Tongariro Alpine Crossing es la caminata que mejor ranquea en tierra kiwi. Dura siete u ocho horas y atraviesa un parque natural entre volcanes de la isla norte. Hay que estar en buen estado físico para encararla y es el escenario natural de la película.
Owhango merece un signo de interrogación en el mapa, hecho con lápiz. Se trata de un pueblo aislado, pero próximo al punto de inicio del Tongariro Alpine Crossing. Por su ubicación, es un sitio atípico para hacer base. La mayoría se instala en National Park Village o en Whakapapa Village. Su atractivo tiene que ver con la familia de franceses que ofrece hospedaje en su casa. Viven en este pueblito de 200 habitantes, en una casa de campo de principios ecológicos.
El Tongariro Alpine Crossing es una caminata que suele estar muy supeditada a las inclemencias del tiempo. El día amanece nublado, pero con buenas perspectivas de despejarse; arrancamos tempranísimo para desayunar fuerte y llegar en 30 minutos a una de las cabeceras del cruce.
Nosotros somos cinco; como el inicio del circuito está a buena distancia del final, la mejor opción es dejar a cuatro en Mangatepopo (donde arranca el trekking), conducir hasta Ketetahi para dejar el vehículo en el estacionamiento y tenerlo al final del recorrido: de allí, tomar el shuttle –y pagar NZD $35 por un solo pasajero en lugar de cinco (razonamiento elemental cuando se viaja de a muchos por destinos caros)– y volver hasta Mangatepopo.
En la espera tomamos nota de la información dura que da el guardaparques al comienzo de la caminata; advierte, además, sobre las condiciones climáticas y la necesidad de estar bien equipado para la travesía; la clave, layers management (manejo de capas), palabras con las que el guardaparques insiste: quitarse y agregar capas finitas para compensar los cambios de temperatura por efecto del viento y el esfuerzo físico que hacen que, en breves lapsos, se pase del calor al frío o viceversa. Para cubrir los 19,5 km de distancia se precisan 35.000 pasos y 2.000 calorías son las que se queman. Cada uno de nosotros tiene su bolsita con una naranja, una banana, barritas de cereal, galletitas con queso, zanahoria y un litro de agua. ¿Será suficiente para el día entero?
Este trekking se puede hacer entre octubre y abril, y la temporada más activa va entre Navidad y finales de enero, cuando hay vacaciones y puede decirse que todos salen a recorrerlo. El Tongariro Alpine Crossing es tan popular que lo realizan unas 65.000 personas por año.
Una pasarela armada de madera, en perfectísimo estado, discurre plana a lo largo del valle de lava volcánica y marca el sendero que sigue el cauce de un pequeño arroyo. Con ironía me pregunto si será todo así de sencillo y evidente: este principio de decepción más tarde mutará.
Al subir en altura, la pasarela se convierte en escalones consolidados por una red por donde se pisa firme, en fila india. Hay quienes tienen todo el equipo –por empezar, la ropa outdoors de la mejor marca y bastones–, mientras otros dan la impresión de prescindir de las indicaciones del guardaparques y llevan zapatillas no aptas para caminar en montaña. La razón es evidente: son los que van y vuelven al mismo punto en un paseo más tranquilo.
El recorrido está muy organizado. Cada cierta cantidad de kilómetros hay baños químicos y carteleria que advierte cuando se aproxima una parte más exigente de la caminata, que pregunta cómo te sentís, que te asegura de haber llegado a un punto de buen retorno y que, en caso de no estar preparado físicamente, lo más recomendable es volver.
Leo estas indicaciones y supongo que en el parque prefieren evitarse los 60 rescates bianuales que tienen, algunos en helicóptero. Pero además recuerdan, a cada paso, que se está en zona volcánica e instruyen sobre qué hacer si hay signos de erupción (terremoto, nube de ceniza, rocas voladoras...). Eso da escalofríos.
El primer tramo llega hasta Soda Springs. Por la llamada Escalera del Diablo se sube después de los 1.400 a los 1.600 msnm hasta el South Crater; al llegar arriba y cuando la nube que le dio mística al trayecto se disipa, se ve la forma de cono perfecto del volcán Ngauruhoe (que se pronuncia "Nauruhoi") de 2.326 msnm: el pico más famoso.
También conocido como el Monte del Destino en la trilogía de El señor de los anillos, es el lugar donde el cineasta Peter Jackson filmó las escenas épicas inspiradas en el libro de Tolkien. Por eso, algunos se refieren también a esta caminata como "El trekking de El señor de los anillos".
Desde los 1.886 metros del Red Crater, el punto más alto de la ruta, se abren vistas espectaculares y se empiezan a ver las lagunas de altura de color esmeralda, increíbles. El paisaje es muy extraño, con cráteres, fumarolas, picos y valles volcánicos. El descenso por la marcada pendiente hacia las lagunas es en derrape, sobre piedra suelta y con viento feroz en contra (que pronosticaban de 35 km/hora, aunque se percibe mucho más fuerte); así lo pagarán las rodillas. Después de este tramo, el más difícil, es todo en bajada.
Los tres volcanes del parque -Ngauruhoe, Ruapehu y Tongariro- están muy activos: en agosto de 2012 hizo erupción el monte Tongariro. Eso no impide que la gente recorra los senderos, confiados en el sistema de monitoreo que brinda alertas tempranas ante posibles erupciones. Testimonio de la última erupción es Ketetahi Hut, un refugio de montaña abandonado tras la destrucción.
A poco de entrar en el sector de sendero de bosque (lo único que le faltaba a la caminata para ser excelente), la mencionada cabaña, reparo del viento, es un lugar solitario donde hubo un encuentro inesperado con dos belgas que estaban cebando mate... al que uno de ellos se hizo adicto durante un intercambio estudiantil en la provincia de La Pampa. Cosas mágicas que pasan en Nueva Zelanda.