Cinco grandes shows ecuestres para galopar desde Perú hasta Islandia
1. Islandia: la gran fiesta nacional
Los caballos de Islandia son idénticos a los que llevaban consigo los vikingos en torno al año 1000. Son los herederos de todas las pequeñas razas equinas que existían entonces en Europa y que desaparecieron poco a poco cuando fueron necesarios caballos más altos y más fuertes para soportar caballeros de armadura y llevar o tirar cargas cada vez más pesadas.
De la misma manera que conservaron su aspecto, mantuvieron sus cincos andares naturales. Además del paso, del trote y el galope, tienen el tölt (de alguna forma similar al paso llano) y el skeið (el nombre islandés del amble: un andar lateral, como el del oso, la jirafa, la llama o el elefante por ejemplo).
El flugskeið (el amble volante) es el más impresionante. Durante las carreras, los pequeños caballos pueden alcanzar 50 kilómetros por hora en distancias cortas. Los campeonatos de equitación islandesa son distintos a todos los demás. Es un deporte que crece en América del Norte y en Europa Occidental, mientras en Islandia la equitación es el deporte nacional. Su concurso bienal, el Landsmót Hestamana, es un festejo nacional. Cuando se hace en predios rurales, las carpas de los visitantes forman la segunda ciudad más grande de Islandia por unos pocos días.
Este año, el Landsmót se organiza en Reikiavik del 1º al 8 de julio. El pase cuesta 3900 pesos si se compra por adelantado hasta el mes de junio. Es la ocasión de ver los mejores jinetes islandeses (tan famosos y vivados allí como futbolistas en otros países). www.landsmot.is
2. Mongolia: más que un récord Guinness
El país de Asia Central es uno de los últimos reductos del planeta donde se vive todavía al ritmo del andar de los caballos. Los descendientes de Gengis Khan honran a sus monturas de múltiples maneras y con un par de récords en su haber. Para empezar está la estatua ecuestre más alta del mundo. En Tsonjin Boldog, a unos 50 kilómetros de la capital, Ulán Bator. Por supuesto representa al gran Khan sobre su caballo. Mide 40 metros y pesa 250 toneladas. Está por encima de un edificio que sirve de museo histórico.
La estatua es hueca y se puede subir hasta dentro de la cabeza del caballo, desde donde se ven las llanuras y un pueblo de decenas de yurtas (carpas mongolas). El caballo es el principal protagonista de los Naadam, los festejos, como el del Día de la Independencia, en julio. Las celebraciones están centradas en torno a competencias de lucha y de tiro al arco, pero sobre todo de carreras de caballos en las que los jinetes son niños pequeños. Uno de estos naadam reunió en 2013 a más de 11.000 jinetes y su carrera a 4279 jockeys: dos récords absolutos certificados por el Guinness.
La excursión de día completo de Ulán Bator a la estatua y el museo de Tshonjin Boldog cuesta unos 1500 pesos por persona.Este año el naadam de la fiesta patria se organiza del 11 al 15 de julio. El principal está en Ulán Bator. Se recomienda a los viajeros hacer coincidir su estadía con esas fechas para vivir una experiencia genuinamente mongola.
3. Perú: el arte de la elegancia
El caballo de paso peruano es una raza declarada patrimonio cultural del país andino. Su principal característica, además del porte elegante y los rasgos finos, es el paso llano, un andar de cuatro tiempos muy confortable para el jinete. Son los descendientes de aquellos que los españoles trajeron a las Américas a partir del siglo XVI. La raza estuvo a punto de desaparecer a principios del siglo XX y repuntó poco a poco durante las décadas siguientes.
Recibió un gran impulso por el interés que se generó en Estados Unidos y Europa Occidental hacia las distintas razas de caballos de "pasos distintos" a partir de 1980 (hay otras con este andar en Brasil, Islandia y Grecia). En Perú se organizan concursos en torno a sus capacidades: desfiles, pruebas de resistencia o presentaciones. El tercer domingo de abril se celebra un concurso nacional (este año fue el fin de semana del 14 y 15) en la Hacienda Mamacona, en Lurin, al sur de Lima. Se evalúan la prestancia, el físico, pero sobre todo el andar de cada caballo, que compite según su edad y su sexo.
La Hacienda Mamacona abre todos los domingos y ofrece un día de campo con un almuerzo, actividades en torno a los caballos de paso (incluyendo paseos), visitas del predio . Hay distintos precios y fórmulas. El almuerzo o cena con el show ecuestre cuestan unos 2000 pesos por persona. La Hacienda está sobre la Alameda Mamacona, en Lurin.
4. Viena: un clásico
Cuando crearon la Escuela Española de Equitación en Viena, durante el Renacimiento, los nobles austríacos montaban caballos andaluces, una de las razas más adecuadas para realizar las delicadas figuras de la doma clásica. Las guerras y las distancias dificultaban a menudo las relaciones entre los dos extremos del Imperio de los Habsburgo y a partir del siglo XVIII se utilizaron caballos lipizzanos, criados en Lipicá, en la actual Eslovenia. Queda allí un haras que sigue fomentando la raza, aunque los caballos de la escuela provengan de Austria misma.
La Spanische Reischule se considera -junto al Cadre Noir de Saumur, en Francia- garante de las artes ecuestres más sofisticadas del mundo y es la heredera de siglos de destreza y doma. Forma parte del circuito de visitas de la capital de Austria, entre castillos, recuerdos del Imperio y clásicos de la gastronomía vienesa. El mejor momento para visitarla es la mañana, para ver los jinetes ejercitándose en sus monturas en complejas figuras y saltos que necesitan años de adiestramiento.
Está en MichaelerPlatz, 1. El entrenamiento de la mañana con música se puede presenciar a partir de las 10 hasta el mediodía. Solo ciertos días (consultar fechas en events.wien.info). La entrada cuesta 15 euros (hay descuentos para menores y mayores). Además se hacen demostraciones los fines de semana a las 11, con entradas de 25 a 37 euros (parados) y de 135 a 217 euros (sentados). Finalmente hay visitas guiadas de la Escuela a diario. Duran una hora y cuestan 18 euros por persona.
5. Estados Unidos: grandes rodeos
Los cowboys son indisociables del oeste salvaje y de Texas. Pero en realidad surgieron primero en las colonias españolas de la Florida y la Nueva España. En estos inmensos territorios los primeros vaqueros cuidaban rebaños de reses que vivían en estado semisalvaje. El atuendo que las películas de Hollywood convirtieron en una panoplia estereotipada viene de los rancheros mexicanos: un sombrero de anchas alas, un pañuelo al cuello para protegerse del polvo, un lazo, espuelas y chaparreras (protecciones con cuero grueso para las piernas).
Son cowboys así, de verdad, los que participan del rodeo que se organiza cada sábado por la noche en el ranch Westgate River. Está en el centro de Florida, a menos de una hora de Orlando y de los parques de diversiones. Su casco es como un minipueblo de vaqueros con un "general store", un saloon y corrales con longhorns (las vacas de cuernos largos) y bisontes. El rodeo es un show con profusión de cowgirls que desfilan con banderas, carreras de caballos, destrezas y sobre todo la competencia de bull riding. Quien logre quedarse montado sobre un toro furioso por más de ocho segundos se lleva un cheque. Vaqueros de toda la región vienen para probar suerte y animar una fiesta en la cual no falta la música country.
El Westgate River Ranch está entre Lakeland y la costa atlántica. River Ranch Boulevard 3200. El rodeo empieza todos los sábados a las 19.30. La entrada cuesta 20 dólares por persona (la mitad para niños de 5 a 12 años).