Cómo viven los que están varados en Argentina y no pueden volver a sus países
Desde que la Argentina cerró sus fronteras, muy pocos extranjeros pudieron volver a sus países. Al igual que los argentinos varados en el resto del mundo, los turistas se mantienen como pueden: con ahorros, tarjetas de crédito y pidiendo ayuda a conocidos.
Las embajadas y consulados atienden los teléfonos y los organizan, pero no les dan una respuesta concreta a la pregunta más repetida entre ellos: cuándo podrán volver a sus países.
Fabián Gustavo Spritzer tiene 33 años y vive en Canadá con su esposa, Ari, y su hijo de 9 meses, Federico. El pasado 6 de marzo llegaron desde Quebec en un vuelo de American Airlines a Buenos Aires para que la familia pudiera conocer al bebé.
Su vuelo de regreso, con previa parada en Mendoza para ir a visitar a la familia de Ari, estaba planeado para el 30 de marzo. Sin embargo, el 13 de ese mes recibieron un email de la aerolínea avisándoles que se había cancelado por la pandemia del coronavirus.
En ese momento, recibieron la devolución total del dinero y se pusieron a averiguar otras formas de regresar a su país de residencia. Ari debía reintegrarse a su trabajo como psicopedagoga, actividad considerada esencial en Canadá, y él tenía cuatro semanas más sin trabajar por licencia por paternidad.
"Ahí nos comunicamos con la embajada de Canadá en Buenos Aires y nos dijeron que el único vuelo disponible para repatriados era con Air Canada. Sacamos dos pasajes para adultos y uno para infante por 5 mil dólares canadienses. Se abusaron de la desesperación de uno, pero no nos quedaba otra. Las tarjetas quedaron en rojo total", comentó.
Sin embargo, ese fue el comienzo de una odisea en la que se sucedieron más vuelos cancelados, más tarjetas al límite, más llamados a aerolíneas y embajadas.
"Por suerte, nos estamos quedando en el departamento de un amigo en Belgrano que dio la casualidad que fue a Córdoba y se quedó varado allá. No podemos usar efectivo porque no tenemos así que pedimos comida por Uber Eats y vamos a un súper que aceptan tarjetas. Sabemos que hay gente peor, pero necesitamos volver. No podemos mantenernos tanto tiempo acá".
Mucha esperanza, pocos vuelos
Una situación parecida vive Álex Astorgas, de 40 años, quien llegó a Argentina desde Barcelona con su esposa y su bebé de seis meses. Aterrizaron el 1° de marzo en Tucumán para visitar a la familia de su esposa y para bautizar al pequeño.
Luego que la Argentina decidiera continuar con el cierre de fronteras hasta el 12 de abril pero que incluyera la excepción para los vuelos de repatriación, Iberia anunció dos salidas para hoy hacia Madrid.
"Estamos en la casa de mis suegros e intentamos ir lo menos posible al súper. Todo va por nuestra cuenta y no solicitamos ninguna ayuda económica. Cuando llamo a la embajada, me contestan amablemente, pero sin soluciones. Sabemos que hay dos vuelos, pero no sabemos si podemos entrar", contó Álex que trabaja como técnico administrativo en Barcelona.
Él forma parte de "Españoles atrapados en Argentina" un grupo en Facebook y Twitter que creó junto a otras 400 personas que están en su misma situación y que intentan visibilizarla.
"Nosotros tenemos contados unos 400 pero el consulado habla que hay unos 2400 españoles en esta situación. Nos organizamos para denunciar los precios abusivos que habían puesto algunas compañías y para reclamar que pusieran vuelos de repatriación", comentó.
Su vuelo era con la empresa Level, la única aerolínea que tiene vuelos directos con la capital de Cataluña, pero fue cancelado y nunca les dieron una respuesta.
"Hay gente que está teniendo problemas para dormir. Los hoteles están cerrados, los Airbnb también hay un poquito de xenofobia al escuchar nuestra tonada y no quieren tenernos cerca. Algunos vecinos han denunciado a algún compatriota a la Policía".
Juan Pablo Menna (45) también vino desde Barcelona con su mujer, Iria Carracelas y su hija Júlia de 2 años y 10 meses. Él es argentino, pero hace más de 16 años que vive en el pueblo Banyoles, en Girona.
El motivo de su viaje fue porque su mamá estaba internada en terapia intensiva. Su vuelo fue cancelado y tuvo que pedir plata prestada para sacar otro pasaje que nunca despegó.
Junto a otros 1600 catalanes, están en contacto permanente con la Delegación del Gobierno Catalán.
"Tenemos la suerte de estar en la casa de mi madre. Un departamento de 3 ambientes. Lo del dinero es un tema. Porque mi mamá es jubilada y a nosotros en España nos despidieron por la situación. Cobraré el paro (que es el 70% del sueldo en mi caso) y 0 euros mi pareja, porque es docente y estaba haciendo una suplencia", contó.
Juan Pablo era mozo en un restaurante y, hace unos días su empleador le avisó por teléfono que entraba en los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) que supone enviar a los trabajadores al paro mientras dure el impacto económico del coronavirus.
Un paronama desolador
Diego Benítez tiene 40 años y llegó desde Guayaquil, Ecuador, a Buenos Aires con otros 30 compatriotas para cursar unas clases de su doctorado en Educación Superior de la Universidad Abierta Interamericana.
Llegaron el 6 de marzo y tenían previsto quedarse hasta el 12. Un día antes, se enteraron que Ecuador cerraba sus fronteras y decidieron salir todos juntos hacia el aeropuerto para alcanzar el último vuelo. Sólo algunos lograron hacerlo, el resto continúa varado en Buenos Aires.
"Del grupo de 30, quedamos la mitad. Fuimos a la embajada en Buenos Aires para contar nuestra situación, nos recibió el embajador e hicimos un grupo de Whatsapp para comunicarnos. Sin embargo, nuestro Estado nunca nos trató bien ni nos da una respuesta", contó Benítez.
Él está viviendo con otros dos compañeros en un departamento en la avenida Independencia, cerca del centro porteño. Desde el miércoles 18 están en cuarentena sin salir de sus departamentos y todos los gastos los afrontan con algunos ahorros y las tarjetas de crédito.
"Hemos sido muy discplinados. No hay nada que podamos hacer en la calle. No hay posibilidad que vayamos a comer ni a salir. En la Argentina, la incidencia del coronavirus es mucho menor que en Guayaquil. Entiendo que no somos un peligro para la salud del Ecuador y necesitamos volver".
En Guayaquil está su esposa y sus dos hijos, de quiénes se despidió por dos semanas y ya llevan cinco sin verse.
"Ellos están en una ciudad que está en una situación caótica. Se viven situaciones de pánico, la gente sale a la calle con mucho miedo. Eso puede ser positivo para la contención del virus, pero no para la gente".
La situación en esa ciudad es desesperante. Los medios reflejan lo que pasa con fotos en las que se pueden ver cuerpos tirados en la calle y cubiertos con plásticos. Según cifras oficiales, hay 3163 contagios y 120 muertos, aunque muchas personas han fallecido en sus casas porque los hospitales no dan abasto.
Como él, hay al menos 130 ecuatorianos que piden volver a sus hogares pero que no tienen respuestas por parte de su Gobierno.
"Lo más dramático no es lo de ahora, sino lo que puede derivar esto en pocos días más. En Argentina, el clima está cambiando y estamos entrando en otoño. Nosotros veníamos a pasar semanas de verano. Pronto vamos a correr más riesgo de enfermarnos de otra cosa que de coronavirus".