Una cerca enana de tablas de madera, pintadas de color azul, hace de portal a otra tierra, a otro tiempo. Sobre la cerca hay una caja, también de madera azul, y adentro un timbre. Tocamos y esperamos 2 minutos, como indicaba la última pista. Fueron tres en total, y llegaron en forma de foto por Whatsapp una vez que hicimos la reserva y elegimos el menú para esta noche. No puedo compartir las otras pistas, es la única condición que pusieron Nelson y Cristina para hacer esta nota. Y tienen mucha razón en preservar este lugar, The Secret, para que siga siendo el tesoro mejor guardado de Ilha Grande, en Angra dos Reis. Un juego de piratas bon vivants.
Nelson nos abrió el portal del restaurante a las 20 horas y un minuto, momento exacto en el que empezó la magia. Caminamos por un pasillo largo y angosto que se abrió en una galería llena de colores pero iluminada con luces pequeñas, una mesa con una selección de buenos vinos y una barra por la que Cris empezaba a despachar los primeros pasos: una copita de caipirinha frozen bien especiada y unos tentempiés con panera casera. Nuestro hijo de 3 años, Ulises, llegó dormido en los brazos de Juan: "Nosotros también tenemos un Ulises", dijo Cris, y suspendió el trajín en la cocina para mostrarnos a su gato blanco, blanquísimo y peludo, gordo como gato en casa de cocineros. Nelson se apuró en armar una camita con una reposera y un acolchado para nuestro pequeño, y así, bajo un cielo carioca de luna nueva, empezó la experiencia The Secret.
Más allá de la galería se despliega un jardín con dos mesas, porque hoy somos dos parejas, nosotros argentinos, ellos franceses. En el jardín inmenso podrían sentar unas 40 personas, pero Nel y Cris eligen servir a un máximo de 10. Las velas están prendidas sobre un colchón de arroz y el ambiente está lleno de bossa nova, pero bajito, se puede hablar.
"Acá no había pasto, no había plantas, no había nada, estaba abandonado, pero tenía palmeras, y árboles, mucho potencial", nos cuenta Nel cuando trae el primer paso: queso coalho grillado sobre vegetales asados y vinagreta de hierbas. Nel es Nelson Acosta García, nació en Montevideo, creció en San Isidro, es arquitecto y hasta que decidió cambiar de vida, trabajaba en un estudio con obras grandes por todo Buenos Aires. "Fue todo un proceso salir de la ciudad, pero un día se precipitó. Un amigo de un amigo tenía una posada y necesitaba alguien que se ocupara, y de repente, nos mudamos a una isla a la que nunca habíamos venido ni de visita".
Cambio de necesidades
En los primeros 7 meses que trabajaron en aquella posada la llevaron del puesto 12 al 1 de las 17 que figuran de Ilha Grande en el ranking de TripAdvisor. Nel y Cris que era licenciada en publicidad, había sido gerente de SushiClub y directora de contenidos de ElGourmet.com, se arremangaron para planchar, limpiar la pileta, hacer los cuartos y atender el restaurante. "Fue un desafío enorme, yo con 50 años y Cris con 44, nos mudamos a un país nuevo, con un idioma diferente y profesiones nuevas. Fue difícil pero aprendimos mucho… y seguimos aprendiendo en cada proyecto que encaramos, este es el tercero", nos contaría Nelson al final de la cena, cafés mediantes. Para entonces Ulises seguía dormido como un ángel sobre la reposera devenida cama. Por su parte, Cris, que es Cristina Sánchez Lazaré, de Lanús, también se sentó a la mesa para charlar un rato. Se sacó el pañuelo de la cabeza, se soltó el pelo que le llega a los hombros, y recordó aquella otra vida: "Lo único que hacía era trabajar, hacía jornadas de 16 horas, no tenía vida. Eso sí, compraba, me encantaban las cosas materiales. Hoy vivo con dos pares de ojotas".
Los platos principales llegaron en forma de pequeñas obras de arte. Para Juan, pulpo en tres cocciones al modo peruano con variaciones de patatas locales y ensaladita fresca. Para mi, lomo de cerdo tipo oriental con vegetales, nueces y cous cous alimonado. Cris estudió cocina con Alicia Berger, en la escuela del Gato Dumas, y en The Secret ofrece cocina con su firma, una combinación única de sabores y técnicas asiáticas, mediterráneas y sudamericanas, siempre priorizando y respetando el producto local. "Hacer este tipo de cocina acá en Abraão no es fácil, por la falta de variedad, por la logística. Pero hay mucho que conseguimos dentro de la isla, como el pescado, el pulpo, los frutos de mar, el coco, las limas, el maracuyá". La propuesta gourmet, la escala boutique del negocio y la buena onda de ellos dos, hizo que The Secret escalara hasta convertirse en el restaurante número uno de la isla según las reseñas de los viajeros.
El postre estuvo de más en cantidad, pero los vasitos en los que llegaron servidos quedaron limpios de tanta cucharita: mousse de maracuyá sobre base de Oreos y shot de chocolate belga con café, ron y gotas de syrup de cassis de la Patagonia. Eran cerca de las 12 de la noche cuando nos despedimos de estos nuevos amigos, argentinos en Brasil, emprendedores incansables, buscavidas contagiosos. Remata Nelson: "Queríamos salir de la lógica de vivir por y para el trabajo, como Cris, que terminaba durmiendo en un sillón del restaurante para ahorrar tiempo de viaje, para mi, que no quería saber más nada con la vida corporativa. Nuestra rutina ahora es simple, es muy loco pensar en todo lo que necesitábamos antes, y lo poco que necesitamos ahora. Bah, "poco", vivir a nuestro ritmo, leer mucho, comer rico, tener mar, sol y naturaleza en la ventana, trabajar en nuestra casa".
Más información sobre el restaurante en Instagram: @TheSecretGourmetClub.
Seguí a la periodista y sus descubrimientos en el viaje a vela por Brasil que está haciendo junto a su familia en @El_Barco_Amarillo.