La cuestión animal llega a una nueva dimensión
Hace unos años, la mayoría de la gente tenía un perro o un gato. Sin embargo, hoy la mascota es un integrante más de la familia. Antes nos regalaban la mascota. Ahora, la adoptamos. Lo cierto es que la cuestión animal ha tomado dimensiones inesperadas en el último tiempo. Tal vez hayan sido las redes sociales la mayor difusión del tema en los medios, la conciencia en general, pero esta realidad es inevitable. Hoy vamos a una tienda a comprar un regalo para ese compañero fiel, elegimos minuciosamente lo que comerá, con quién lo dejaremos si nos vamos de vacaciones y no podemos llevarlo. Y si no tenemos una mascota propia, hasta podemos apadrinar una. Puede estar en un refugio o haber sido rescatada por alguna ONG.
En definitiva, hoy más que nunca existe esa necesidad de tener a ese ser que jamás nos juzgará, que estará siempre a nuestro lado, sin importarle cómo estamos de humor ese día, si tenemos más o menos dinero o de que partido político somos.
En mi casa paterna, cuando éramos pequeñas, nuestras perras (adoptadas del Instituto Pasteur) tenían sus cuchas afuera. Con el paso de los años, pasaron a ocupar sillones, camas y hasta el asiento delantero del auto. Seguramente esto no pasa en todas las casas. De hecho, hay animales sin hogar, y muchos que sí lo tienen son maltratados. Pero en la sociedad algo está cambiando al respecto; muchos quieren sumarse y ayudar, y eso es lo que vale. Intentar, el animarse, el accionar. Sirve apadrinar, sirve tenerlos en casa. Todo nos lleva a respetarlos, todo nos lleva a probar esa hermosa experiencia: la de amar a un animal.
María Belén Zanazzi