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 • HISTORICO

Alejandría, la ciudad y el mito

La gran metrópoli egipcia del mundo antiguo dice presente; historia, modernidad, decadencia, tradición y una sorprendente biblioteca que la proyecta al futuro




ALEJANDRIA.- Cerca de setenta ciudades fundó Alejandro Magno y más de la mitad llevaba su nombre. Pero siempre fue ésta la más importante. Ya no tiene su faro soberbio, una de las siete maravillas del mundo antiguo. Tampoco la biblioteca real ni la primera universidad de la historia. Sin embargo, no es difícil imaginar a los sabios de antaño mirando al mar.
El Mediterráneo habrá cambiado un poco. En imágenes míticas, sus aguas furiosas dejaron cientos de palacios sumergidos. La prueba quedó en las profundidades, donde se han encontrado restos de estatuas y obeliscos desde que se tomó en serio la tarea de rescate, en 1992. Según los expertos, la suntuosidad ayudó en los hundimientos: los edificios lujosos, de tan pesados, terminaron a cientos de metros de la superficie.
Hoy todo está en calma. En especial durante una tardecita de verano, cuando la gente se tira al sol en los espacios de playa de la ciudad. La mayoría recorre la arena con pantalón y camisa de algodón, mientras los extranjeros eligen la costa privada de los hoteles, donde las chicas pueden bañarse en bikini.
Alejandría es en esencia tradicionalista, más allá de los siglos de convivencia entre culturas y décadas de influencia europea (las primeras del siglo XX), que se ve claramente en la arquitectura. Fue una de las ciudades más cosmopolitas de la región, hasta la crisis del Suez, que impulsó a muchos extranjeros a irse.
Con unos 5 millones de habitantes, es la segunda ciudad de Egipto en población y uno de los sitios más buscados por los cairotas para el veraneo. Desde otros países, en cambio, llegan atraídos por su historia y sus mitos. Fundada en el año 331 a.C, fue centro de la cultura antigua y tierra de grandes conquistas, entre ellas las de Cleopatra VII, que vivió aquí sus romances con Julio César y Marco Antonio.

Costanera soñada

En un pestañeo, quien conoce La Habana puede encontrar cierto parecido en Alejandría. Un hermoso malecón de un lado, viejos edificios del otro. Entre ellos, una avenida de dos manos, aquí conocida como Corniche. Se extiende más de 20 kilómetros, pero casi no tiene semáforos. Cruzarla es una aventura, o cuestión de mandarse y rezar. Todo lo que se diga del tránsito enloquecido de Egipto es, apenas, una forma de minimizarlo.
Frenética y luminosa se ve la Corniche desde los hoteles, es su mayoría de cuatro o cinco estrellas, ubicados en la misma costanera. Los turistas allí alojados pueden ir a la playa sin pisar la avenida, porque estos edificios tienen acceso subterráneo, directo hasta la arena.
Alejandría no se destaca por la calidad de sus balnearios, en comparación con otros del Mediterráneo, pero hay algunos mejores que las céntricas, como los ubicados cerca del Montazah Palace. O en la zona norte, donde playas como Marina no presentan mayores problemas en relación con la ropa de baño.
Antes y después del chapuzón o los paseos, muchos se quedan en las terrazas de los hoteles, cuyos bares ofrecen cervezas y tragos. En la ciudad no está prohibido el alcohol, pero tampoco especialmente bien visto. Y hay pocos lugares donde se vende. También fuman en shisha, esa pipa de agua conocida en otros países como narguila. Es tabaco con extractos naturales, condimentos y gustos distintos, mayormente frutales, aunque también con sabor a capuchino y Coca-Cola.
Fumar en shisha o beber un té en los bares callejeros o coffee-shops es otra posibilidad, aunque en muchos sólo atienden a los hombres. Son lugares para cargarse de melancolía, como gran parte de la ciudad, sobre todo en un recorrido por los barrios más antiguos. Una dosis de shisha se cobra una libra (20 centavos de dólar) en estos bares, contra 25 en los hoteles de lujo, que ofrecen tabaco de primera línea.

