EN EL SALVADOR

La megacárcel de Bukele a seis meses de su inauguración

Bajo un riguroso esquema de seguridad, más de 12.000 presuntos pandilleros de El Salvador están encerrados en una megacárcel construida por orden del presidente Nayib Bukele, símbolo de la guerra que emprendió el año pasado contra los miembros de la M13 y Barrio 18 y considerada la más grande de América.

La megacárcel con capacidad para 40.000 personas comenzó a recibir internos desde el 24 de febrero, y a la fecha acumula 12.114 presuntos pandilleros, en su mayoría acusados de pertenecer a las violentas Mara Salvatrucha y Barrio 18.

”Cuando uno es niño, cualquiera le dice mentiras, lo endulza y uno cae en un error, y cuando uno ya va creciendo (...) se viene a dar cuenta”, declaró a la agencia AFP Nelson Velásquez, de 37 años, que tiene tatuado en su cabeza “MS-13″ (Mara Salvatrucha).

Con las manos atadas, vistiendo remera y pantalón corto blancos, Velásquez, recluso de la celda 13 del edificio 3, dice que ya pagó dos condenas por diferentes delitos que sumaron 15 años, pero ahora aguarda un nuevo proceso.

En cada celda de unos 100 m2 permanecen de 60 a 75 reclusos que disponen de cuchetas, dos inodoros y dos piletas con agua corriente para el aseo, así como dos recipientes con agua para beber.

La cárcel fue construida para contener a parte de los más de 70.000 pandilleros detenidos bajo un régimen de excepción que fue decretado por el Congreso a petición de Bukele, como respuesta a una escalada de violencia que se cobró la vida de 87 personas entre el 25 y 27 de marzo de 2022.

Organismos humanitarios han cuestionado el trato que reciben allí los acusados de pertenecer a las pandillas. Tras cumplirse el primer año de régimen de excepción, la ONG de Derechos Humanos Cristosal denunció que registró 174 muertes bajo custodia del Estado y la calificó como “una medida permanente de represión y violaciones a derechos humanos”. Pero en el Cecot, según Guzmán, “los internos, dentro de los parámetros generales de un centro de reclusión, están en buenas condiciones (y) se respetan los derechos humanos”.

La procuradora de Derechos Humanos, Raquel Caballero, dijo que los reclusos se quejaron por las raciones de comida. ”Se quejan que la comida no es suficiente” y “que están ociosos". No hacen nada porque se la pasan encerrados”, comentó Caballero a la AFP.

Otros presos resaltan eficiencia en algunos procesos como que reciben a tiempo crema dental, cepillos y jabón, mientras otros clamaron por medicamentos para quienes padecen enfermedades terminales.

En febrero, el Cecot inició un severo régimen en el que los reclusos nunca salían de sus celdas, e incluso aún no se les permite recibir visitas familiares, pero para internos como Velásquez conforme pasa el tiempo “la bendición está fluyendo”.

la nacion / EL MUNDO

informe / texto

LA NACION / EL MUNDO

foto / video

MATIAS AVRAMOW

edición

Más información en: