San Ignacio revive el espíritu de los jesuitas
SAN IGNACIO, Misiones.- Todos los días, al atardecer, las luces se encienden para dar comienzo al espectáculo. El público se prepara para conocer la historia evangelizadora, que lleva más de 300 años en las tierras coloradas de la provincia de Misiones.
El escenario elegido para recrear la obra son las Ruinas de San Ignacio Miní, asentadas en el centro de la ciudad de San Ignacio, distante 53 kilómetros de Posadas.
El murmullo desaparece paulatinamente para escuchar el relato sobre aquel pueblo guaraní misionado, originariamente, por los padres de la Compañía de Jesús, José Cataldino y Simón Masseta.
Pero, según parece, fue en momentos de exilio y ataques provocados por los bandeirantes paulistas cuando lograron establecer una de las reducciones más importantes del mundo.
Al pisar estas tierras, la primera tarea que realizaron los jesuitas fue el trazado urbanístico. Era primordial que toda la construcción se organizara alrededor de la plaza.
De esa manera, el templo mayor y el Cabildo fueron los elegidos para presidirla. El colegio, los depósitos, la casa de los padres y los talleres se ubicaron en uno de sus lados, y el cementerio y la huerta en el otro.
Las viviendas de los indígenas con sus dobles galerías completaron los límites de la plaza.
Los artesanos guaraníes se encargaron de tallar las piedras de asperón rojo para realizar las edificaciones. Su perfección era tal que las rocas encastraban sin ningún tipo de argamasa.
La influencia del estilo barroco europeo no les impidió dejar la impronta de su cultura en los diseños de ángeles o motivos florales, que decoraban la sacristía y la puerta de entrada al templo.
Tiempo de trabajo
En la misión, cada uno de los aproximadamente 4500 pobladores cumplía con su tarea diaria.
Siempre guiados por los jesuitas, los hombres cultivaban la tierra sembrando batata, azúcar o yerba mate y las mujeres se dedicaban a tejer en los talleres. El ruido de los telares provenía del salón más amplio, mientras que en el resto de los espacios se encontraban la cocina, la panadería en donde se horneaban panecillos calientes, la herrería y la platería.
Los carpinteros de la reducción seleccionaban la madera para tallar sus dibujos, que realizaban con árboles de la región, como el cedro.
En el ambiente artístico se destacaban los artesanos, excelentes copistas de estampas o grabados que llegaban desde el Viejo Continente, y el coro que practicaba las canciones sacras para alegrar las misas. Por su parte, los chicos no tenían excusa para justificar la falta a clases. La enseñanza era una de las doctrinas principales para los jesuitas, y los niños aprendían aritmética, música, urbanidad y religión.
La costura, el tejido y el bordado eran tareas de mujeres. Tenían que continuar con la tradición de sus madres o abuelas trabajando en los talleres.
Datos útiles
Cómo llegar
En avión desde $ 300
Ida y vuelta, con tasas e impuestos. En auto se llega por la ruta nacional 12 y la ruta nacional 14.
Patrimonio
En 1984, la Unesco las declaró Monumento Histórico y Patrimonio Mundial de la Humanidad.
Visitas
El precio de la entrada es de 2,50 pesos por persona. Todos los días, a las 19, se realiza el espectáculo de luz y sonido.
Excursiones
Ruinas de Loreto o Santa Ana: la entrada cuesta dos pesos por persona. Otras misiones son la de Santa María la Mayor, Ruinas La Candelaria y San Carlos.
Más información
Secretaría de Turismo de Misiones, Colón 1985, (03752) 447540, Posadas. En Buenos Aires, Av. Santa Fe 989, 4322-0686. En la Web: www.misiones.gov.ar
Entre muros de piedra
La expulsión de los padres misioneros por parte del Rey Carlos III de España generó un profundo cambio en la reducción de San Ignacio Miní.
Ataques y exilios destruyeron parte de la historia que el pueblo guaraní había creado con tanto esmero.
Luego de varios años de abandono, dos arquitectos decidieron reconstruir las ruinas, cuyos muros de piedra se iluminan al atardecer por las luces de un nuevo espectáculo.
Las ruinas es uno de los lugares de mayor atracción turística de Misiones y, generalmente, una escala obligada para los que viajan en automóvil a Iguazú para ver las Cataratas. La visita no insume mucho tiempo.