De Barcelona a Mar del Plata; y de Mendoza a Veneto. Una hoja de ruta para conocer vinos espumosos más allá de la capital más prestigiosa del mundo de las burbujas.
Hay mitos y mitos. Sobre algunos, los más escépticos buscan de todas las formas derribarlos sin ningún tipo de tapujo. Sin embargo, al hablar del Champagne, son pocos los que se animan a cuestionar tan querido relato.
Según cuentan los románticos, el monje Dom Perignon se despertó en medio de la madrugada tras un terrible estruendo que provenía del sótano de su abadía: la prueba de agregarle levaduras a sus vinos había provocado la explosión de sus botellas.
Antes de desesperarse por ver un río de vino en el suelo, tomó una botella y bebió lo que quedaba sin desperdiciarse: “Estoy bebiendo las estrellas”, dijo el monje al probar su nuevo invento, que dio inicio a lo que hoy conocemos como champagne.
A principios de siglo XX, Champagne obtuvo lo que se llama la primera AOC (Apellation d’Origine Controlée o Denominación de Origen Controlada), la cual restringe el uso del nombre “Champagne” solo a los vinos producidos en dicha zona y bajo una estricta regulación de elaboración.
¿Qué pasaría entonces con el resto de los productores de vinos espumosos del mundo? Cada país -o región- debió optar por otros nombres y así surgieron los Cava en España, los Prosecco en Italia, los Sparkling Wine en Estados Unidos y los llamados espumantes o espumosos argentinos.
España: Freixenet, el imperio Cava
Aunque la primera botella de Cava salió al mercado en 1914, su historia comenzó 50 años antes (en 1861), bajo la idea de Francesc Sala Ferrés quien fundó Casa Sala: la primera marca exportadora de vinos en Sant Sadurní d’Anoia, Cataluña. Su objetivo era elaborar un vino espumoso natural que estuviera al mismo nivel y categoría que los producidos en Francia.
Hoy Casa Sala pertenece al Grupo Freixene t, la mayor productora de vinos espumosos bajo el método tradicional en todo el mundo y, con el paso de los años, Sant Sadurní d’Anoia (la base de operaciones del Grupo) se convirtió en la parada obligatoria para cualquier amante del buen beber.
Así es como quienes están de viaje por Barcelona, se trasladan 50 kilómetros hasta este pueblo de 12.000 habitantes para visitar las cavas centenarias de la bodega: ocho pisos subterráneos que los visitantes recorren en tren. Después del didáctico paseo, llega el gran final: la degustación de cavas elaborados con las uvas Xare•lo, Macabeo y Parellada.
Italia: Masi, prosecco con sede en Mendoza
La primera bodega de esta empresa italiana fue levantada en 1772, en Valpolicella, en la región del Veneto, en el norte de Italia. Se trata de una de las bodegas más grandes de Italia y que, al igual que Freixeneten España, se destaca porque aún está en manos de su familia fundadora: Boscaini es uno de los apellidos célebres de la vitivinicultura italiana.
Abierta a todo público, la bodega ofrece una experiencia completa que implica desde la visita a los viñedos hasta el recorrido por las instalaciones y el laboratorio, el secreto mejor guardado de cada bodega. ¿Para degustar? El Conte Federico Brut Millesimato, un prosecco elegante a base de Chardonnay y Pinot Noir.
Pero sin alejarnos tanto del mapa, Masi tiene su propia bodega en tierras argentinas: Masi Tupungato es el proyecto vitivinícola local desarrollado en 1996 por esta empresa italiana. A la par de elaborar vinos italianos logrados con uvas que nacen en suelo argentino, Masi trajo al valle de Tupungato su filosofía de cuidado y respeto por el medio ambiente: creó una bodega totalmente eco-sostenible y en el que el cuidado y el respeto del medio ambiente son los pilares del proyecto.
Chapadmalal: Trapiche Costa&Pampa, la bodega marítima
En Chapadmalal, a sólo 6 km del mar, se encuentra Costa & Pampa, la bodega experimental de Trapiche. ¿Una bodega en Chapadmalal? Sí, así como leíste: desde 2014, de acá salen al mercado los primeros espumantes argentinos de clima marítimo.
Los suelos de Chapadmalal son muy diferentes de aquellos en los que comúnmente se implantan vides en la Argentina. Con la particularidad de su clima marítimo y los campos que finalizan en el Atlántico Sur, estas tierras son el nuevo lugar privilegiado para el desarrollo de vinos con marcada influencia oceánica. Sus espumantes están elaborados bajo el método tradicional Champenoise, el mismo que se utiliza en Champagne, Francia.
La bodega se encuentra ubicada dentro de la Estancia Santa Isabel y se recomienda acceder por el Km.16 de la Av. Antártida Argentina, la continuación de la Av. Independencia, viniendo desde Mar del Plata. Tenés visitas guiadas de una hora (con paseo por los viñedos y degustación) así como un Bike Tour y una amplia propuesta gastronómica para acompañar los espumantes.
Mendoza: Rosell Boher, el “champagne argentino”
Desde que en 1999 recuperaron las instalaciones de la bodega fundada en el año 1900 por Bernardo Martínez, abuelo de Alejandro Martínez Rosell, Cavas Rosell Boher continuó con la tradición familiar de los espumantes y una consigna: elaborar el mejor producto de la Argentina. ¿El resultado? Lo que muchos llaman el “champagne argentino”, tal vez por la gran calidad de sus burbujas finas y persistentes, que recuerdan a la elegancia del producto francés.
Para elaborarlos, utilizan el método tradicional y cuentan con uvas de viñedos propios ubicados en el distrito de Los Árboles, en el Valle de Uco, y Agrelo, ambos en Mendoza. La bodega, ubicada en Chacras de Coria, es abierta al público y ofrece visitas guiadas y degustaciones. Una oportunidad única para probar in situ las partidas limitadas que, año a año, hacen de esta familia un producto único en su tipo.
Este 2017, la bodega inauguró el Rosell Boher Lodge ubicado en el alto Agrelo (a 50 minutos de la capital mendocina). Se trata de un hotel bien exclusivo con un Guest-House de 4 amplias habitaciones de lujo y 3 Villas privadas con jacuzzi.