques Nacionales. Desde el organismo estatal se organizan, entre otras actividades, charlas en la escuela Nº 35, Héctor Quintana, dirigidas a chicos de cuarto y quinto grado. Los ejes de estos debates son el calentamiento global, el cuidado del planeta, el desmonte y el efecto invernadero. Pero más allá de esto, lo que los docentes y guardaparques buscan es, por un lado, inculcar en los niños un temprano respeto por el entorno que los rodea y, por otro, hacer de los chicos un nexo hacia el conjunto de los pobladores de San Francisco, con la intención de instaurar estos debates en el seno de la comuna.
Un recorrido por esta parte de las Yungas deja en evidencia un área impactante, cuidada y digna de ser visitada. Un desarrollo responsable y ante todo sustentable dependerá de políticas que primen a la par el crecimiento económico de los pobladores, la capacitación de los anfitriones y el cuidado de un medio ambiente tan majestuoso como funcional a los intereses de habitantes, turistas, gobernantes y empresarios.
Nota I: Un Rey en las Yungas