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 • HISTORICO

Brillan trocitos de cielo sobre tierra chaqueña

Cráteres y meteoritos tienen lugar propio cerca de Resistencia




CAMPO DEL CIELO.- Arboles achaparrados entremezclados con arbustos, pequeñas matas de pasto salpicadas sobre suelo arenoso. Un sol que en verano cae sin clemencia, y, en invierno, un frío cortante, producto del clima continental.
Todo esto conforma un escenario para vivir una aventura como pocas. Esto es Piguem Nonraltá en idioma de los aborígenes, o Campo del Cielo, una comarca en el deslinde de las provincias de Santiago del Estero y Chaco.
Aquí fue donde hace cerca de 5000 años se produjo una extraordinaria lluvia de objetos celestes que hicieron impacto en una elipse de unos 25 kilómetros de largo. Fue cuando un meteorito de tamaño considerable pasó la Tierra en forma rasante. Tras sobrevolar el océano Pacífico y cruzar la cordillera de los Andes a baja altura terminó explotando en miles de pedazos que se incrustaron en el suelo.

Un largo viaje

El viaje desde Resistencia, más de 340 kilómetros en auto por Presidente V. de la Plaza, Presidencia R. Sáenz Peña, Las Breñas y Charata hasta la localidad de Gancedo, puede parecer tedioso aunque no lo es tanto.
En el recorrido es posible visitar el Parque Nacional Chaco, al norte de Presidente de la Plaza. Formado por un rectángulo de 33.000 hectáreas es una porción virgen del bosque subtropical poblado de garzas, tucanes, loros, monos, zorros, anfibios y demás animales autóctonos, ideal para safaris fotográficos. O también, algo más al Norte, la Reserva Biológica Pampa del Indio, de características similares. En Sáenz Peña puede incluso intercalarse un baño reconstituyente en el moderno Complejo Termal Municipal.
Pero lo que realmente atrae es Campo del Cielo, al sur de Gancedo.
Porque si bien se conocen muchos sitios de caída en todos los continentes (en la Argentina hay más de 60 lugares registrados), en ninguna otra parte existe un área tan extensa salpicada de cráteres grandes y profundos como en el cementerio cósmico de Chaco. El asteroide, de acaso unos 20 o 30 metros de diámetro original, se fragmentó al chocar con las capas más densas de la atmósfera y los pedazos impactaron en el suelo sedimentario quedando allí como pasas en un pan dulce. Todos excepto uno, que no penetró en el suelo, sino que terminó sobre la superficie. Por su aspecto, con una de sus caras plana, lo llamaron Mesón de Fierro.

Antes de pisar la Luna

Cuando Estados Unidos lanzó el programa Apolo para el desembarco ulterior del hombre en la Luna, llegó al país el astrofísico norteamericano William Cassidy, del Lammont Geological Observatory, de la Universidad de Columbia. Su misión, a inicios de la década del 60, fue encarar la búsqueda metódica de los restos del Mesón y ubicar los restantes ocultos.
En rigor, los naturales del Gran Chaco ya debían conocer la mole de hierro que yacía en medio de la espesura, en una región donde a cientos de kilómetros a la redonda no aflora una sola roca, ni siquiera un canto rodado. Y probablemente la veneraban. De ahí Piguem Nonraltá.
También los conquistadores españoles, ávidos por metales preciosos, muy pronto se enteraron de la masa férrea y, creyéndola de plata pura, enviaron varias expediciones para examinarla. El último en hacerlo, en 1783, fue Miguel Rubín de Celis, un marino español. Con cortafierros desprendió algunas muestras, cavó una trinchera contigua y lo volcó adentro con la intención de examinarlo en su parte inferior.
Fue la última vez que se vio el Mesón. La vegetación y la erosión no tardaron en cubrirlo, y desde entonces se lo buscó en vano. Rubín sólo había tomado la latitud -27 grados y 28 minutos Sud-, pero no pudo determinar la longitud por carecer de un cronómetro confiable.
Sin embargo, con la paulatina colonización de la llanura chaqueña a partir del siglo XIX comenzaron a ser encontrados y desenterrados otros aerolitos.
Cuando Cassidy inició la exploración sistemática de Campo del Cielo con miras a aprender algo sobre cráteres meteoríticos que tendrían que enfrentar los astronautas en sus caminatas sobre la superficie de Selene, convocó a un grupo de colaboradores argentinos.

Cráteres dispersos

Así se elaboró el primer mapa de Campo del Cielo.
Incluso se llegó a exhumar un meteorito cuya masa se estimó en 27 toneladas. Cassidy la dejó en su sitio hasta que, años después, con una grúa se pudo extraer el trozo de su milenaria tumba estableciendo que en rigor pesa 33.
Bautizado El Chaco y colocado al lado de su cráter sobre una pila de durmientes quedó allí hasta que, en 1990, un coleccionista norteamericano lo estibó en un camión con la intención de llevárselo; la carga hurtada fue interceptada a tiempo. Finalmente, algún chistoso prendió fuego a las traviesas de quebracho sobre las que reposaba: no causó daño físico a El Chaco, aunque lo dejó a ras del suelo.
Y allí está aún, tras haber dado un buen sacudón en lo que hoy es todo el nordeste argentino.
Campo del Cielo se extiende en el paraje Las Víboras, 17 kilómetros al sur de la localidad chaqueña Gancedo, que se alcanza por caminos de tierra. A Gancedo se accede desde Resistencia trasponiendo primero 157 kilómetros por la RN 16 hasta Avia Terai y luego otros 115 kilómetros por la RP 94.
Saliendo de Santiago del Estero se puede llegar a Gancedo recorriendo 52 kilómetros por la RN 34 en dirección sur hasta Taboada, y desde aquí 212 kilómetros por la RN 89 vía Suncho Corral y Quimilí, todo por pavimento.

Datos útiles

Cómo llegar
Campo del Cielo se extiende en el paraje Las Víboras, 17 kilómetros al sur de la localidad chaqueña Gancedo, que se alcanza por caminos de tierra. A Gancedo se accede desde Resistencia trasponiendo primero 157 kilómetros por la RN 16 hasta Avia Terai y luego otros 115 kilómetros por la RP 94.Saliendo de Santiago del Estero se puede llegar a Gancedo recorriendo 52 kilómetros por la RN 34 en dirección sur hasta Taboada, y desde aquí 212 kilómetros por la RN 89 vía Suncho Corral y Quimilí, todo por pavimento.
En Internet
Sociedad Meteorítica Argentina, http://webs.sinectis.com.ar/oaturone
Federico Kirbus

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