Mario Vivas tiene 33 años y es odontólogo. En 2010 decidió mudarse a Nueva York por cuestiones personales
y empezar una nueva vida.
Tras pasar por diferentes trabajos, montó una empresa de organización de eventos
y catering. Había comenzado a funcionar hasta que
el coronavirus lo dejó sin trabajo.
Para que sus clientes no olvidaran su nombre empezó a cocinar y a llevarles comida. Durante una reunión convenció a dos inversores para iniciar su propio negocio.
En diciembre abrió "Criollas", un local de empanadas. "Preguntaban cómo las comíamos nosotros, porque para ellos las empanadas eran chicas, un snack", dice.
El fuerte del negocio es
el take away, donde apostó
a la venta online para freezar.
"Queremos vender 300 unidades por día en nuestro local", cuenta.