A un par de horas de barco desde el puerto de Helsinki, dos ciudades se pueden vincular de algún modo al mundo escandinavo. Hacia el oeste, Marienhamn (Marienammina en finés) es la micro capital de las islas Aland, un archipiélago de cultura y habla sueca que la historia entregó a Finlandia. Se parece a un pueblito de campo por el que la historia pasó con su H mayúscula, teatro de rivalidades entre rusos y suecos, entre oriente y occidente.
Hacia el sur, Tallinn, la capital de Estonia, es como una prima invitada a las reuniones de capitales escandinavas. Al fin y al cabo fue fundada por daneses en 1219 (su primer nombre fue Reval, Tallinn en idioma local significa algo así como la ciudad de los daneses). Es la hermana menor de Helsinki y una especie de colonia económica.
Desde Helsinki, sin duda, es el mejor paseo que se puede hacer por el día (hay que tramitar la visa), para adentrarse en otro mundo fascinante: el de la Europa báltica.