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 • HISTORICO

Delft, la colorida ciudad de la casa de Orange, repleta de cuentos de sangre azul

Pequeños puentes atraviesan los más de cincuenta canales de un poblado fundamental en el pasado de la monarquía




DELFT.- La historia cuenta que la noche del 10 de julio de 1584, el príncipe Guillermo de Orange fue asesinado en su residencia de esta ciudad. El hombre había terminado de cenar con su amigo Rombertus van Uylenburgh, cuando al subir por las escaleras fue sorprendido por el francés Balthasar Gerard, quien lo asesinó con varios disparos.
Imaginarse la escena del crimen en la que un príncipe es acribillado en su propia casa, no remite mayores problemas si uno se sumerge en la trágica historia de la monarquía europea. Sin embargo, efectuar tal artificio en un lugar tan plácido y sereno como Delft conlleva cierta dificultad. Remarcar que fue un hecho inusitadamente sangriento que sucedió hace más de cuatro siglos, no ayuda a la cuestión. Sólo las marcas que dejaron las balas en la pared de la escalera del hoy museo Het Prinsenhof son las que permiten revivir el instante en el que Guillermo de Orange fue ejecutado por Gerard.
Visitar ese sitio en el que se encuentra parte de la historia holandesa no es lo único que se puede ni se debe hacer en Delft, ciudad a tan sólo 15 kilómetros de La Haya y 60 de Amsterdam. Ir al museo no es lo primero que a uno se le ocurriría hacer, pero en la Oficina de Turismo, las amables señoras que reciben día a día a los turistas es lo que recomiendan con mayor efusividad.
En pocas palabras, aconsejan la visita al museo que siglos atrás fue el convento de Santa Ágata, ya que permite reconstruir parte de la historia de los Países Bajos y aprender sobre la vida de Guillermo de Orange, fundador de la casa de Orange-Nassau y de la línea sucesora que llega hasta la actual monarquía.
Las amables señoras también instan a conocer la historia sobre la famosa cerámica azul, Delft Blue, originaria de estos lares. Esa que cuando éramos niños veíamos en la casa de alguna tía o abuela, en forma de plato adornando la pared o de vasija o jarrón en alguna mesa o mueble de living.
Suvenires de la famosa cerámica azul, originaria de esta región

Suvenires de la famosa cerámica azul, originaria de esta región - Créditos: Corbis

Delft se puede recorrer en un día y caminando, pero también es una agradable ciudad en la que podemos quedarnos varias jornadas a disfrutar de sus calles con canales, de la impresionante plaza central y de la magnífica arquitectura medieval que la caracteriza.
Al pasear por sus calles adoquinadas, sus puentes estrechos y los más de cincuenta canales que atraviesan el poblado, uno siente que se va sumergiendo en un mundo encantado de siglos pasados, donde las bicicletas son una compañía constante.

Imágenes de altura

El primer monumento de interés que se divisa al llegar al centro es la Iglesia Vieja (Oude Kerk), cuya torre mide cerca de 75 metros y está notablemente inclinada, casi dos metros. Es asombroso ver su desviación, ya que da la sensación de que al ser tan antigua (fue construida en 1246) se está por caer. Bajo sus cimientos se encuentran enterrados los restos del famoso pintor Johannes Vermeer, reconocido por sus cuadros La lechera y La joven de la perla.
Al cruzar un par de puentes se llega a la plaza principal, Markt, rodeada por el Ayuntamiento y la Iglesia Nueva (Nieuwe Kerk), que es una basílica de estilo gótico, que se impone en la plaza con su torre de más de 108 metros. En ella se encuentra la bóveda real, donde descansan los restos de Guillermo de Orange y los de la familia real de Holanda.
A la torre de la Nieuwe Kerk se puede subir para ver las cercanas localidades de Leiden y Rotterdam. Eso sí, después de haber escalado 365 tediosos escalones. También desde la torre se divisa el Ayuntamiento, edificio emblemático de Delft que fue construido en el siglo XVII, y al que se puede ingresar con un guía y cita previa para observar una cárcel medieval que allí funcionaba, en la que se conservan algunos elementos de tortura de la época.
En Delft no es necesario recurrir a mapas ni GPS, ya que se llega fácilmente a los principales puntos históricos, todos muy cerca entre sí. Y la mayoría de locales de suvenires, en los que podemos encontrar los originales productos de cerámica azul y variedades de quesos holandeses, están en los alrededores de la plaza.
Vistas casi obligadas son la Royal Delft y la Delft Pottery de Delftse Pauw, dos de las fábricas más famosas de Holanda y las más recomendadas por la Oficina de Turismo, donde se muestran orgullosos de ser quiénes originaron y perpetuaron la cerámica azul.
La Royal Delft es la más antigua y data de 1653. La Delft Pottery de Delftse Pauw es bastante más nueva, de 1950. En ambas se pueden hacer tours guiados y ver cómo se hace la cerámica en sus talleres y cómo los artistas pintan a mano los floreros, cuadros, platos o jarrones que terminarán decorando la cocina o el living de algún recóndito lugar del mundo.
Al mediodía, al mejor estilo holandés, se puede hacer una parada y comer un sándwich en la plaza central, donde hay una gran variedad de bares y restaurantes con riquísimas opciones para degustar.
Llegar a Delft es muy fácil, ya sea desde Amsterdam o La Haya. Hay trenes cada cinco minutos para hacer La Haya-Delft pagando sólo 4,40 euros de ida y vuelta. El viaje es muy corto y tarda entre 12 y 16 minutos. Y desde Amsterdam, el pasaje ida y vuelta cuesta 24 euros, y el recorrido se hace en una hora. Los trenes que recorren este trayecto pasan con una frecuencia de entre 12 y 15 minutos.
Si disponemos de más tiempo para quedarnos en la ciudad de la casa de Orange, es una buena experiencia alquilar una bicicleta y visitar el parque Delftse Hout, que está a pocos kilómetros del centro y al que se llega en menos de 15 minutos. Recorrerlo con la bicicleta, atravesar su bosque de pinos y bordear el lago que allí emerge nos hace sentir, al menos, holandeses por un día.

Datos útiles

Dónde ir
  • El Museo Het Prinsenhof cuesta, para los adultos, 7,50 euros. Niños de 12 a 18 años y estudiantes, 4 euros.
  • Para subir a torre de la Iglesia Nueva (Nieuwe Kerk), de lunes a sábado, de 9 a 18. Adultos: 3,50 euros. Niños de 12 a 18 años y estudiantes: 2 euros.
  • Para entrar a las iglesias, tanto la nueva como la vieja, se debe pagar 3,50 euros.

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