Poner la harina en forma de corona en un bol mezclada con una pizca de sal. Echar en el centro el agua tibia, desmenuzar en ella la levadura y agregar la mitad del azúcar. Incorporar los huevos.
Tomar los ingredientes del centro y amasarlos con la harina. Insistir bien en este paso para homogeneizar la mezcla.
Añadir los otros 50 gramos de azúcar y volver a amasar. Tapar la masa y dejar duplicar su volumen.
Separar en bollitos de 100 g, aproximadamente. Estirar cada uno muy fino, untarlos con manteca derretida y arrollar apretadamente hasta darles forma de cilindros. Enroscarlos sobre sí mismos a modo de espirales.
Aceitar una placa, acomodar las ensaimadas, tapar y dejar levar. Pulverizar la superficie con agua y espolvorear con azúcar impalpable. Volver al horno hasta dorar. Dejar enfriar y espolvorear con azúcar impalpable.