Ciudad de pescadores

Eric, un francés que trabaja en un hotel -como gran parte de los europeos que viven aquí-, dice que lo primero que hay que aprender es in sha’llah, que significa si Dios quiere y se usa en casi todas las frases. "Lo segundo es la shucran, que quiere decir no, gracias." Hay tantos mercados callejeros, explica, que sólo así evita amablemente las propuestas repetidas.
Pero Eric exagera. La gente que se cruza en el camino es amable, generosa y siempre dispuesta a orientar, de manera que pasar por un mercado como Menshiye, con puestos de frutas, pescado y animales vivos, es una experiencia tan curiosa como disfrutable.
El lugar está muy cerca de la mezquita Abu al-Abbas al-Mursi, una construcción hermosa de 1775, dedicada al patrón de los pescadores alejandrinos. Por eso no es casual que se encuentre a pasos del Fish Market y del puerto oriental, tal vez el sitio más pintoresco de la ciudad.
Repleto de botes coloridos, este puerto está formado por la bahía natural que habría contado, según se cree, con el mítico faro del siglo III a.C. En su presunta ubicación se construyó la fortaleza de Quaitbay, otro de los lugares que hoy pueden visitarse. Toda la zona es en sí un atractivo paseo, para disfrutar especialmente antes del atardecer.
Si, en cambio, uno llega al mediodía, una gran opción es la taberna White and Blue, ubicada en el segundo piso del Hellenic Nautical Club, a un costado de la fortaleza. Es sólo uno de los restaurantes griegos de la ciudad, pero su vista resulta inmejorable y los mariscos se pueden acompañar con vino.

Arte en catacumbas

Karmouz es uno de los barrios más antiguos. Caminar por allí es ideal para ambientarse en la ciudad y disfrutar de las llamadas desde las mezquitas. La zona debe atravesarse para visitar las catacumbas de Kom el Shogafa, uno de los sitios arqueológicos más importantes. Descubierto a fines del siglo XIX, fueron abiertas al público en 1995.
Es un conjunto de tumbas subterráneas, en tres niveles, perteneciente al siglo II, época romana. Primero se baja por una escalera hasta la sala de banquete, donde se festejaba la vida. Entre el olor a humedad se desciende hasta el segundo nivel, donde la sala principal es todo un símbolo de la mezcla de culturas.
En la decoración hay imágenes helenísticas, como cabezas de la diosa Medusa, combinadas con escenas egipcias, como la de un faraón realizando ofrendas al toro Apis. Al fondo de la sala, Isis y Neftis resguardan a la momia de Osiris.
En los alrededores de la capital de la memoria, como la llamó Lawrence Durrell, hay grandes reliquias, como el Pilar del Pompeyo. La ciudad cuenta con importantes museos, y con Los jardines de Montazah, un lugar muy visitado. Y con la biblioteca (ver aparte), que aunque sea nueva, es mucho más que un símbolo.
Por Martín Wain
Enviado especial

Datos útiles

Cómo llegar

  • Air France vuela hasta El Cairo, vía París. La tarifa desde Buenos Aires hasta la capital egipcia es, en clase económica, de US$ 1838, con tasas e impuestos incluidos, y de US$ 4958, en clase ejecutiva.
  • Hasta Alejandría hay unas tres horas de viaje, por una ruta en perfectas condiciones. Se puede ir en excursión (muchas veces combinadas con Asuán). Entre los autobuses para el turismo, son muy usados los de Western Delta (más, en www.bus.com.eg ). En avión, una opción es EgyptAir: www.egyptair.com

Dónde dormir

  • Hay opciones de todos los niveles para dormir en Alejandría. Sobre la Corniche se ubican los hoteles principales, con playas privadas. Entre los más lujosos está el Four Seasons: 399 El Geish Road. 20 (3) 581-8000. www.fourseasons.com/alexandria

Paquetes

  • Biblos Travel. Es una de las principales agencias que tienen propuestas para Egipto. Se especializa en planes personalizados. Consultas: 5031-7777 www.biblostravel.com

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