“Juego al fútbol desde que tengo uso de razón. Mi papá tuvo una escuela en Trelew, Chubut, llamada ‘La Terraza’, y comencé a jugar allí mis primeros partidos con 3 años. Me transmitió una pasión muy grande por este deporte y luego la transforme en mi profesión de vida”.
Así se presenta Ramiro De Lillo, talentoso volante llegado al mundo hace 25 años, con experiencia doméstica en la reserva de Arsenal de Sarandí entre 2015 y 2016, en Deportivo Madryn al siguiente año y también en Racing de Avellaneda, respectivamente.
Oriundo de la Patagonia, pero radicado desde los 15 a los 22 años en Buenos Aires, el chubutense remarcó: “Constancia, amor y pasión, son los tres pilares con la que me dedico al fútbol y a cada una de mis metas. Me ha tocado atravesar infinidad de adversidades, y los sentimientos que me unen al deporte me hacen estar firmes cada día”.
Además de haber transitado gran parte de sus inicios en el fútbol en Argentina, Ramiro demostró su habilidad y destreza en las canchas españolas entre principios de 2017 y junio de 2020, lapso en que vistió las camisetas de Arandina, CD Azuqueca, Real Avilés y, por último, CD Tarancón.
Y ya más acá en el tiempo, De Lillo se convirtió en el único argentino en llegar a jugar en la primera división de Islandia, más precisamente en Höttur/Huginn en donde disfruta la responsabilidad de “representar al país de la mejor manera”.