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 • HISTORICO

Albania, el último secreto de Europa

Es uno de los países más pobres del Viejo Continente, pero también uno de los más enigmáticos. Ciudades museo, montañas majestuosas, playas vírgenes sobre el mar Jónico, ruinas romanas y precios insólitos lo convierten en un destino por descubrir




TIRANA.- De los tiranos que condujeron la Europa comunista, acaso Enver Hoxha haya sido el más excéntrico. Los albaneses penaron bajo su égida demencial desde 1946 hasta 1985 y, debido a las sucesivas rupturas de Hoxha, primero con la Unión Soviética y luego con China -a cuyos regímenes consideraba demasiado "blandos" y "traidores a la causa marxista-leninista"-, fueron un país paria casi hasta el comienzo del nuevo milenio.
Los albaneses, sin embargo, no carecen de un fuerte sentido de la justicia poética y se tomaron su revancha burlándose del legado de su caudillo. Así, muchos de los casi 700.000 búnkers que el tirano hizo construir a lo largo y a lo ancho del país, movido por sus visiones paranoicas o bien por un bizarro plan de reactivación de la industria edilicia, son visitados por parejas en busca de intimidad; el adefesio piramidal que la hija de Hoxha diseñó en pleno centro de Tirana para que albergase un museo en honor de su padre, es hoy utilizado como tobogán por niños y no tan niños, y el horrendo gris de las fachadas, gracias a la genialidad de Edi Rama, el alcalde local, fue rasqueteado y gran parte de los frentes pintado con los colores del arco iris, tanto que el skyline de la ciudad parece hoy algo salido de la brocha de Miró. Por último Blloku, el barrio privado donde vivían Hoxha y los altos mandos del Partido Comunista albanés, es punto de encuentro obligado para la juventud, y sus bares, cafés y restaurantes iluminan las noches.
Tirana es más bonita de noche, sin duda. De día es árida y rala, pero cuando cae el sol y se encienden esas luces azules y verde botella en los negocios, la ciudad muestra una cara mucho más interesante. La plaza Skenderbej es el centro clave de la ciudad y sobre ella están la mezquita Et hem Bey y el Museo Nacional, las dos mayores atracciones turísticas.
Vale la pena caminar desde la plaza hasta la estación de trenes y pasear por los mercados callejeros aledaños a las avenidas principales. Es que caminar por Tirana, hay que decirlo, es también una aventura y sobre todo de noche. Las veredas y las calles tienen baches de niveles de profundidad y peligrosidad que varían de alto a alarmante. La oscuridad en las calles internas es casi total, ya que no hay alumbrado, por lo que el turista tendrá que llevar consigo una linterna en sus expediciones nocturnas. Una visita aconsejable es al fantástico restaurante Serenata, uno de los mejores de la ciudad, cuya especialidad son los chinchulines de cordero y demás platos típicos del este del país. Una cena abundante, con vino y raki no costará más de 1000 leks (10 US$) por persona.
A 42 km de la capital, se alza la preciosa ciudadela de Kruj, desde donde Skenderbej, el héroe nacional, comandó la resistencia contra los turcos otomanos durante 25 años. Luego de la caída de Kruj, en 1479, los turcos se apoderaron del país, convirtieron a su población al islam y permanecieron allí hasta 1912. La visita al castillo de Kruj realmente vale la pena y desde Tirana parten hacia allí decenas de furgons o combis que hacen las veces de autobuses de larga distancia a toda hora.

Dos ciudades museo al Sur

El autobús destartalado que sale de Tirana hacia el Sur tarda casi cuatro horas en recorrer los 120 km que separan la capital de Berati. Las rutas son precarias, pero el camino entre las montañas es de una belleza sublime.
El gran atractivo de Berati es su Kalesa, la ciudad amurallada sobre la montaña. Sobre un asentamiento ilirio precristiano, los bizantinos construyeron en el siglo VI d.C. la magnífica fortaleza que fue luego utilizada sucesivamente por ejércitos búlgaros, turcos y por mercenarios de diversas afiliaciones.
Aparte del encanto de sus torres, de las magníficas vistas y las iglesias que conservan sus frescos medievales, la Kalesa ofrece un atractivo mil veces más fascinante: la ciudadela aún está habitada.
En las casas de piedra vive gente que al caer la tarde juega al ajedrez y toma cerveza (la cerveza albanesa, Tirana, es excelente) en sus jardines, entre pavos y ovejas que deambulan aburridos. Más al Sur, ya casi llegando a la frontera con Grecia, se encuentra Gjirokastra, patria de Enver Hoxha y de Ismael Kadare, el gran escritor albanés. La ciudad es patrimonio de la humanidad y cuenta con un castillo coronado por la carcasa de un jet de la Fuerza Aérea Americana que cayó allí mismo en 1957. Vale la pena ver la ciudad y después desde allí orientarse hacia la magnífica costa jónica.

