Aunque muchos lo consumen a diario, no todos saben que la forma en que se cocina influye directamente en cuánto se aprovechan sus nutrientes.
Optar por métodos de cocción bajos en calorías:
Prepararlos hervidos o en su versión poché es ideal para conservar su perfil proteico sin agregar grasas. Estos métodos son suaves con los nutrientes y mantienen bajo el contenido calórico.
Combinar los huevos con vegetales:
Una tortilla o revuelto con espinaca, tomate o champiñones no solo suma sabor, sino también fibra, antioxidantes y vitaminas, haciendo del plato una opción más completa y balanceada.
Utilizar aceites estables a altas temperaturas:
Si se opta por la versión frita u omelette, conviene usar aceites como el de palta o el de girasol alto oleico, que resisten mejor el calor y ayudan a evitar la formación de compuestos dañinos.
No sobrecocinar los huevos:
Tanto si se los hace duros, revueltos o al horno, es importante no excederse con el tiempo de cocción. Cocinarlos demasiado puede reducir su valor nutritivo y oxidar el colesterol de la yema.