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Fez, un laberinto con el perfume de la historia

La Medina más grande del mundo exige paciencia y sentido de la ubicación, pero es una experiencia imperdible para los que visiten Marruecos




La Medina, del siglo IX, es un laberinto de callejones

La Medina, del siglo IX, es un laberinto de callejones

Por las calles de Fez se ven vestigios de mejores tiempos. La capital cultural y religiosa de Marruecos, que supo refugiar musulmanes y judíos de la persecución de los Reyes Católicos, tiene suntuosas mezquitas y madrazas escondidas en cualquier rincón de la Medina; el barrio andaluz recuerda los años de la inmigración hispana y edificios como el del Banco de Marruecos dan testimonio de la colonia francesa.
La ciudad cuenta con la mayor zona urbana peatonal del mundo. La Medina, del siglo IX, Patrimonio de la Humanidad, es la más antigua del país. Este laberinto con más de 9000 callejones es el símbolo de Fez y de su espíritu comercial. "Si se desorientan, no se muevan del lugar donde están. Cuando me dé cuenta que no vienen detrás, las busco", dice Asís, nuestro guía en nuestra una primera exploración de Fez. Esquivar los burros cargados de bolsas de arena por los estrechos pasadizos de la Medina es toda una destreza local. Todo lo que se necesita, en un sólo lugar: venta de alhajas a la izquierda, pescadería a la derecha; más allá, carnes y frutas; telas de todos los colores. La mayoría de los puestos son de madera y exponen al aire libre su mercadería: sí, las carnes y los pescados también. Sin freezers ni heladeras, lo comestible se mantiene con la tradicional técnica del salazón; salvo por los pollos frescos, que se venden inmediatamente después de ser degollados.
Los olores son algo característico de la Medina: el aroma exótico de los condimentos bereberes se mezcla con el olor nauseabundo de los piletones de tinta de las curtidurías donde se tiñen cueros. El estilo de producción y coloración que utilizan es uno de lo más antiguos y artesanales: "Una mezcla de excremento de paloma, agua y orina de vaca es la que se utiliza para lograr ablandar el cuero", describe Zaid, el otro guía que nos acompañaba. Con la mezcla preparada, los trabajadores se sumergen y, con los pies, masajean la superficie de piel del animal para comenzar con la limpieza y la preparación.
Pero, de algún modo, la mercadería que más abunda en la Medina es el pasado. Fez es uno de los últimos bastiones de la Edad Media que se mantiene sin modificaciones. Desde la arquitectura hasta las actividades artesanales son fundamentales para su economía. El trabajo en cerámica es una insignia y el artesano, encargado de decorar cada pieza con arabescos y figuras geométricas, todo un prócer. Sentados en sillas de madera y con un pincel de peluca diminuta, transforman cada vasija en una pieza única. "¡Argentina, Messi!", exclama uno de ellos mientras decora una ensaladera recién horneada. En la pared detrás de su silla tiene colgado un plato con el escudo del Barcelona, única señal clara de que estamos en el siglo XXI.
Conocer Fez implica no sólo caminar por los callejones de la Medina, sino también descubrir qué esconden las fachadas de las casas. Las puertas suelen ser de madera, las paredes altas y despintadas. Pero suelen esconder un verdadero tesoro. La arquitectura doméstica de esta zona de Marruecos adhiere al Dar al-Islam. La parte externa simboliza el trabajo y no debe dar lugar a la distinción de clase social ni debe tener aperturas que revelen cómo es la vida por dentro. Mientras que la parte interna simboliza la paz, el refugio y la familia, es el espacio de descanso y donde cada persona puede darse sus lujos.
Por eso, es aconsejable hospedarse en las llamadas riad, antiguas casas en las que vivían hasta cinco familias y que actualmente funcionan como hoteles de cuatro estrellas. Con un patio central y una fuente, paredes cubiertas de azulejos, habitaciones amplias recargadas de telas y adornos de bronce, las riad son otro símbolo de Marruecos.
Una perla imperdible dentro de la Medina es la Mezquita Andaluza, que puede ser visitada por los turistas. Otro tesoro es la mezquita Al Karaouine, una de las más grandes de Marruecos y sede de la universidad más antigua del mundo, a la que muchos viajan desde Europa y África para completar estudios religiosos. Sus siete puertas doradas simbolizan los días de la semana y los niveles de la monarquía de Marruecos.

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