Cómo sobrevivir a los primeros días en Twitter
A no preocuparse. Lo primero que todos sentimos en nuestro primer encuentro con Twitter fue una mezcla de estupefacción y enfado. Un estado mental que fácilmente podría traducirse como: ¿Y tanto escándalo por esto?
Espere, no pida que le devuelvan el dinero todavía. Twitter es uno de los mejores inventos de Internet, y como ocurre con muchas cosas valiosas hay que encontrarle la vuelta. En este espacio ya he publicado antes dos columnas con la intención de hacer la curva de aprendizaje menos escarpada. El lector pueden consultarlas aquí: http://www.lanacion.com.ar/1293988-gramatica-twitter-10-claves-para-leer-mejor y http://www.lanacion.com.ar/1328484-como-aprovechar-tweetdeck-al-maximo . Con esta completaré una trilogía que, como estila ahora Hollywood, termina con el principio. Es decir, ¿qué hacer inmediatamente después de crear tu cuenta en Twitter? ¿Cómo sobrevivir a esos días en los que te preguntás cómo puede ser que haya tanta gente enganchada con esto ?
Aunque todos iniciamos nuestra experiencia tuitera en el sitio de Twitter, esto se parece mucho más al correo electrónico que a la Web. No tiene mucho sentido sacar una cuenta en Hotmail y sentarse a esperar que lleguen los mails. No llegarán. Ni siquiera el spam . Con Twitter es igual. Definitivamente sentiremos que nos vendieron humo si nos sentamos frente a la línea de tiempo a esperar que pase algo.
Por eso, y para evitar una comprensible pero temprana e innecesaria frustración, aquí van los pasos por seguir para iniciarse como tuitero:
Elegir un avatar. Esto es fun-da-men-tal. Que su imagen siga siendo el huevito predeterminado de Twitter te consigna como novato. Y si bien es cierto que la línea de tiempo suele ser amigable y que, de hecho, ni siquiera somos recelosos de los recién llegados, el avatar sin configurar es el primer obstáculo para conseguir interlocutores. Esto es, seguidores. Acordate, sólo verán lo que decís aquellos que te sigan, y sean muchos o pocos, nadie quiere predicar en el desierto.
La biografía importa. Es tu carta de presentación. Redactá una biografía (160 caracteres) no sólo interesante o, cuando menos, honesta, sino que los demás seres humanos puedan comprender. Si sólo es una ringlera de guiños herméticos, posiblemente no funcione como esperás. Ponete en el lugar del otro: ¿qué lo motiva a seguirte si ve el avatar predeterminado (el dichoso huevito) y una biografía vacía?
¿Cómo te llamas? El nombre que mostramos a los otros debería poder ser pronunciado por cualquier persona adulta y sana sin que sufra un calambre en los músculos orbicular y masetero. De ser posible, que no parezca el nombre de un remedio o las siglas del prototipo de un nuevo avión de combate. Podés usar tu nombre verdadero o inventarte uno, pero, por favor, que las personas puedan pronunciarlo y recordarlo. Si no será más un lastre que una ayuda.
No sos vos, son los otros. Bien, ahora tu persona tuitera está lista para salir a la pista; digo, a la Línea de Tiempo (o Cronología , como se la llama en el sitio de Twitter en español). Claro que no ocurrirá nada de nada en tu línea de tiempo si seguís a cinco personas que publican un mensaje cada quince días. Tampoco te llevarás una buena impresión de todo este asunto si seguís a los que se la pasan diciendo lo que están haciendo a cada momento, como comer, irse a dormir o ver el noticiero. Twitter es sinfónico. Así que si no elegís buenos músicos y una partitura atractiva, seguramente sentirás que no hay nada de valor allí.
¿Quién soy? Pero, al revés de lo que tendemos a creer, y puesto que esto es Internet, no la tele, las cosas no son tan simples como elegir a quien seguir y ya. Twitter es como 190 millones de canales de cable a la vez. Seguir a nuestros actores y deportistas favoritos es un buen principio, lo mismo que elegir algunos de los excelentes canales que LA NACION tiene en esta red de microblogging, con información curada por los editores del diario ( http://www.lanacion.com.ar/twitter ). Pero a poco que empieces a leer lo que otros tuitean y te encuentres interactuando con ellos entenderás una de las primeras y más importantes lecciones de Twitter. No quiénes son los otros, sino quién sos vos.
