La compu. Un largo viaje hasta el punto de no retorno
En ese momento temo lo que tememos siempre cuando los síntomas son muy extraños: un virus
La conversación con un colega fue muy instructiva sobre lo que creemos, y no sabemos, y lo que sabemos, pero no creemos, acerca de la informática personal. Su computadora tardó esa mañana mucho tiempo para arrancar Windows. Luego, emergieron carteles ominosos diciendo que no se podía leer el Registro. Al final, el sistema logró salir adelante, pero cada aplicación tardaba cerca de dos minutos en iniciarse, y había un montón de cosas que no podía hacer.
Siguió los consejos en pantalla (es una persona inteligente) y arrancó en Símbolo de sistema para ejecutar scanreg /fix. A esto siguió un chequeo completo del disco. Allí fue cuando la suma de las preocupaciones lo hizo levantar el teléfono y llamarme. El examen estaba llevando demasiado tiempo, a su juicio, y temió lo que tememos siempre cuando los síntomas son raros: un virus.
Lo tranquilicé y le hice algunas preguntas, porque no sonaba a virus para nada. Primero, cuánto hacía que tenía ese equipo. Desde 2001. ¿Alguna vez le había hecho un chequeo de disco? No. ¿Se desfragmentó el disco en estos cuatro años y medio? No. ¿Sabés cuánto espacio de disco libre queda? No. ¿Tamaño del disco? Ni idea. (Pero no serían más de 6 o 10 GB, supuse, por la fecha de fabricación.) ¿Hay fotos en el equipo? Sí, muchas.
OK. Tenía sentido. Los síntomas indicaban un Windows que ya casi no tenía espacio de disco, archivos gravemente fragmentados, y todo esto aderezado con los cientos de errores lógicos que toda computadora acumula irremediablemente y que sólo los Windows más nuevos y, por cierto, Linux, se ocupan de verificar y corregir periódicamente.
Pero mi colega usa Windows Millennium (es decir, un 98 SE con algunas mejoras) y su PC había ido acercándose cada vez más hasta el punto de no retorno. Me hizo saber que hasta la noche anterior todo andaba bien, y me preguntó si era posible que de un día para el otro una computadora se despeñara de esta manera.
Le pregunté si no había pasado nada raro la noche anterior. Me respondió que bueno, sí, había apagado la máquina sin esperar que el sistema se cerrara por completo. Esto es, cuando Windows, entre muchas otras cosas, está guardando cambios en el Registro.
Le aconsejé, antes que nada, sacar de ese disco sus archivos personales, esos que no podrá comprar en ninguna tienda ni bajar de Internet. Luego, que dejara completar el scandisk, borrara archivos inútiles y finalmente desfragmentara. Dependiendo de una cantidad de cosas, quizá necesitara reinstalar Windows. Lo cual, a esas alturas, le pareció un obstáculo menor.
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