La totalidad de los muebles se construyeron con maderas recuperadas.
Tienen su propia huerta, donde cosechanuvas, cerezas, frambuesas, duraznos, ciruelas. "Las manzanas y peras las `robamos´ de las chacras que nos rodean”, cuenta entre risas.
“Fue un impacto positivo. Hay más tiempo para todo y repercute en el humor social: las personas están más contentas. Además, ganamos en seguridad, acá se vive realmente de otra manera”.