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 • HISTORICO

Aruba

En esta isla de 30 kilómetros de largo por 9 de ancho y con clima ideal todo el año, casi nada se interpone entre los turistas y sus espectaculares playas




ORANJESTAD, Aruba.- Todos se burlan de Mark, el meteorólogo oficial de la isla, porque ha tenido algunos yerros. Acostumbrado al cielo despejado, no supo anticipar las lluvias que a principios de diciembre causaron fuertes inundaciones. Así que apareció en los diarios locales sin ser noticia: está en las tiras cómicas como el flamante personaje que puede fallar.
Aruba promete más de 300 días soleados al año y una temperatura promedio de 28ºC. Se ubica fuera de la zona de huracanes, de manera que nadie se concentra demasiado en los pronósticos (más que para burlarse). Menos aún los visitantes, que no pierden ni un minuto en las noticias. Quienes llegan a esta pequeña isla del Caribe buscan playa sin distracciones, que es justamente lo que tiene para ofrecer.
Con treinta kilómetros de largo y nueve en su punto más ancho, Aruba está enmarcada en arena suave como pocas y de acceso público. Hay grandes hoteles, pero ninguno impide que los viajeros o lugareños puedan disfrutarla en toda su extensión. Además, los pobladores se mezclan con los visitantes en cualquier sitio y no se ven grandes diferencias sociales. Tampoco hay vendedores de cocos, pinchos ni artesanías. Y la brisa es casi constante, por eso el calor no agobia. Todo incita a quedarse junto al mar.

Entender la isla

Las mujeres hablan en Aruba mejor español que los hombres, porque, explican, no se perdían jamás las novelas creadas en Venezuela. Hasta hace poco más de una década, las únicas dos señales televisivas de la isla llegaban desde el país que preside Hugo Chávez.
En los últimos años todo cambió. No sólo en la TV, que se recibe de distintas partes del mundo, sino también en las influencias vecinas. Desde que el turismo es la principal industria -hasta fines de los 80 la refinación de petróleo encabezaba por lejos el ranking-, la mayoría de los viajeros proviene de los Estados Unidos, como en gran parte del Caribe. Y con menos vuelos desde Caracas en los últimos tiempos, crece el porcentaje de gente del Norte, que supera el 70 por ciento y arriba mayormente en cruceros.
El destino es para ellos a medida: malls con grandes marcas, cadenas de comida rápida, once casinos abiertos las 24 horas, mucha calma y también seguridad. Por eso, antes que español (la mayoría se defiende muy bien), prácticamente todos hablan en inglés.
Pero los idiomas oficiales son el holandés y el papiamento. El primero, porque Aruba es un país asociado al Reino de los Países Bajos. Es autónomo, aunque sin presidente propio. El papiamento, en cambio, es la lengua que se habla en la calle, al igual que en las islas cercanas de Curazao y Bonaire. Se estima que proviene de Africa y ha incorporado palabras del portugués, español, holandés e inglés. Trankil significa tranquilo y danki , gracias. Se renueva a gran velocidad: con naturalidad se suman palabras como pumpers para hablar de pañales, entre muchas otras del inglés.
En esta isla de 120.000 habitantes y 60.000 vehículos vive gente de 90 países y todos parecen llevarse bien. La cantidad de autos (sí, uno cada dos arubeños) es un reflejo del estilo de vida. La mezcla cultural es sorprendente, mientras que el mar y el consumo marcan el ritmo.

