En el peor momento de la segunda ola, los cementerios y crematorios se vieron desbordados, y por falta de espacio o de recursos, muchas familias se vieron obligadas a depositar los cuerpos de sus seres queridos en el Río Ganges. Otros tuvieron que enterraron en tumbas apenas excavadas a sus orillas.
Ahora, mientras el número de contagios diarios cayó por debajo de los 40 mil por primera vez en tres meses, la llegada del monzón, acompañada de sus lluvias torrenciales, provocó inundaciones e hizo que muchos de estos cuerpos se acumulen en la orilla de las aguas sagradas.
Sonu Chandel, un banquero que trabaja en un crematorio a orillas del río, recuerda las escenas de hace unos meses de entierros sumarios que lo conmocionaron y está preocupado por la subida de las aguas.
“Fue muy triste ver a esta gente enterrar a sus seres queridos de una manera tan indigna, y la subida de las aguas no hace más que empeorar la situación. Se corre el riesgo de provocar enfermedades peligrosas. El gobierno debe investigarlo”, dijo Dipin Kumar, que vive cerca del Ganges, en Allahabad.
Los habitantes de otras importantes lugares religiosos del norte de India, situados aguas abajo, temen que la presencia prolongada de cadáveres infecte aún más el río, uno de los más contaminados del mundo.
La policía y los equipos de rescate patrullan la orilla en busca de cuerpos. Dos embarcaciones llevan a cabo la tarea y en ocasiones recurren a pescadores locales. “El flujo es muy rápido. En este momento es un desafío sacar los cuerpos”, manifestó un policia.