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 • HISTORICO

En el mercado de lo imposible

Por la centenaria feria Tristán Narvaja, entre antigüedades, artesanías, baratijas, libros de todas las épocas y tesoros para coleccionistas que se consiguen, cada domingo, en el tradicional punto de encuentro de la capital uruguaya




MONTEVIDEO.- Llegar a la capital uruguaya un fin de semana es algo un tanto desconcertante. Más aún si se frecuentan las calles del centro, en los alrededores de la 18 de Julio, la avenida principal, o bien si se intenta atravesar la Ciudad Vieja. Lo que durante los días hábiles es bullicio y ritmo urbano acelerado, un domingo puede convertirse en un pasaje enlentecido, melancólico, solitario, sólo interrumpido por el ladrido de algún perro vagabundo o las risas de los chicos en la plaza. Claro que ese encanto netamente montevideano, el que Mario Benedetti supo contar como ninguno, está flotando en el aire, aún más intenso durante el fin de semana. Si los uruguayos huyen de las calles principales una mañana de domingo, hay un solo lugar donde pueden estar, y es en la Feria Tristán Narvaja.
Basta acercarse a la calle que lleva el mismo nombre, cortando la 18, para entender que medio Montevideo tiene que estar agolpado deambulando por este mercado centenario, y la otra mitad vendiendo cachivaches y tesoros, exhibidos de igual a igual, unos al lado de otros.

Para cazadores de tesoros

"Cada vez que te vayas de vos misma/ procurá que tu vida no se rompa/ y tu otro vos no sufra el abandono/ y por favor no te olvides que te espero/ con este corazón recién comprado/ en la feria mejor de los domingos", escribía Benedetti en su poesía Irse . Difícil encontrar definición más emotiva para la infinita variedad de cosas que se pueden comprar, vender o intercambiar en la Tristán Narvaja. Ecléctica, imprevisible, fascinante. Un mercado de pulgas que es más que eso, un Rastro a la sudamericana.
A medida que se avanza entre sus callecitas, invade el caos de gente -la mayoría, termo y mate en mano, fiel al gusto uruguayo-, y la diversidad de puestos y productos ofrecidos puede virar de un segundo a otro de lo inservible a lo invaluable, del hallazgo impensado a la antigüedad más buscada. Los aromas se entremezclan casi tanto como los sonidos: todo es barullo entre el río de gente, el olor a frito de la señora que vende pastelitos en una esquina, el bar repleto donde se sirve la gaseosa en envase de vidrio o donde se acompaña la pizza con un vaso de moscato en una mesa sumida en medio del tráfico peatonal; el chico que toca el bandoneón apretado en un banquito. El inconfundible perfume a libro viejo, a páginas amarillentas envejecidas por el tiempo y por los ojos de vaya a saber cuántos lectores, la ropa usada y la nueva, los discos que ya no se escuchan y los CD pirateados con los últimos estrenos de la cartelera del cine. La feria Tristán Narvaja es un recuento de memorabilia en todas sus formas.
Una verdadera Babel de oportunidades y visitantes. 		                fotos: maría aramburú

Una verdadera Babel de oportunidades y visitantes. fotos: maría aramburú - Créditos: María Aramburú

No faltan el puesto que ofrece piezas de antigüedades dignas de coleccionistas -desde caireles sueltos de arañas ostentosas hasta monedas y candelabros- ni los tradicionales libreros. Sobre la calle Narvaja se extienden las librerías oficiales, comercios bajo techo pero de un encanto particular, que cobran vida propia al enmarcar la feria dominguera. Lo que no se encuentra entre sus estantes aparece como una esmeralda escondida en las mesas de ofertas de los feriantes, que trascienden la principal y siguen por Paysandú y Fernández Crespo.
A medida que se avanza en este universo de lo impensado -en línea recta por Tristán Narvaja y abriéndose como infinita, entre sus calles aledañas-, el visitante puede creer haber encontrado sectores agrupados por temas. De repente, de varios puestos de ropa usada se vira a animales enjaulados y cachorros de raza durmiendo en canastos de mimbre, de ahí a coloridas frutas y verduras frescas que se eligen con la mano -y fueron el leitmotiv en los comienzos de la feria, allá por 1909-, para llegar a la cuadra que concentra las reliquias de la casa de la abuela, los mantelitos bordados y los juegos de té de porcelana. Así parece hasta que al lado del puesto de antigüedades más sofisticado reina el vendedor de superofertas made in China , medias de nylon, crema para manos y sacapelusas a pila -todo en el mismo boliche que no excede el metro cuadrado-, y pegadito a él está la mesa de una artesana que pinta macetas y teje collares al crochet.
La feria es una verdadera Babel de oportunidades y visitantes. Cada domingo, desde hace más de cien años, encuentran en ella su lugar los locales, turistas y cazadores de tesoros así como charlatanes, regateadores y carteristas -conviene ir con cautela, los robos son moneda corriente-. Aun si se llega sin rumbo fijo y sólo con ánimos de curiosear, hay que dar por seguro que la magia de la Tristán está en el aire: siempre habrá algo en alguno de los incontables puestos que está esperando a su dueño, disfrazado de baratija o engrandecido por el paso del tiempo.

Datos útiles

Cuándo
  • Todos los domingos -desde 1909-, entre las 10 y las 15, horario ideal para vivirla en todo su esplendor.DóndeAunque había comenzado en la calle Yaro, enseguida el punto de partida fue el actual, sobre la avenida 18 de Julio y Tristán Narvaja. Conviene perderse no sólo por la calle que le da nombre, sino también por sus alrededores. Con el paso de los años la feria fue creciendo informalmente hacia los costados, desdibujando sus límites a mucho más de las siete cuadras de largo por cuatro de ancho que marcan los mapas turísticos.
Cómo llegar
  • Buquebús ofrece salidas diarias desde el puerto de Buenos Aires hasta Montevideo, con tarifas (ida y vuelta) promedio de $ 1142 en clase primera especial y $ 866 en turista. La duración es de tres horas. Más, en www.buquebus.com
Dónde dormir
  • Radisson Montevideo Victoria Plaza Hotel

    Tiene una ubicación privilegiada en el centro de la ciudad, sobre la plaza Independencia, a pocos metros de la Av. 18 de Julio y la entrada a la Ciudad Vieja. Posee 232 habitaciones y casino, spa, piscina semiolímpica climatizada, bar de hielo y gimnasio. Tarifa promedio en habitación doble, por noche de fin de semana, US$ 194. Información y reservas: www.radisson.com/montevideo

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