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 • HISTORICO

En Murano, soplar y hacer botellas es cosa de todos los días

Esta isla cercana a Venecia guarda los secretos de la industria del vidrio




  • A partir de 1300 se convirtió en el centro más famoso de este arte
  • Las cuentas allí fabricadas servían como piezas de cambio en el comercio con los bárbaros
VENECIA, Italia.- Partimos de la Fondamenta Nuova en dirección a la isla de Murano. El vaporetto hiende con su proa el cabrilleante moaré del agua y deja a popa un revoltijo de espumas. Poco después nos emparejamos con un extraño cortejo.
Unas diez góndolas ordenadas en simétrico ángulo van siguiendo a otra que navega apartada unos pocos metros del grupo. Los gondoleros llevan una cinta negra en el sombrero y reman con lentitud. Se trata de un cortejo fúnebre rumbo al cementerio de San Michele.
El cadáver va dentro del ataúd y parecería que éste fuese, a su vez, dentro de un ataúd más grande y armonioso: la góndola. Siempre me pareció ver en las góndolas, tan invariablemente negras y solemnes, cierto aire necrofílico. La intuición se vuelve certeza. Desde ahora, la góndola me impresionará más como vehículo para muertos que para enamorados.

Manos a la obra

El vaporetto nos deja en el muelle de Murano. Los muros de los viejos edificios muestran su revoque descascarillado por obra del tiempo y la humedad. Tras la suntuosidad y el brillo, la erosión es una lepra que corroe sin piedad ni descanso. No hace falta caminar mucho para encontrar las típicas botteghe con su ancho ventanal que permite ver trabajar al artesano.
Entro en una de las típicas fornace y presencio el atractivo espectáculo de los operarios dando forma, a través de un largo tubo, a la masa amorfa y maleable; pasta ígnea que cuando los obreros soplan a través del tubo se hincha como una pompa de jabón. Luego va adquiriendo la forma de una copa, un jarrón o una botella. Con una espátula y unas simples pinzas se da forma a cada pieza. Después se la deja enfriar y endurecer. El recipiente de vidrio ha adquirido su forma definitiva.
Una de las industrias que más prestigio otorgó a la espléndida ciudad del Adriático fue y sigue siendo la del vidrio. El secreto de la fabricación llegó a Venecia en el siglo X, cuando los benedictinos iniciaron en el estuario veneciano esa industria hasta entonces desconocida.
Era ya una artesanía próspera cuando en el siglo XIII, por temor a los incendios y las molestias del humo provocadas por las fundiciones, se decretó su traslado a la vecina isla de Murano. A partir de 1300 Murano se convirtió en el centro del arte del vidrio más famoso del mundo occidental. Y con el tiempo, objetos de Murano asumieron importancia en el hasta entonces mundo desconocido.
Fue con cuentas de vidrio aquí fabricadas, semejantes a las que servían como piezas de cambio y moneda en el comercio con los bárbaros y pobladores de las costas asiáticas y africanas, que los conquistadores europeos engatusaron a los indígenas de América.
Las cosas no evolucionaron mucho. O evolucionaron con algún agravante, pues ahora somos nosotros, los turistas (nueva versión de aquel indigenismo deslumbrado) los que nos dirigimos por propia voluntad al Viejo Continente para que nos vuelvan a engatusar, a veces con parecidos abalorios.

Arañas y candelabros

Salgo de la fornace y visito el Museo Vetrario, único en el mundo, así como una de las empresas que dieron nuevo empuje a la industria de Murano tras un período de decadencia. Veo arañas, candelabros, marcos de espejos, fuentes y búcaros cuyas líneas y colores trascienden la mera artesanía. Vuelvo a deslumbrarme una vez más, pero ya no con simples abalorios...
Un empleado me interioriza acerca de la fabricación del vidrio, en la que intervienen sílice, potasio, sodio y arena.
Los objetos así elaborados no poseen vibración sonora pues les falta el plomo. Si lo tuvieran, serían cristal y no vidrio.
Admiro objetos ideales para la decoración moderna: fuentes estilizadas, piezas de vajilla en las que prevalece el azul, el dorado, el verde esmeralda, del tono más claro al más oscuro.
El rubí es el de mayor precio. Hay también hermosos modelos de colores opacos, copas que ostentan camafeos grabados a buril y aleaciones de esmalte y oro 24 kilates.
El guía me enseña una copa cuyo pie o tallo es una sutilísima espiral de vidrio.
Se trata de una pieza tan sensible que para evitar que se rompa debe guardarse dentro de un fanal al que se le ha extraído el aire, reemplazándolo por agua.
El agua forma con la copa una masa compacta y amortigua, así, golpes o sacudidas.
En parecidas cajas con agua se embalan muchos objetos de vidrio que se envían a todos los países del mundo, con excepción de los lugares donde las tasas aduaneras son excesivamente elevadas.

Datos útiles

Cómo llegar: el pasaje aéreo, ida y vuelta, de Buenos Aires a Venecia cuesta 1100 dólares, aproximadamente, con tasas e impuestos incluidos.
  • De allí salen embarcaciones que lo llevan a la isla por 4 dólares o excursiones diarias que van desde los 25 hasta los 90 dólares, según incluyan guía, comidas y paseos.
Alojamiento: una habitación doble en un hotel tres estrellas vale alrededor de 70 dólares; en uno de cuatro, entre 100 y 150 y en uno de cinco, 250.
Más información: Ente Nacional Italiano de Turismo (ENIT), Avda. Córdoba 345. Atención de lunes a viernes, de 10 a 12 y de 15 a 17; 4312-7795.
En Internet:
Antonio Requeni

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