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 • HISTORICO

Connecticut hace gala de tranquilidad

Conocida como el Rincón Sereno, la región seduce con campiñas ondulantes y pueblos de otros tiempos




CONNECTICUT (The New York Times).-- Por la noche, las imágenes satelitales de la Costa Este revelan sólo un agujero negro en la iluminación terrestre entre Washington y Boston.
El Rincón Sereno de Connecticut, como se conoce esa región, mantuvo sus campos, alterados por unas pocas casas de verano, durante todo el siglo pasado.
En estos últimos cinco años se ha incrementado el desarrollo, pero gracias al esfuerzo de numerosos individuos y grupos ecologistas, gran parte del lugar conserva su condición rural.
La zona se puede recorrer fácilmente en automóvil en un día largo de verano, pero mejor aún si se aprovecha un fin de semana completo.
Un buen lugar para comenzar este recorrido en espiral de poco más de 200 km es la salida 85 de la autopista I-395. Desde allí, la ruta 138 se dirige al Este hacia Voluntown, donde la tradicional iglesia bautista, de madera blanca, tiene el capitel más inusual, dominado por dos plataformas de observación muy interesantes.

Puesta en marcha

Tomando la ruta 49 se cruza el Nehantic Trail, uno de los numerosos senderos indios de la región. Para los amantes del kayak, hay muelles bien señalizados en las casi 10.250 hectáreas que conforman el Bosque Estatal Pachaug.
Las construcciones achaparradas que se ven a lo largo del camino son antiguas granjas. En la década del 50, Connecticut era una importante zona productora de huevos.
En Sterling Hill, gire a la izquierda por la ruta 14A, pase por Plainfield y siga hacia Canterbury. La ruta 14A empalma con la 14 al cruzar el río Quinebaug, que junto con el Shetucket y el Moosup alimentaban los numerosos molinos que en una época convirtieron la zona en un importante centro industrial y textil.
En el centro de Canterbury, tome a la derecha la ruta 169. Cruzando la intersección hay una residencia imponente. Se trata del museo Prudente Crandall, la primera academia privada de Nueva Inglaterra para mujeres afroamericanas.
La siguiente localidad en el recorrido es Brooklyn. Detrás del gran cementerio del lugar, se extiende el predio ferial de la ciudad, sede de las ferias agrícolas más antiguas del país desde 1809.
Desde allí puede desviarse a Danielson, tomando la ruta 6, para visitar los Invernaderos Logee´s, que tienen una de las selecciones de plantas de interior más grandes de Nueva Inglaterra.
La ruta 169 Norte continúa hasta Pomfret, donde se encuentra el Santuario Bafflin, propiedad de Audubon, de más de 250 hectáreas y con casi 15 km de senderos que le permitirán apreciar las aves del lugar.

Antigüedades y festivales

A pocos kilómetros de allí, en dirección este, por la ruta 44 está Putnam, una antigua ciudad textil que se reinventó a sí misma. Veinte años atrás era una serie de frentes de tiendas vacías; hoy están repletas de antigüedades.
Retome la ruta 169 en Pomfret y diríjase hacia el Norte rumbo a Woodstock, que también tiene su predio ferial, donde se celebra la Woodstock Fair todos los años en septiembre.
Si recorre la ciudad observará por qué los pueblos de esta zona se conocían como ciudades colina.
Las residencias son tan espectaculares como sus vistas, y una de ellas, Bowen House, es un museo.
En el norte de Woodstock, gire a la izquierda por la ruta 197, y luego a la derecha por la 171 y siga un par de kilómetros más hasta el Parque Estatal Bigelow Hollow y el Bosque Estatal Nipmuck.
Es el más remoto de los parques de Connecticut, famoso por su afluencia de osos negros y de turistas también. Contiene tres lagos para la práctica del kayak y senderos bien señalizados.

La batalla de las ranas

Al final del recorrido se pueden conocer algunos de los pueblos más pintorescos de la región.
Por la ruta 244 que sale de Eastford se llega a la localidad de Hampton, una de las ciudades más fascinantes del nordeste de Connecticut.
En Hampton se puede visitar la antigua American Thread Factory, una de las hilanderías más grandes de América del Norte y entre las primeras del mundo en instalar luces eléctricas. Cuentan que los empleados no querían ingresar en el edificio por temor a enfermarse por la electricidad. Frente a la hilandería está el museo textil e histórico de Windham.
Cerca de allí, en 1754, se produjo un hecho bastante inusual: la batalla contra las ranas. Cuentan que miles de ranas mugidoras llevaron a los residentes a alzarse en armas pensando que estaban siendo atacados por algún enemigo desconocido y muy peligroso. Hoy es una de las tantas anécdotas que pintan el lugar.
Erik Sandberg-Diment
(Traducción Andrea Arko)

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