Luciano Floridi: cómo la filosofía puede salvar a la tecnología (y al mundo)
Apurados por la lluvia que en cualquier momento se largaba, el jueves pasado visitamos el discreto departamento de la calle Bulnes donde desde hace unos cuarenta años funciona la Sociedad Argentina de Análisis Filosófico (SADAF). El motivo esta vez era encontrarnos con Luciano Floridi (filósofo de la información italiano invitado a participar del encuentro IDEAS, organizado por el Ministerio de Cultura de la Nación) para conocer acerca de los desafíos éticos que presenta la investigación en inteligencia artificial , uno de los asuntos que trabaja en el Oxford Internet Institute.
Con afabilidad y paciencia, Floridi nos fue llevando por su modo de ver a la filosofía y el modo en que él cree que esta debe volverse nuevamente relevante para el mundo en el que vivimos. Inmediatamente pudo hacer evidente su punto: los desafíos que presenta el desarrollo de la tecnología digital, en particular aquel vinculado a la inteligencia artificial, al manejo de información y a la robótica, no son de naturaleza meramente ingenieril, sino que requieren de preguntas inherentemente filosóficas, muchas veces incómodas.
¿A quién le pertenecen los datos que generamos? ¿Quién es responsable si un robot que poseo le hace daño a alguien? ¿Cómo vamos a contener a las personas que pierdan sus trabajos a partir de la automatización? ¿Es sustentable para el ecosistema la incorporación masiva de estas tecnologías? ¿Deberían las máquinas poder decidir sobre los humanos? Y si no nos gustan esas decisiones, ¿deberían los humanos poder vetarlas? Estas son apenas algunas de las preguntas que se destilan de la obra de Floridi, que insiste en que se trata de preguntas cuya respuesta tiene verdadero impacto en las vidas de las personas. Y que los filósofos deben revisar cuánto esfuerzo dedican a problemas de los filósofos en vez de problemas filosóficos.
Explicarle la tecnología a la sociedad
Alcanza con pasar algún tiempo conversando con él para encontrar el origen de esta sana obsesión por la responsabilidad que tiene tanto la filosofía como la ciencia respecto del presente y futuro inmediatos. “No tenemos más tiempo. Estamos frente a problemas reales, no es que podemos seguir perdiendo tiempo debatiendo escenarios de ciencia ficción.” Una de las cosas que Floridi señala es que debemos procurar alfabetizar respecto de la tecnología a la sociedad en general. “Tenemos que desmitificar a la tecnología, sacarle todo lo misterioso, lo mágico, y recién ahí las personas podrán relajarse al respecto. ¿Su impacto? Ahí es donde sí o sí tenemos que trabajar, porque la tecnología está cambiando al mundo con cada segundo que pasa.”
Pero Floridi no vino a la ciudad únicamente a conversar con filósofos de profesión, sino que junto a los otros 12 oradores, vino preparado para hacer preguntas incómodas. A través de abultadas agendas paralelas, desde la Secretaría de Integración Federal y Cooperación Internacional se procuró que los oradores pudieran conversar con referentes locales, tanto de la industria, como de la academia y otros sectores, para agitar el avispero y comenzar diálogos que fueran más allá de la instancia de la conferencia.
Ya con un tiempo mucho más primaveral, el sábado a la tarde Floridi pudo dar su conferencia acerca del modo en que las tecnologías digitales dan forma a nuestras vidas. Paradójicamente, el control de las diapositivas dejó de funcionar y la apertura quedó marcada por las carcajadas del público cuando tuvo que confesar: “no podemos confiar en la tecnología”.
Lograr un desarrollo crítico de la tecnología
Frente a este auditorio repleto, y mucho más variado, Floridi aprovechó para presentar un posible mapa para entender cómo llegamos al punto en el que estamos hoy, cómo nuestro presente se ve afectado por la tecnología digital, y cómo esto repercute tanto en lo individual como en lo político. Lejos de ser un tecnopesimista, Floridi está convencido de que la tecnología no está condenada a terminar con la humanidad, y muy por el contrario cree que tiene el potencial para aumentar nuestro bienestar. Es por eso que la tecnología debe desarrollarse de manera crítica y conceptualmente sólida.
“Nuestras decisiones se ven afectadas constantemente por la tecnología que nos rodea. Por eso tenemos dos problemas al mismo tiempo. Primero, debemos evitar la mala filosofía, la mala ciencia, que nos distraen en juegos de palabras o divertimentos. El otro problema es que por hacer esto primero, no estamos prestando atención a lo que realmente tenemos que hacer: entender, discutir, asegurarnos de que estamos yendo en la dirección de los verdaderos problemas a los que nos enfrentamos.”
En la filosofía, como en otras disciplinas, muchas veces vivimos con frustración la ausencia de ciertas discusiones tanto en los medios como algunos de los ámbitos que habitamos o los espacios donde procuramos desarrollarnos intelectualmente. Podemos ignorar estas discusiones y conformarnos con discutir si tal autor realmente dijo tal o cual cosa o regodearnos en que todo es relativo, los hechos no existen y sólo hay interpretaciones. Pero el punto de Floridi es tan estruendoso como importante: ya no nos queda mucho tiempo. El avance de la tecnología debe ser acompañado por trabajo crítico, conceptual, racional y basado en evidencia que se viene desarrollando desde Sócrates. “Se le llama filosofía. Eso es la buena filosofía. El resto, es un chiste.”