Con vocación ecológica, agua mineral y muchas novedades

Mucha madera, vidrios adecuados y el diseño característico de las pequeñas aldeas de montaña, con desniveles, pasillos y pequeñas escaleras por las que se accede a variados negocios, entre los que no faltan chocolaterías y cafeterías. Comparte también con Cariló su vocación por la ecología, ya que está en una zona protegida donde a veces el silencio es apenas interrumpido por el canto de algún pájaro o el motor de un vehículo solitario, y el agua que se bebe es tan natural y rica en minerales que hasta se envasa y se comercializa con la marca del lugar.

Hace cincuenta años, Sierra de los Padres era sólo una ladera escarpada cubierta de piedras y algunas hierbas secas donde señoreaban víboras, iguanas, lagartos, zorros y carpinchos. Era tierra de la estancia La Peregrina, de la familia Bordeu, sobre una estribación del antiguo macizo de Tandilia, cuyo duro suelo la hacía prácticamente improductiva.

En 1948, los hermanos Alfredo y Francisco Cobos, comerciantes de la ciudad de Mar del Plata, compraron quinientas hectáreas con objeto de crear una urbanización cercana a Mar del Plata para convertirla en barrio residencial. Allanaron los cuatro kilómetros que la separan de la ruta 226 y plantaron 150.000 árboles. Se construyeron las primeras casas, el Club de Pesca, un trabado circuito de carreras y en 1959 se inauguró el Golf Club.

La idea con que fue creada Sierra de los Padres, un barrio de viviendas cercano a Mar del Plata, se conserva aún hoy, a pesar del inusitado crecimiento que experimentó en los últimos tres años. Las nuevas construcciones de su centro comercial son el resultado de una gran expansión que comenzó a notarse en 2002 y aún no se detiene.

Se calcula que de una población estable de 400 familias, ahora ha pasado a tener 800, y cada año son aproximadamente 300 los nuevos proyectos de casas que se ponen en marcha. El valor de los terrenos ha crecido hasta ubicarse en un promedio de entre 10.000 y 12.000 dólares las parcelas de 600 metros.

Desde el centro, la gente aconseja trepar por la calle Cecilia hasta una suerte de mirador desde donde se aprecia la gran extensión urbana a izquierda y derecha, y mucho más allá, los animales pastando en una estancia vecina. Hacia abajo, las casas parecen encastradas en la ladera rocosa con complejos pensados para aprovechar al milímetro los espacios en continuo desnivel.

Junto al verde de los árboles, las flores abundantes y de intenso colorido, y los sinuosos caminos de tierra, el conjunto propone paisajes de gran belleza.

A dos kilómetros, está la Laguna de los Padres, un lugar aprovechado para pasear y, junto a la ribera, el Club de Pesca Atlántico, con parrilla, quincho, confitería, camping, fogones, juegos para niños, y alquiler de botes y canoas.

Hacia el otro lado, se conserva intacto el antiguo casco de la Estancia Laguna de los Padres, que hoy alberga el Museo Municipal José Hernández, en memoria del autor del Martín Fierro que vivió allí durante 10 años en contacto con los gauchos y en quienes se inspiró para su obra. Muy cerca de la casa está la Reducción Nuestra Señora del Pilar, una reconstrucción que recuerda el primer asentamiento jesuítico a mediados del siglo XVIII.

Si bien Sierra de los Padres está poblada en gran parte por gente de Mar del Plata, que vive allí todo el año, hay una buena oferta de casas para alquilar, tanto en el verano como durante el resto del año. Existen también unos cuantos complejos de cabañas, como El Edén, Sol y Luna, El Pedregal, Las 4 Estaciones, y otras que proponen alojamiento para grupos de entre 4 y 10 personas, a precios accesibles.

Los fines de semana y durante todo el verano es usual ver gente que viene pasear y tal vez a almorzar en algunas de sus parrillas y restaurantes, muchos abiertos todo el año. Además de la reserva privada en la que se observan cientos de pavos reales, el Minizoo El Paraíso es un emprendimiento privado con animales exóticos y granja educativa, muy apropiado para que los chicos se diviertan.

Para los aficionados, el Golf Club se destaca por el gran encanto de su campo de 18 hoyos, bellamente arbolado, y con una característica que lo hace digno de un buen desafío: sus fairways son tan quebrados que la pelota puede quedar hacia arriba, o hacia abajo en la ladera, hecho que agrega dificultad al golpe.

Varias son las opciones que se ofrecen aquí, tanto para el verano como para el fin de semana o para pasar el día.

Desde Mar del Plata, ya el camino por la ruta 226 y su conexión con la ruta 88 propone placenteras vistas de las quintas, que proveen de verduras y hortalizas a gran parte de la provincia de Buenos Aires, y que son también aprovechadas por los turistas para comprar productos frescos y a excelentes precios.

Una mañana en las quintas, tal vez el almuerzo en el Golf, o en alguna parrilla y luego una recorrida por la montaña observando las intrincadas vueltas de la urbanización en la montaña.

Y para el final, nada mejor que un té con exquisitas tortas en el centro comercial, recomendable tanto para el que viene de lejos como para el turista que veranea en Mar del Plata.

Además del silencio, las flores, los árboles y el agua, vale le pena llegar para comprobar que el aire aquí también es diferente.

Por la ruta 226 hacia Balcarce, quince kilómetros desde Mar del Plata hasta el acceso a Sierra de los Padres. De allí, cuatro kilómetros de camino asfaltado.

Alquiler de una casa con piscina, en temporada: entre 4000 y 7000 pesos.

Cabañas para 6/8 personas: entre 180 y 200 pesos por día.

Sierra de los Padres Apart Hotel: entre 120 y 150 pesos por día, habitación doble.

Paseo a la Laguna de los Padres, a 2 km. Pesca, camping, salidas en bote.

Recorrida por el Minizoo El Paraíso, con animales exóticos y granja educativa.

Excursión a las quintas de verduras y hortalizas de los alrededores, y a las canteras de Batán.

Por Javier M. Zuviría
Para LA NACION