La ciudad balnearia se prepara para el verano con novedades y los clásicos de siempre. Un repaso por los puntos ineludibles a la hora de disfrutar las vacaciones
Las playas
Aquarium Mar del Plata
, frente al faro, proponen nadar con los tiburones. Juran que lo vienen haciendo cientos de visitantes y a nadie le pasó nada. La idea no nos tienta demasiado; preferimos observar los saltos del delfín nacido aquí hace tres meses, y después irnos a almorzar a un lugar tranquilo. Elegimos el restaurante del club náutico,
La Bita
, y entre yates y veleros, saboreamos una picada marina. En
las playas
ubicadas al sur del faro, yendo hacia Miramar, está el parador
Seis Brujas
. Es una pequeña playa, muy limpia y apacible. Pablo Vigil, el dueño del parador, asegura que en los días sin muchas olas es posible verse los pies en el agua, al mejor estilo caribeño. Esta playa es ideal para este deporte. Un poco más al norte de Seis Brujas está la
Personal Beach Peralta Ramos
. Tiene bar ?el Fyra beach bar? y piscina, y un menú de actividades estivales que incluyen aqua gym, pilates y hasta hockey. Más cerca de la ciudad,
La Reserva
es un balneario que desde hace años sigue manteniendo su carácter de reducto secreto, sinónimo de relax, al amparo de 15 hectáreas de bosque. Es el favorito de los que buscan tranquilidad a ultranza.
De bares
En la muy activa calle Güemes están
Kerry Keel
, el bar irlandés preferido por los marplatenses, e
IU
, donde se sirven deliciosas tartas y ensaladas. Ahí nomás,
Essenza Terminal
es el referente en materia de diseño. El sitio, que en su tiempo fue una empresa de servicios fúnebres, hoy convoca a jóvenes creativos para exponer aquí sus trabajos.
Dónde dormir
En los alrededores, la novedad es
Villa Nuccia
(foto)
, un hotel boutique de cinco habitaciones, propiedad de una joven pareja que, tras varios años en Europa, decidió volver y armar un proyecto propio. Este antiguo caserón de piedra de los años 40, estratégicamente ubicado entre la Güemes y el mar, fue la motivación para llevarlo a cabo. Más tarde, Arturo Letamendia, Ana María Jáuregui y su hija Teresa nos reciben a la hora del té para mostrarnos
, un pequeño hotel con ocho habitaciones en el barrio de Los Troncos que está casi listo. El trabajo de restauración de la casa es impecable: rehicieron los espacios interiores y decoraron los ambientes en un sobrio estilo inglés en el que predomina el cuero y la madera. Una lástima que haya que esperar al otoño para disfrutarlo.
Vivir con arte
Más allá del centro La Reserva Forestal El Grosellar ya es un barrio residencial. Este espacio, forestado por alemanes en los años 40, fue, dos décadas más tarde, el elegido por un grupo de artistas y profesionales para instalarse en esta calma a minutos de la ciudad. Es aquí donde se encuentra la Casa Museo Bruzzone, residencia particular y lugar de trabajo del recordado artista plástico Alberto Bruzzone. Su viuda, Magda, y María, su hija, reciben a quien quiera conocer el taller de este pintor, que permanece tal cual estaba cuando partió de este mundo, hace 15 años.
Informe: Olivia Sohr Fotos: Andrés Martellini
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