Nikos vivió toda la vida en esta casa. Hoy prendió el ventilador, se vistió con ropa liviana, acercó la mesa a la ventana que da a la calle y se dedicó a saborear su ensalada. En lo que va del día, ya le preguntaron varias veces cómo llegar a la Acrópolis. Y él respondió siempre, con una sonrisa y en perfecto inglés: “Straight” (derecho). El barrio de Nikos se llama Anafiotika, “Anafi” para los locales, y tiene aire de pueblo de montaña. Como la suya, todas las casas están pintadas de blanco brillante y se encastran en la ladera a través de un laberinto de calles donde pululan los gatos y se pierden los turistas. Es un anexo inferior de la “roca sagrada” de Atenas, la de la ciudad impulsada por Pericles hace 2.500 años: donde se veneraba a una diosa inteligente y sabia como Atenea y donde convive el gran Partenón con otros templos jónicos y dóricos de la Antigua Grecia. Desde cualquier punto de Atenas se puede un fragmento de un edificio antiguo y puede que detrás de cualquier pared existan ruinas de varios siglos, como las que encontraron mientras construían la estación de metro de la plaza Syntagma. Si yo quiero hacer una reforma en mi departamento, a lo sumo tengo que consultar al consorcio. En cambio, los atenienses tienen que llamar a una “patrulla arqueológica” que llega con radares para chequear que no haya un templo o una tumba detrás de los muros, aún a riesgo de que le expropien la casa. El patrimonio es el patrimonio. Se dice que todos somos herederos de Grecia. Pero no cualquiera vive al pie del escenario material y simbólico donde se sentaron las bases de la cultura occidental. No cualquiera atraviesa el ágora donde Sócrates filosofaba en túnica blanca para llegar a la oficina. No cualquiera tiene nombre de héroe o dios olímpico, como Afrodita o Poseidón. Cuando me pierdo en las callejuelas de Anafi, le pregunto a Nikos qué significa para él la Acrópolis. Me responde como si lo tuviera ensayado: “Es todo, la cuna y el origen de lo que somos”. Atenas, barrio a barrio Un buen equilibrio entre la Grecia pretérita y actual se percibe en las calles adoquinadas de Plaka, donde se intercalan ruinas arqueológicas con tiendas de aceitunas y muñequitos de dioses griegos. El antiguo barrio turco tiene todos los guiños turísticos, pero no llega a saturar. Suena mucho la guitarrita bouzuki en las tabernas que ofrecen, sin excepción, un vaso de ouzo (destilado de uvas y anís) como aperitivo, y un menú en el que jamás falta la ensalada griega ?tomate, pepino, queso feta y aceitunas negras? ni un plato de frutas frescas de postre, invitación de la casa. Le sigue el barrio de Monastiraki, también for export pero con un poco más de pulso local, con su plaza ruidosa y sus antigüedades. Algo apartado de las tiendas se encuentra Kosta, un pasillo minúsculo donde preparan el mejor souvlaki de la ciudad. Es el bocado favorito de los griegos, una versión de nuestras empanadas que se come a toda hora, con la mano y casi siempre de parado. Lleva carne de cerdo marinada, cebolla, yogur y salsa de tomate, envuelto en pan pita grueso. A veces le agregan papas fritas. Dentro de lo nuevo está Thisio, una zona tranquila en la parte de atrás de la Acrópolis, que se metamorfoseó en los últimos años como barrio cool con locales de diseño, un cine al aire libre, cafés y bares llenos de jóvenes modernos. Exarchia es otro punto elegido por los jóvenes, pero de perfil más bohemio e intelectual. Bastión anarquista de Atenas, fue escenario de un levantamiento histórico durante la dictadura militar de 1967, cuando cientos de estudiantes se amotinaron en la universidad politécnica. Acá abundan los graffiti y las casas de discos, las barbas se dejan crecer, hay bares de comida orgánica, suena mucho la música cubana, y la cerveza es más barata. Lo de los graffiti va en serio: ya casi no quedan paredes sin estampar, entre figuras naïves y consignas políticas. Uno dice “Merry crisis. Happy new fear”. En el extremo opuesto está Kolonaki, el barrio chic, con marcas de lujo en lugar de graffiti y señoras paquetas que se pasean con bolsas. La crisis no se nota en cafés como el Da Capo, donde cuesta 4 euros tomar un frappé, rodeado de políticos, famosos y gente despreocupada.
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Datos útiles:
Si tienen pensado viajar a Grecia, Elena Marcópulos, argentina radicada en Atenas atiende preguntas a través de su mail elenakigrecia@hotmail.com y opera en Argentina a través de Ckayna T: (011) 4811-2055 info@ckayna.com ckayna.com
Dónde dormir y comer y qué hacer en Atenas y otras ciudades griegas.
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Por Cintia Colangelo. Nota publicada en enero de 2014. Extracto del texto publicado en revista Lugares nº 213.