Arenas de marfil

En el Oeste están las playas. Palm Beach es la más visitada, ya que se ubica en la zona con más hoteles, a unos 15 minutos en auto del centro. Se extiende por dos kilómetros y su ambiente es familiar. Mucha gente camina o trota de un extremo a otro, por la costa, donde la espuma del mar se confunde con la arena.
Para cubrirse del sol aparecen las palapas , sombrillas gigantes con hojas secas de palmeras. Las reposeras se alquilan por cinco dólares, aunque los huépedes de los hoteles pueden, en general, usarlas gratis.
Palm Beach tiene cinco muelles; de allí parten embarcaciones con turistas y lanchas privadas. Cada muelle tiene su pequeño bar rústico. A una cuadra de la playa hay restaurantes de diferentes estilos (prevalecen los de tacos y hamburguesas), un shopping al aire libre y tiendas boutique.
La playa de postal es Druif Beach: extensa como la mayoría, es angosta y con arena color marfil. Eagle Beach es la más popular; bordea la carretera principal y tiene zona de camping, utilizada principalmente por arubeños. Boca Catalina es la más buscada para hacer snorkel, porque cuenta con arrecifes.
Entre las más alejadas se destaca Baby Beach, una pequeña bahía del Sur. En la punta norte se encuentra Arashi, con corrientes calmas, a diferencia de Hadicurari, ideal para windsurfistas.
Junto a las rutas costeras hay amplios espacios de arena vacía que invitan a detenerse, sobre todo si uno está con vehículo propio. Son ideales para descansar debajo de los divi-divi, árboles que miran al Oeste y son el símbolo de la isla. Los vientos soplan desde el Este la mayor parte del tiempo, por eso las copas se inclinan hacia el otro lado y, además fotogénicos, ofrecen un plácido resguardo.
Alquilar un auto puede ser una buena idea para conocer toda Aruba, ya que los accesos son simples y están bien señalizados. El mayor inconveniente resulta el tránsito en temporada alta (enero y febrero), cuando se congestionan las rutas. No es recomendable manejar con mucha lluvia, porque los caminos se inundan: el terreno es casi plano y no está preparado para precipitaciones intensas.

Salidas buenas y de las otras

Las excursiones más atractivas son las que aprovechan el mar, como la caminata Sea Trek y las navegaciones para hacer snorkel. El primer caso, en la isla privada De Palm, es el más curioso. Se trata de un paseo a 6 metros de profundidad, sobre una pasarela de 114 metros de largo. El camino atraviesa cardúmenes de peces papagayos, un avión hundido y una... cafetería. El Sea Trek Café tiene, en el fondo del mar, un par de mesas con banquitos, para descansar más que para beber algo, ya que es imposible quitarse los cascos herméticos.
Los paseos en catamarán ofrecen barra libre de bebidas y almuerzo a bordo. Se detienen en dos o tres piletones naturales para sumergirse a ver peces, incluso barcos hundidos, que es lo mejor del paseo. Los restos del carguero alemán Antilla, por ejemplo, con más de 120 metros de eslora, tienen formaciones de coral en sus fierros oxidados y una comunidad de peces ángel, de cola amarilla, que suele pasear por la zona.
Circuitos similares realizan unos barcos con temática pirata, que suman algo de diversión, como trampolines y sogas elásticas para lanzarse al agua y música casi permanente. No es lo más recomendable para los que buscan navegar tranquilos.
Nuevamente en tierra, se puede recorrer la isla en apenas medio día. Los tours organizados son prescindibles. Pasan por el faro, la capilla de Alto Vista, y la antigua la refinería de oro de Bushiribana (quedó parte de su edificación en piedra), frente a una costa de olas azules que estallan contra acantilados de poca altura. Es lo único que vale realmente la pena del circuito, y lo mejor es hacerlo en auto.
La refinería está rodeada de piedras apiladas en forma de apacheta. Por eso llaman al lugar El jardín de los deseos . El origen de esta costumbre es la de pescadores que dejaban marcas de los mejores puntos donde ubicarse. Con la cantidad de apachetas que hicieron luego los turistas, lo más probable es que ningún pescador vuelva a encontrar su propia señal.
El interior de la isla tiene gran cantidad de cactus y formaciones rocosas. Miles de cardones enaltecen los caminos. El clima seco y árido favorece el cultivo de aloe vera, cuya producción fue la principal industria de Aruba antes de la refinería, y antes del turismo. El 60 por ciento del territorio estaba cultivado y los campesinos -llamados cunukeros- eran mayoría. La planta se exportaba mayormente como laxante. En el Museo del Aloe local cuentan que el 70 por ciento del laxante en el mundo se producía en la isla.
Para conocer el interior a gran velocidad, la excursión en tomcars -como unos buggys cerrados, aún más sencillos- ofrece manejar hasta el atractivo Parque Nacional Arikok, que ocupa el 18% de la masa terrestre de Aruba, o hasta su punto más alto, el monte Jamanota, de 188 metros. Suelen ser excursiones de mediodía, para volver siempre a la playa, sin distraerse más de lo necesario.
Por Martín Wain
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DELICIAS PARA EMPEZAR LA NOCHE

