Zarpan en busca de la goleta Espora
Al rescate: una expedición partirá hoy de Ushuaia para verificar si los restos de la embarcación hallada en la bahía Franklin pertenecen al navío del comandante Piedrabuena.
USHUAIA.- La confirmación de que los restos de un barco hundido en la bahía Franklin, de la isla de los Estados, corresponden a la goleta Espora, utilizada por Luis Piedrabuena a mediados del siglo pasado, es el objetivo principal de la nueva expedición náutica que zarpará hoy del puerto de Ushuaia a bordo del aviso de la Armada Alférez Sobral.
La tripulación está integrada por un equipo científico interdisciplinario, coordinado por el director del Museo Marítimo de Ushuaia, Carlos Vairo. Permanecerá cinco días, con el propósito de extraer pequeñas muestras de madera de la quilla del buque que serán analizadas para determinar la especie de árbol utilizada en la fabricación del barco y su procedencia.
Vairo y el resto de los expedicionarios esperan que el estudio encargado a la botánica Marylin Castro, de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, sitúe el origen de la madera en los Estados Unidos, país donde fue construida la goleta Nancy, que Piedrabuena compró a su antiguo patrón, el comerciante William Smiley, y la rebautizó con el nombre de Espora.
La expedición incluye un relevamiento a pie por bahía Crossley, donde Piedrabuena habría instalado una fábrica de grasa obtenida a partir del faenamiento de pingüinos. El científico Adrián Schiavini buscará datos referidos a la población de estas aves y la médica veterinaria Sheryl Macnie estudiará el origen de unos 20 cetáceos varados que yacen en fila sobre una playa de la isla.
Un día como hoy
El viaje será aprovechado por un botánico del Instituto Darwinion que obtendrá muestras de la vegetación de la isla para armar una sala en el Museo Marítimo de Ushuaia y por un equipo de documentalistas de la empresa Caminos Patagónicos, que prepara un video sobre Piedrabuena basado en escenarios reales donde transcurrió la vida del marino.
La fecha elegida por Vairo para iniciar la expedición coincide con el día en que Piedrabuena, hace 126 años , divisó los "millones de animalitos -pingüinos rey- con los que se podría hacer gran cosa" que lo llevaron a introducirse en la bahía Franklin a bordo de la goleta, con la cual no pudo salir por culpa de un temporal.
Más allá del resultado que arroje el análisis de las partículas de madera, los navegantes tienen la certeza de que el esqueleto de madera de unos 30 metros de largo, que sólo puede divisarse cuando hay bajamar, pertenece al barco de Piedrabuena hundido en 1873.
La seguridad de los investigadores se sostiene en las "evidencias incontrastables" que hallaron en noviembre del año pasado, como "el refugio donde vivieron los náufragos, la cadena del barco y el entorno natural que coincide con el descripto por el marino en su diario de bitácora", explicó Vairo a La Nación .
Buenas perspectivas
El paisaje que rodea a la bahía Franklin aporta una evidencia de "mucho valor" a la confianza de los seguidores del rastro de Piedrabuena porque coincide con las características del lugar donde el navegante de los mares del sur del país construyó una embarcación con pocos elementos para salir con vida del aislamiento en el que se encontraba junto a su tripulación.
Piedrabuena era dueño de un almacén de ramos generales en la ciudad chilena de Punta Arenas y utilizaba el bergantín Espora para recorrer el archipiélago del mar austral en busca de lobos y pingüinos.
El sitio preferido por el marino era la isla de los Estados, que el gobierno le había otorgado en propiedad en octubre de 1868, donde había descubierto una colonia de un millón de pingüinos rey de los que extraía el aceite en una fábrica montada en las inmediaciones de la bahía Franklin.
Un temporal produjo el varamiento del Espora, pero los náufragos lograron sobrevivir porque utilizaron los restos del buque, las tablas de la fábrica de aceite y árboles del lugar para construir en menos de tres meses un cúter de 11 metros de eslora al que llamaron Lusito, en homenaje al hijo de Piedrabuena, que los condujo a salvo a Punta Arenas.