Muchas personas cometen el error de continuar con los mismos entrenamientos que hacían en sus 20 años.
Sin embargo, para fortalecer las articulaciones envejecidas, es necesario cambiar la forma de ejercitarse.
En la juventud, podía prescindirse del calentamiento, el enfriamiento o cuidar el sueño y la nutrición, pero con los años, estos aspectos se vuelven esenciales.
1) Cambiar el enfoque de los entrenamientos
La masa muscular comienza a disminuir a partir de los 30, y recuperarla requiere más trabajo, sobre todo en las fibras musculares de contracción rápida, responsables de movimientos explosivos como “esprintar”.
Esto explica por qué hay más maratonistas que alcanzan sumáximo rendimiento en los 40 que velocistas.
Por otro lado, los tendones y ligamentos que sostienen las articulaciones se debilitan y endurecen debido a la caída de colágeno, el mismo proceso que causa arrugas en la piel.
2) Por qué cuesta más entrenar al envejecer
Tanto si se trata de un exatleta como de alguien que quiere correr sus primeros cinco kilómetros a los 50, el primer paso es fortalecer la base.
Incorporar movimientos explosivos, como saltos o esprints, sin una base de fuerza y estabilidad, puede derivar en lesiones.
Cuanto más tiempo haya pasado sin entrenar, más tiempo llevará recuperar la base.
3) Construir una base sólida
Entrenar al máximo en cada sesión puede haber sido posible en la juventud, pero a los 40 es diferente.
La recuperación lleva más tiempo con los años y se vuelve crucial durante la fase de base y al aumentar la intensidad.
No se trata necesariamente de sumar días de descanso, sino de alternar entre días intensos, moderados y ligeros.
4) Encontrar el equilibrio entre intensidad y recuperación
Con el tiempo, los calentamientos, enfriamientos y una dieta equilibrada se vuelven fundamentales.
Incorporar ejercicios de movilidad y foam rolling puede ser muy útil.
Además, a medida que se envejece, es probable que sea necesario aumentar el consumo de proteínas para reparar y reconstruir los músculos.