Michael Packard, un buzo pescador de langostas de 57 años, estaba pescando en la costa este de Estados Unidos cuando fue tragado y más tarde escupido por una ballena jorobada.
“Estaba en mi tercera inmersión en busca de langostas, nadando como lo hice durante 30 años, y de pronto me atropelló un tren de carga de la nada y todo se oscureció”.
El pescador tardó unos segundos en darse cuenta que estaba dentro del animal y supo que no había forma de salir de allí a menos que la ballena decidiera soltarlo. Estos ejemplares pueden llegar a tener 15 metros de largo y pesar unas 36 toneladas.
“Estaba convencido de que era hombre muerto. Solo podía pensar en mis hijos, en mi encantadora esposa y en mi madre. De pronto, me sentí liviano, en el aire. Fui arrojado hacia un lado”, contó.
“Estaba tendido en la superficie del mar mirando hacia arriba y pensé: ‘Dios mío, salí de ahí. ¡Estoy vivo! No voy a morir dentro de una ballena’”, expresó Packard.