Diamante en bruto

La costa albanesa del mar Jónico, con playas como Dhërmiu, Drymades y Himara, es en verdad un diamante en bruto. Un mar prístino, playas blancas, aldeas en donde el tiempo se detuvo hace muchos años y muy pocos turistas extranjeros convierten a esta breve franja costera en una delicia de sosiego. El acceso a estas playas es complicado, las rutas son deficientes, la frecuencia de los autobuses poco confiable y la infraestructura en los pueblos es precaria, pero la aventura paga con creces.
Saranda es la ciudad balnearia más importante de la costa jónica. A sólo 27 km de la bucólica isla griega de Corfú y muy cerca de las ruinas de Butrinto, la ciudad resulta un destino ideal para explorar toda esa fantástica costa. Aquí Albania y Grecia casi se confunden, por las calles se escuchan kalimeras y efkaristós, y en los paradores sobre la rambla giran los gyros de cerdo, un bocadillo típico griego. Algunos turistas italianos ya eligen Saranda por sus precios, infinitamente inferiores a los que se pagan en Grecia, y por la tranquilidad y belleza de sus playas. El visible boom de la construcción que todo el país está viviendo augura buenos años también en Saranda.
En el Canto III de la Eneida, Virgilio canta los viajes de Eneas tras la caída de Troya. Al desembarcar en el reino de Epiro, Eneas se entera de que allí cerca Heleno, hermano de Héctor, habiendo desposado a su cuñada Andrómaca, ha fundado una ciudad a imagen y semejanza de Troya.
Esta ciudad es Butrinto y existe, de hecho, desde tiempos inmemoriales, fundada, según se cree, por tribus neolíticas. Al sur de Saranda, las ruinas de la ciudad, devoradas por una espesa jungla, son una joya arqueológica única en el mundo.
Abandonada a causa de una epidemia de malaria en algún momento de la Edad Media, fue redescubierta en 1928 y posee un anfiteatro romano conservado en perfecto estado, un majestuoso templo a Asclepio, las impresionantes ruinas de una iglesia paleocristiana, un bellísimo ninfeo y espectaculares muros de la época iliria, todo coronado por una acrópolis con vistas impagables, que hacen de Butrinto una visita obligada. La entrada cuesta 700 lek (7 dólares).
Por Pablo Maurette
Para LA NACION

Datos útiles

Cómo llegar

  • Lo más conveniente es vía Londres. British Airways tiene vuelos diarios a Tirana por entre 300 y 400 dólares de ida y vuelta.
  • Se puede cruzar en ferry desde Corfú, en Grecia, a Saranda (una hora y media, alrededor de 15 euros); o desde Bari hasta Dürres, a 30 km de Tirana ( www.azzurraline.com ).

Dónde dormir

En Tirana

  • Hotel California : a pasos de la plaza Skenderbej, con habitaciones desde 50 euros.
  • El Tirana International Hotel tiene dobles, desde 100 euros.

En Berati:

  • Mangalemi Hotel (también conocido como Tomi Hotel, 032-32093 y 068-242-9803). Las habitaciones cuestan entre 10 y 20 euros. La comida del restaurante es excelente y muy barata.

En Dhërmi:

  • Villa Milton . Las habitaciones dobles cuestan 38 euros (068-223-5962)
  • Drymades Hotel: ofrece habitaciones y cabañas. La simple, 19 dólares; la doble, 24. (068- 202-5680, lorencgjikurija@yahoo.com )

En Saranda:

Dónde comer

Serenata , comida albanesa típica, de los mejores de la ciudad (Mihal Duri 7). Una comida completa cuesta menos de 10 euros por persona. La vida nocturna en Tirana se concentra en el barrio de Blloku, sobre las calles Rr. Dëshmorët e 4 Shkurtit y Ismael Qemali.

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