Elegí tu estilo. Sí, suena socrático, pero es la pura verdad. En unos días sabrás si preferís leer o tuitear, si disfrutás del humor o si tu Cronología es más bien para informarte, si te sirve para no sentirte solo o para ayudar a otros con sus problemas. Hay un estilo por cada persona y esta compleja trama de relaciones que se establece en Twitter definirá tu experiencia y, de cierta forma, te ayudará a descubrirte. Esta revelación puede ser uno de los capítulos más memorables de tu paso por Twitter.
Qué, cuándo y cómo tuitear. Decí lo que tengas ganas cuando tengas ganas. Esto es libertad de expresión como jamás antes imaginamos posible. Desde luego, la idea no es discriminar, insultar, agredir o calumniar, algo que, por otro lado, podría traerte problemas o, por lo menos, aguarte la fiesta. Para todo lo demás, el límite son 140 caracteres. Una cosa es segura: si no tuiteás no estás, aunque estés. Así que desde saludar a la línea de tiempo hasta entrar en escena sin más preámbulo, como hacíamos, quince años atrás, en el IRC, cualquier táctica es válida. Lo único que no funciona es el silencio. Eso sí, habrá días en que te la pases en Twitter y habrá días en los que prefieras leer un libro, lejos de la línea de tiempo. Ambas cosa nos pasan a todos, es normal. Tampoco funciona convertir la línea de tiempo en una obligación.
Esto hay que tuitearlo. Cuando te encuentres pronunciando esta frase sabrás que le encontraste la vuelta a Twitter. Puede ser una foto, un sitio, una frase, lo cierto es que cuando sientas que eso merece aparecer en la línea de tiempo te habrás graduado de tuitero. Lo merezca o no, es lo de menos.
El primer RT. OK, han pasado un par de semanas, ya tenés unos cuantos seguidores y has coleccionado un grupo de personas cuyos tweets te resultan interesantes (o divertidos, informativos, etcétera). Entonces ocurre. Alguien retuitea (RT, en la jerga) algo que vos dijiste. Es un honor y una alegría (virtual, pero alegría al fin). Disfrutalo. Pero Twitter tiene estrictas reglas de etiqueta, y una de las principales es no exagerar con la autopromoción. Así que no te pongas a agradecer como loco ese RT durante horas ni, mucho menos, válgame, hagas RT del RT.
Tu primer #FF. Tarde o temprano llega un viernes en el que alguien pone la etiqueta #FF junto a tu nombre. Puede que no sepas qué significa. Es simple, viene de Follow Friday y es lo que hacemos cada viernes, recomendarle a nuestros seguidores que sigan a alguien cuyos tweets nos gustan. Felicitaciones, pues: te han honrado con una recomendación que, te traiga o no seguidores, es lo más parecido a una ovación en la línea de tiempo. Hay que agradecerlo, claro, y no está mal visto retribuir un #FF con otro #FF, aunque éste no sea el espíritu original del Follow Friday . Pero siempre con la calma serenidad del que se siente más o menos seguro de sí mismo. Si transformás cada #FF en una marquesina, sólo lograrás hacer el ridículo, ahuyentar seguidores y cancelar futuros #FF.
Tu primer unfollow. Acostumbrate. Nadie ha muerto porque alguien lo haya dejado de seguir (unfollow, UF, en la jerga) y es, por otro lado, una regla de Twitter y de la vida: algunos seguirán con vos, otros se irán. No es tan malo. Y, además, si algo está mal visto en Twitter es andar persiguiendo a quienes te dejaron de seguir.
Tus primeros 100 seguidores. El 97% de los tuiteros tiene menos de 100 seguidores, así que no te flageles si estás por debajo de ese guarismo, ni te desesperes por alcanzar cifras astronómicas. Que aquí lo que importa es la trama, no los hilos.
Twitter: @arieltorres