El Beau Rivage recuerda a Sissi
GINEBRA.- El 10 de septiembre de 1898 hacía un calor sofocante en Ginebra. En los paseos al borde del lago, algunos aristócratas europeos alargaban sus vacaciones de verano. Entre todos ellos, se destacaba una silueta delgadísima vestida de negro, la de una mujer discreta que fue sin duda muy bonita de joven, y cuyo rostro siempre oculto por un abanico mezclaba tristeza y nobleza.
La mujer hablaba con su dama de honor uno de los extraños idiomas de Europa central, tal vez húngaro: sólo este pequeño detalle podía haber revelado a algún transeúnte avispado que la mujer era Sissi, emperatriz de Austria y Hungría, famosa por su belleza desde la juventud y jamás retratada desde entonces.
De incógnito en Suiza, Sissi salió a la 1 y media del hotel Beau Rivage, el más lujoso de Ginebra, donde tal vez pudo haberse cruzado con la actriz francesa Sarah Bernhardt, que se alojaba ahí el mismo día.
Pocos minutos después, en un instante confuso, fue atropellada por un hombre en la calle: era el anarquista italiano Luigi Lucheni, que con un punzón afilado apuñaló a la emperatriz como si quisiera matar en ella a toda la nobleza austríaca. Sissi intentó subir igual a la embarcación que la llevaría a pasear por el lago, pero se desmayó: cuando le abrieron las ropas, encontraron la mancha de sangre roja que mostraba el lugar donde el punzón había penetrado hasta el corazón. A las 14.40 se anunciaba oficialmente su muerte, en una habitación del hotel Beau Rivage.
En recuerdo de este trágico episodio se colocó una placa en el ángulo del Quai du Mont Blanc y la Rue des Alpes, y más recientemente una estatua de la curiosa mujer que nunca pudo reconciliar su voluntad de ser ella misma con el destino de convertirse en emperatriz de Austria-Hungría.