Los sueños que aún están lejos de la PC
Hay dos formas de registrar un reportaje, para nosotros, los periodistas de medios impresos. Una, apelar al anotador y a la memoria. Dos, grabar la conversación en cinta y luego transcribirla a mano mediante un largo y penoso ejercicio de Play y Rewind .
En 1993, un científico me aseguró -atento a mi grabador analógico- que en pocos años eso de desgrabar , como se dice en nuestra jerga, sería cosa del pasado. "Usted conectará un grabador digital a su computadora y ella transcribirá el reportaje a un documento de texto."
Y aquí estamos. Casi una década después, seguimos apretando Play y Rewind durante varias horas para volcar una entrevista al papel. O, mejor dicho, a la pantalla. El mayor avance que hemos logrado, aquí en el suplemento, es pasar primero las conversaciones a MP3 y luego usar la computadora para reproducir la grabación, evitándonos tener que sacar las manos del teclado para avanzar y retroceder la cinta. Pero nada más.
La verdad es que aquella promesa de 1993 no era posible. Fue hecha de buena fe, porque una de las características de un científico es la de creer que logrará un sueño. Pero era sólo un sueño.
Las computadoras pueden comprender el lenguaje hablado, luego de cierto entrenamiento y en condiciones aceptables de ruido. Pero que decodifiquen un reportaje realizado en el concurrido hall de un hotel a una persona cuya entonación del idioma la máquina no conoce está todavía muy lejos de las posibilidades de la informática. Esto, por no mencionar el hecho de que la grabación digital es lo bastante costosa y poco conocida como para desalentar al más agobiado de los cronistas.
(A propósito: costosa y desconocida, pero increíblemente confortable. Imagine tener todas sus entrevistas a mano en el disco duro o en discos compactos. Esa es otra de las razones por las que en Mi PC solemos pasar la cinta analógica a un archivo MP3.)
No tan rápido
Cada vez que alguien me dice que "esto de la informática va muy rápido" y que "es imposible seguirle el paso" recuerdo la historia que acabo de consignar. Es muy cierto que a la computación le gusta seducir con la sensación del vértigo, pero en el fondo se trata de una tecnología que avanza según las mismas leyes que todas las precedentes, desde las hachas de pedernal hasta la imprenta.
Un sello de la evolución de las tecnologías es su falta de homogeneidad. Cuando nace una nueva forma de hacer las cosas no avanza de modo uniforme. Gutenberg no trabajó al mismo tiempo los tipos, las grasas especiales para lubricar las partes móviles, la composición de las tintas y la fabricación del papel.
No sólo hay prioridades en la evolución de una tecnología, sino que el mismo progreso genera nuevos caminos, callejones sin salida y derrumbes inesperados. En esto, sin duda, el arte copia a la naturaleza.
Escrito en la arena
Poder de cálculo ha sido el nombre de la evolución informática hasta hoy. Esto es así por el mismo motivo que Gutenberg se preocupó primero de los tipos y la tinta que de la lubricación de las piezas de su imprenta. Se trata de la esencia de la informática, de su núcleo de diamante. Alguna vez las máquinas entenderán y hablarán el lenguaje natural, alguna vez las redes serán difusas y omnipresentes y el software se configurará solo. Pero para todo eso se necesita primero potencia de cálculo.
Paradójicamente, se trata casi del único parámetro invisible para el usuario. Sí, nos damos cuenta cuando algo anda lento en la computadora, pero no cuando algo anda bien. Y si anda bien, significa que hay mucho poder de cálculo (y mucha memoria RAM para sustentarlo).
Dije alguna vez que este parámetro no debe desvelar al usuario de PC, y lo sostengo. De hecho, prefiero un poco menos de capacidad de cálculo con mucha memoria RAM que todo lo contrario. Pero en términos de la evolución de la tecnología informática lo más importante ha sido hasta ahora cuántas miles de millones de instrucciones por segundo (MIPS) podemos procesar. En ese sentido se han hecho avances colosales y, lo que es todavía más importante, aún estamos en pañales.
No digo igualar, sino siquiera emular torpemente la inteligencia humana requiere millones de veces más potencia de cálculo de la actual.
La primera PC alcanzaba los 0,64 MIPS; ese Pentium 4 que compró la semana pasada está en el orden de los 1700 MIPS.
¿Realmente vamos tan rápido y es tan difícil seguirle el paso? Es endemoniadamente difícil sacarle capacidad de cálculo al silicio y en el curso de 20 años hemos aumentado ese poder unas 3000 veces.
Es muchísimo, pero todavía falta un universo de evolución para alcanzar algunos de los sueños de los visionarios. Por eso, la computación ha crecido mucho en este campo y mucho menos en otros.
Seguimos usando las máquinas exactamente igual que hace quince o veinte años. Las aplicaciones siguen siendo ventanas con menús con funciones en la parte de arriba, y los documentos siguen siendo paquetes discretos y localizados de información.
No obstante, la desesperación frente al aparentemente vertiginoso avance de la informática es comprensible. La verdad es que hay decenas de miles de pequeños pasos de hormiga cada año, y si alguien pretende estar al día con todo posiblemente sienta que nunca lo logrará. El resultado es que uno se paraliza y se resigna.
Así que es cuestión de cambiar de perspectiva. Si empieza a ver su PC como una caja de herramientas en lugar de como una caja negra (o una caja de Pandora), si la percibe como un asistente en lugar de un intruso, tendrá la mitad de la batalla ganada.
La tecnología detrás de las computadoras es uno de los mayores logros de la civilización; sería una lástima que por un simple error de percepción nos sintiéramos acobardados frente a una PC. Precisamente ahora, digo, cuando todavía no han aprendido siquiera a hablar.