"Víctor está en manos de Dios"
Lidia Guerrero, madre del único argentino condenado a muerte en Estados Unidos, dialogó con lanacion.com ; "es un castigo arbitrario que sólo se aplica contra los pobres y enfermos mentales", sostuvo
La vida de Víctor Hugo Saldaño bien podría inspirar una película, o mejor dicho dos. La primera, una desenfrenada road movie , recrearía los años que dedicó a recorrer ciudades de América latina y terminaría con el crimen del comerciante Paul Ray King, ocurrido en Dallas la noche del 25 de noviembre de 1995. La segunda, un drama sin fisuras al mejor estilo Hollywood, tendría a un personaje algo mayor, pero todavía joven, que pasa los días, sólo discernibles por obra del calendario, a la espera de su ejecución en una cárcel de Texas. La escena final de esta película todavía está por definirse.
Si bien el debate sobre la pena de muerte desatado a raíz de los últimos hechos de inseguridad la interpela en forma directa (es la única argentina que sufre los verdaderos coletazos de ese castigo en carne propia), Lidia Guerrero habla desde "un más allá" al que sólo acceden los que sufrieron demasiado.
Su hijo, Victor Hugo Saldaño, fue condenado en 1996 y 2004 (tuvo un segundo juicio) a la pena capital por un asesinato del que se declaró culpable. En abril de 2000 llegó a tener fecha de ejecución. "Que se hable de la pena de muerte no es nada en comparación con lo que he vivido", asegura Lidia desde su casa del barrio SEP de la ciudad de Córdoba.
Sin embargo, eso no le impide tomar una postura frente al tema: "Aunque cada país administra su forma de impartir Justicia, la pena de muerte se convierte en un crimen mayor cuando se hace deliberadamente y con sistemas de tortura desde el Estado". Y agrega: "Es un castigo arbitrario, que no tiene retorno, y que solo se aplica contra los pobres, los enfermos mentales, los negros, los que no pueden defenderse".
La última vez que lo visitó, en 2007, gracias a la intervención del consulado argentino en Houston, pudo estar mucho más tiempo que las ocho horas mensuales que fija el reglamento. "Son muy rigurosos con esas cosas. Una vez, no pude despedirme. Tuve que cambiar el pasaje y esperar a que empezara el mes siguiente porque se me había agotado el crédito de visita". La excepción cobra con la anécdota otras dimensiones.
Lidia recuerda que en esa ocasión "se lo veía mejor, medicado, más gordo" y que intentó distraerlo: "Me dije: ´vamos a pasarla bien´. Siempre que lo visitaba no parábamos de llorar, excepto esa vez".
Sin embargo, sabe que por estos días su hijo, de 37 años, está muy deprimido. "Ya lo internaron varias veces. Siempre que puede trata de matarse. Incluso le cortan la luz para que no se haga nada. En una carta me dijo que los gritos de los presos por la noche son terribles, que todo el que entra se vuelve loco ahí adentro".
Según relata, también está arrepentido: "Ahora está en manos de Dios. Lo ejecuten o le den perpetua, es un castigo terrible. Lo único que yo pido es un juicio justo".
Mientras espera, Saldaño pasa días sin ver la luz del sol, leyendo libros ("sobre espiritualidad, viajes, aventuras") o cartas que su familia le envía, único vínculo con el exterior permitido pero, sobre todo en los últimos tiempos, casi nunca alimentado por su parte.
Situación procesal. En el 2000 la Corte Suprema de los Estados Unidos declaró nula la sentencia a muerte dictada en 1996 por un tribunal de Texas. Argumentó que se utilizaron criterios de discriminación racial, haciendo a lugar a la apelación de la defensa.
En un nuevo juicio, desarrollado en McKinney tres años después, Saldaño recibió la misma pena. En este caso, la segunda apelación se basó en que se sometió a juicio a "un ciudadano incompetente por su estado de locura". La Corte Suprema todavía no se expidió al respecto.
Aportes del caso Saldaño. Pero también existe otra instancia: la causa "Saldaño contra los Estados Unidos". Se trata de la denuncia presentada ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos por considerar "una violación a la Declaración Americana de Derechos Humanos el hecho de que se adoptara un criterio impregnado de discriminación racial cuando se lo condenó a muerte", explica a lanacion.com el abogado de Saldaño y diputado nacional por ARI, Juan Carlos Vega.
"Lo interesante es que contamos con la prueba máxima: un fallo de la Corte Suprema del mismo Estado denunciado", continúa. La intención de la defensa es que la Comisión condene a los Estados Unidos en el transcurso de este año. "Si bien no impediría que se aplique la pena, el fallo puede tener un impacto político enorme", indicó Vega.
"También logramos que se derogara un cuestionario usado para elaborar los informes de peligrosidad futura, avalado durante un siglo por toda la comunidad científica de Texas, en el que se le preguntaba al acusado cuál era su raza", indicó Vega. También, a raíz de las irregularidades denunciadas, en 2001 se sancionó la llamada "ley Saldaño" que impide invocar cuestiones raciales en los juicios penales que se realicen en Texas.
Death Row. La página del Departamento de Justicia Criminal de Texas tiene un apartado dedicado al "Corredor de la Muerte". Allí se pueden consultar estadísticas actualizadas y listados
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