En 1992 un japonés diseñó un juego tocado por la gracia, Mario Kart, un simulador de carreras divertidas que ha sido un éxito desde entonces. Han pasado 30 años y nunca ha dejado de encontrar jugadores por millones.
Pero lo más llamativo es que Mario Kart ha logrado todos estos éxitos sin cambiar en nada esencial. Todavía se maneja con cuatro botones y hasta el semáforo que da la salida suena igual.
Mario Kart tenía algo que lo hizo perdurable y la clave tiene que estar en la interacción entre artefactos y personas. No es sencillo diseñar algo que las personas apreciemos, que resulte suficientemente agradable, cómodo o armonioso.
¿Y el secreto de Mario Kart? Era y es perfecto para jugar con amigos. Pueden correr dos personas en la misma consola, y da igual si uno es experto y el otro novato, porque los dos van a divertirse.