Una buena playa tiene que tener un bar. Palm Beach tiene uno en cada extremo de sus cinco muelles, con mesas a medio metro del agua y foquitos colgantes que se encienden justo después del atardecer, hasta la medianoche en algunos casos. Presenciar allí la caída del sol es un gran plan, al igual que hacerlo en Pincho’s Grill (), sobre todo si uno decide comer temprano como la mayoría de los turistas en Aruba. Este restaurante, montado también sobre un muelle, ofrece un ambiente de fantasía en el Surfside Marina. Entre su menú, la entrada de langostinos con salsa de mango, tequila y cilantro cuesta 25 dólares, el salmón con papaya, 22, y una langosta con mayonesa de curry y ananá, 44.
Papiamento Restaurant (Washington 61), en una típica casa local de principios del siglo XIX, con arte francés y holandés en su interior y una gran piscina afuera. Alrededor de ella se ubica la mayor parte de las mesas. La especialidad es la cocina a la piedra (traen la piedra a la mesa, donde se termina de cocina) y una comida promedio cuesta 50 dólares.
Para cocina criolla, en Nos Cunucu se come de maravillas por menos de US$ 30
Para continuar, en zonas como Palm Beach hay bares abiertos con gente bailando entre las mesas (como Señor Frogs, muy norteamericano) y bares tranquilos como el piano bar Los Sopranos, inspirado en la serie de TV. El centro (Oranjestad) tiene discotecas como Mambo Jambo, con música latina, y una justo enfrente con música rock, de puertas abiertas y tantos holandeses como turistas y caribeños.

SAN NICOLÁS Y UN BAR DE ENCUENTRO

San Nicolás es la segunda ciudad en población de la isla, aunque en un país más grande sería apenas un barrio. Es una zona portuaria cerca de la antigua refinería de petróleo, que llegó a dar trabajo a 12.000 personas, hasta que cerró en 1985. Existían clubes nocturnos entonces y aún hay unos cuantos. Es la zona más dark de la isla, con bares que no son muy aptos para ir de noche en familia.
Charlie’s Bar ya existía entonces, como night club y punto de encuentro. Ahora es un sitio familiar, tal vez el más curioso de la zona. Sobre todo por su decoración, repleta de objetos dejados por los clientes como recuerdo. Hay desde miles de insignias de bomberos o policías hasta dólares firmados y corpiños. "La gente busca nostalgia", dicen los dueños del lugar, nietos de su fundador.
El menú gastronómico incluye lomos y hamburguesas, pero sobresalen los camarones salteados con ajo. Imperdibles, cuestan 23 dólares y se huelen de entrada.
Charlie’s se volvió un lugar turístico, pero un cartel advierte: "Si sólo ingresa a tomar una foto, recuerde que nosotros tenemos cuentas por pagar".

DATOS ÚTILES

Cómo llegar

De Buenos Aires a Oranjestad, los vuelos más directos son vía Colombia, Brasil o Panamá. También hay con escala en los Estados Unidos (se requiere visa). Tarifas, desde U$S 1150, con impuestos incluidos.

Paquetes

  • En la página oficial de turismo de Aruba se promocionan paquetes desde la Argentina, para enero y febrero: http:/es.aruba.com/SpecialVacations/Tarifas.aspx. Desde US$ 1911 por persona, en base doble, 7 noches con aéreos incluidos. Son vendidos por All Seasons ( www.allseasons.com.ar ).

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