Macarena Cabrillana es una de las referencias del tenis adaptado femenino en Sudamérica. Chilena, de 28 años, número 12 del ranking mundial, vivió horas emotivas al competir, por primera vez, en un Grand Slam.
Tras alcanzar, en octubre pasado, su mejor posición histórica, logró un boleto para el Abierto de Australia: perdió en los cuartos de final de singles y en las semifinales de dobles, en pareja con la colombiana Angélica Bernal (8°).
Por ahora, poco le importa el resultado en el Melbourne Park. Su historia de vida –y de superación– es la que estremece, porque llegó a un major doce años después de haber intentado suicidarse a partir de una profunda depresión por la que atravesaba.
"Estoy orgullosa de haberme ganado un lugar en Australia. Mi familia y mi equipo también están orgullosos. Estar en un Grand Slam es pertenecer a los mejores. He luchado mucho para estar aquí; hice sacrificios, mucho esfuerzo, una gran pelea dentro y fuera de la cancha", confió
Tenía 16 años Macarena cuando tomó una decisión que cambiaría su vida: saltó, tratando de quitarse la vida, desde el quinto piso del edificio donde vivía. Acarreaba problemas familiares tras el divorcio de sus padres y muchos obstáculos escolares, hasta que un día tomó esa terrible determinación.
Tras el impacto, permaneció un mes hospitalizada hasta que pudo ser estabilizada. El diagnóstico médico fue una paraplejia lumbar L3, estuvo un año haciendo rehabilitación, pero el daño fue tan severo que no pudo volver a caminar.
Cabrillana conoció el tenis en silla de ruedas durante su período de rehabilitación tras el intento de suicidio. En el instituto médico donde se atendió le ofrecieron hacer talleres y actividades, como básquetbol y tenis, deporte del que se "enamoró".
Apasionada, Cabrillana se perfeccionó, hasta empezó a entrenarse por su cuenta los fines de semana, comenzó a jugar algunos torneos y a recibir el apoyo de un puñado de patrocinadores. Desde entonces, no dejó de evolucionar y creció en el plano internacional.